Crítica: The Black Dahlia Murder “Verminous”

No puedo decir que “Verminous” me haya decepcionado porque esperaba algo así. Me refiero, tras un álbum como “Nightbringers”, cualquier banda tendría claro que hay que salirse por la tangente y no querer continuar el camino recorrido, no querer mirarlo de frente. Y Trevor Strnad, ese gran amante del metal y la música en general, lo sabe tanto como tú y yo. Pero, tras verlos cuatro veces únicamente durante la última gira, y más de diez en los últimos diez años, creo saber cuáles han sido los patinazos de los de Michigan, tanto como sus virtudes, que son muchas. Así, “Verminous” es un buen álbum que entra directo en vena, no tengo queja alguna en ese aspecto; Brian y Brandon se complementan a la perfección y Max y Alan golpean con fiereza en la que es quizá una de las bandas más fiables del panorama actual. El problema, si es que podemos llamarlo así, es cuando convives con “Verminous” y lo escuchas a diario, cuando entiendes que poco o nada tiene que ver con “Nightbringers” y mucho con "Miasma" (2005), "Deflorate" (2009) y quizá "Everblack" de 2013 (mi álbum favorito por muchos motivos, aunque sea consciente que todos son extra-musicales, pero vuelva a él a menudo), cuando sabes que las nuevas canciones no pueden hacer frente a las de “Nightbringers” y ellos mismos también son conscientes de ello y deciden salirse por la tangente pero sin perder sus señas de identidad o forzarlo demasiado como ocurrió con "Abysmal" (2015).

El comienzo de “Verminous” es espectacular con la canción que da título al álbum, un pequeño guiño al anterior y su juguetón riff, a la madre que parió a Trevor y su característica garganta, haciéndonos creer que estamos en casa, y así ocurre con la contundente “Godlessly” en la que Black Dahlia parecen repartir patadas a diestro y siniestro, un breve espejismo de apenas tres minutos que desemboca en "Removal of the Oaken Stake" y el primer arqueo de cejas aún con la calidad que destila la canción y el buen saber hacer de la banda, como lo que ocurre con “Child Of Night” en la que abusan de sus propios ingredientes y terminan lastrados por la repetición o el auto-plagio.

Nada que Trevor y los suyos no puedan soportar, y así es con “Sunless Empire” y ese sabor tan ‘old school’ a lo que una vez fueron y, por arte de magia, todavía siguen siendo gracias a que conservan su esencia. Pero son los experimentos (esos que toda banda debería hacer con gaseosa) los que dañan el resultado final del álbum, como "The Leather Apron's Scorn" o la aburridísima "How Very Dead" en un final de fiesta en el que únicamente podremos salvar "The Wereworm's Feast" y con pinzas, ya que hasta “Dawn Of The Rats”, última pieza de “Verminous” y no precisamente la más agraciada a nivel compositivo ni instrumental, tan sólo hay un interludio; “A Womb in Dark Chrysalis”, que nos hará constatar que algo ha ocurrido en este álbum, que Black Dahlia eran conscientes de las expectativas y han decidido probar el primer desvío tras “Nightbringers”, que el hype de todos esos chavales que aseguran que este álbum continúa la senda del anterior es porque no conocen a la banda o no la han mamado lo suficiente como para hacerla suya, que las prisas son malas para disparar con el gatillo desde redes sociales en plena cuarentena y tan sólo un par de escuchas, que The Black Dahlia Murder jamás decepcionan pero no siempre aciertan en el blanco.


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