De nuevo, bajo el ‘artwork’ de Blacklake, Haken regresan con “Virus” bajo el brazo que, pese a que muchos crean que el título hace referencia al terrible momento que estamos viviendo, el álbum llevaba ya tiempo cociéndose en el estudio de grabación y, si se ha retrasado, los ingleses no han querido sacar tajada populista sino, simplemente, publicar tras varios retrasos. ¿Y qué nos encontramos en la continuación de “Vector” (2018)? Sin duda, la perfección de su sonido, de su propuesta; esa por la cual Haken son capaces de enganchar a los más exigentes, gracias a su pericia musical; a los amantes del prog y los sonidos más adultos, sin olvidar que Haken pueden actuar en festivales de metal, pero también a aquellos que se deleitan con la melodía pop, sin caer en lo más fácil, alejándose en “Virus” de ese toque djent del anterior. Es por eso que Haken, en mi modesta opinión, han grabado un disco infinitamente superior a “Vector” (2018) y “Affinity” (2016), rivalizando con “Visions” (2011) y “The Mountain“ (2013), un álbum de auténtica madurez creativa que nos muestra a una banda sin miedo a las comparaciones o las expectativas, sedientos de crecimiento y con ansias de trascender. Haken pueden haber grabado no sólo uno de sus mejores discos hasta la fecha sino otro de los grandes de este año tan desconcertante para todos, tan desastroso para la economía y subsistencia de muchos artistas, pero un auténtico vergel creativo para todos aquellos que deciden volcarse en el estudio y dar rienda suelta a sus musas.
Diecisiete minutos, divididos en partes más pequeñas, como “Ivory Tower”, que recuerda a los Opeth más nocturnos, o su trabajo anterior, “Vector”, en "A Glutton for Punishment", en la cual no tienen miedo a volar muy alto y llevarte con ellos de la mano, sobre las nubes, mientras Jennings sigue a una banda completamente desbocada, tanto que se agradece el toque de “Marigold”, que no es más que un puente hasta que vuelven a encabritarse por "A Glutton for Punishment" y abusan, en el mejor de los sentidos, del poder del riff en “The Sect” y una guitarra plenamente lúbrica, gruesa en medios, como es la de “Ectobius Rex”, además de suavizar el estribillo con los coros. Cerrando el disco con “Only Stars”, dándonos algo de respiro y sumergiéndonos en una bonita coda a cargo de Tejeida.
¿Qué más puedo decir de “Virus”? Pues algo tan claro y tan sencillo como que, por discos como este, es por lo que amo la música. Por su capacidad de sorprender, de llevar lo ya grabado antes a su máxima expresión, sin más interés que hacer arte. He dicho…