Crítica: Esoctrilihum "Eternity of Shaog"

Siempre he sentido debilidad por esos proyectos unipersonales que suelen encerrar a personajes tan atípicos como fascinantes, esos denominados “one man band” (aprovecho para recomendar el magnífico documental “One Man Metal”), concepto que ha sido todo un vergel para el mundo del metal extremo. Un subgénero tan rico como jugoso y que bien es cierto que gracias a los avances tecnológicos de los últimos años, además de la vituperada red de redes que ha ejercido de distribuidora desinteresada, ha demostrado que si uno quiere, puede. Que toda esa chavalería que llora amargamente por no tener una banda, ahora mismo puede sentarse en su cama y parir obras tan interesantes, como valiosas, desde su propio dormitorio, sin que la luz llegue a tocar sus blancas y onanistas pieles. Así, de la misma forma que Jef Whitehead o Scott Connor (por citar a algunos de los más representativos y mis preferidos), el francés Asthâghul es quien se esconde detrás de Esoctrilihum y cinco discos que son de escucha obligada para los amantes del black. 

 

"Eternity of Shaog" es uno de los grandes discos de este años por muchos motivos; publicado con la discográfica italiana I, Voidhanger Records (a seguir muy de cerca, señores), Asthâghul abre con “Orthal”, directo a todos los corazones sedientos de negrura extrema; es una canción accesible pero no obvia, evita la facilidad con una sonoridad propia del francés pero atípica, su voz rabiosa entronca con lo más canónico del subgénero y uno cree entender que Esoctrilihum va a tirar por el mismo camino en los ocho minutos de “Exh-Enî Söph (1st Passage: Exiled from Sanity)”, craso error porque es a partir de esta en donde disfrutaremos del crisol de influencias y sonido de un tipo que parece no tener miedo a nada; como debería ser el puro y auténtico black, mal que le pese a muchos.

 

“Thritônh (2nd Passage: The Colour of Death)” entronca con el death y el black más bronco y cafre en lo que es la pieza más extensa del álbum, nueve minutos de acelerones, pero también de calma reflexiva y ensoñadora, capaz de llevarte a otros mundos y sacarte de tu cotidiana existencia. La disonante “Aylowenn Aela (3rd Passage: The Undying Citadel)” y sus desquiciantes violines rompen de nuevo la tónica del disco hasta la contemplativa "Shtg (4th Passage: Frozen Soul) " que es tan necesaria para el oyente como para Asthâghul que retomará el cauce en "Amenthlys (5th Passage: Through the Yth-Whtu Seal)", quizá la más tradicional en su tempo, si no fuese por su influjo oriental, y la solemne “Shayr-Thàs (6th Passage: Walk the Oracular Way)” tan elegiaca en su tono en una recta final formada por las ametralladoras de “Namhera (7th Passage: Blasphemy of Ephereàs)” y aquella que da nombre al álbum, “Eternity of Shaog (8th Passage: Grave of Agony)”, quizá la más noruega junto a “Orthal” y que recuerda a lo grabado en "The Telluric Ashes of the Ö Vrth Immemorial Gods" (2019) o ese final verdaderamente pútrido, como su título bien indica; “Monotony of a Putrid Life in the Eternal Nothingness” y cuya cinta parece haber sido acaudalada en los mismos sótanos que el “Born Again” (1983) de Black Sabbath.

 

No me cansaré de insistir pero por discos como este es por lo que sigo manteniendo la fe en el black metal y, pese a las camisetas de Inditex y las malditas y lánguidas instagramers y sus vinilos de colores flúor, me sigue pareciendo la cuna de la honestidad para muchos artistas. Sigamos de cerca de a Esoctrilihum y a Asthâghul, se lo merece tanto como nosotros necesitábamos su música.


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