A veces, buceo en las propias aguas de esta web y me sorprendo a mí mismo cuando no encuentro una referencia o un lector señala con ojo crítico por qué no hay un disco o una banda reseñada. He de admitir que el ánimo de los que aquí escribimos no es, en ningún momento, el de conformar una enciclopedia sino una web en la que escribamos sobre aquellos discos que nos llegan de una manera u otra, resumiéndolo de manera más sencilla; no están todos los que son, pero sí son todos los que están. Pero, en el caso de Naglfar, siento un poco de vergüenza al admitir que todavía no había crítica alguna de su música, los grandiosos "Vittra" (1995), "Diabolical" (1998) o, en menor medida pero siempre notables, "Sheol" (2003) o "Harvest" (2007). Marcus E. Norman y Dan Swanö tras los mandos de este trío sueco en el que es su séptimo trabajo y Olivius, Nilsson y Norman con la ayuda de Impaler (Firespawn) y Juntunen (Guillotine), logran un álbum a la altura de las circunstancias; del que no puedo decir que sea mejor que los mencionados “Vittra” o “Diabolical” pero sí superior a “Teras” (2012) lo que me agrada tanto como ese reencuentro con la apertura que es “Cerecloth” y encontrarme con esa malsana mezcla de black metal crudo y atmosférico en la que el trémolo no nos da descanso, como tampoco Juntunen tras los parches. Olivius suena como si su garganta estuviese oxidada y todo él viniese del inframundo y Nilsson y Norman a la altura de su leyenda y, por supuesto, rapidez en un álbum en el que las guitarras son todo lo melódicas que pueden.
“Horns” es quizá la más reconocible de Naglfar, en ella encajan todas las piezas que han hecho de los suecos una banda tan legendaria, como de culto, mientras que "Like Poison for the Soul" posee una buena intro de Impaler sobre la que entran el trío en un medio tiempo que recuerda al black noruego más clásicos de los noventa. "Vortex of Negativity" nos hace entrar en la mitad del álbum, de nuevo recordándonos el mejor black metal, mientras Olivius parece cantar a otro tempo sobre las guitarras y “Cry of The Serafim” se torna tan majestuosa como parece abrir un agujero en el suelo para dejar entrar a los espectros de la portada de Kristian Wåhlin.
Son las guitarras de “The Dagger in Creation” las que vuelven a llevarse todo el protagonismo, no sólo por su forma de tejer un colchón para la voz de Olivius sino por la facilidad para entrar y salir de las estrofas, fraseando una tras la otra. Quizá “A Sanguine Tide Unleashed" no es tan original como uno querría pero estamos hablando de Naglfar y no de una banda que pretenda a estas alturas innovar en el género sino profundizar en él con su buen oficio, ese mismo que parecen haber perfeccionado cuando hacen sonar “Necronaut” y uno siente que hay tanta mala ralea como melancolía en las notas de sus guitarras o tanto de Emperor como de Immortal en un cierre a la altura, “Last Breath of Yggdrasil”, seis minutos y medio de puro y helador black metal, aunque provenga de Suecia.
Prometo no volver a distraerme, prometo no volver a dejar de escribir sobre los futuros trabajos de Naglfar y, de encontrar el tiempo y la negrura necesaria en la noche, recuperar discos como “Vittra” o “Diabolical” y concederles el espacio que se merecen en esta humilde web. Mientras tanto, pinchemos una vez más “Cerecloth” y démosle la voz que se merecen.
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