Quería contenerme y, últimamente, creo no ser el único en dejar que mi vida privada toque a las puertas de mis críticas, algo que llevo años, muchos años, evitando. Pero ahora que el mundo parece literalmente arder en una infame suerte de efecto mariposa y estamos recluidos en nuestras casas, mientras algunos no tienen elección y se ven obligados a salir a la calle para trabajar y otros fallecen sin poder despedirse de sus seres queridos. El metal, el tan criticado metal, parece el cómodo refugio desde el que escupir toda la rabia acumulada en ese mundo en llamas en el que todo parece en pausa, la gente pierde la cabeza y las calles se convierten en un páramo. Si digo que no esperaba nada de Heaven Shall Burn, no tardarán en aparecer esos niños y niñas (de nuevo, en flamante proporción de estupidez) que me dirán lo equivocado que estoy, pero el último disco que me gustó de los alemanes fue "Veto" (2013) y aquel “Wanderer” (2016) me pareció de lo más irregular. Es por eso que cuando leí que este "Of Truth And Sacrifice" sería doble, tuve el presentimiento de que Heaven Shall Burn volvían a equivocarse y, como en todo buen doble, mi instinto no fallaba.
"Of Truth And Sacrifice" está producido por el propio Maik Weichert, lo que no traiciona el sonido de los alemanes, pero sí los estanca dramáticamente en la misma posición; suena bien pero nada nuevo bajo el sol de Turingia, lo que no es malo pero tampoco necesariamente bueno cuando lo escucho y siento, de nuevo, que Heaven Shall Burn andan perdidos en la búsqueda de algo que no terminan de encontrar siquiera en diecinueve canciones entre las que hay grandísimos momentos y otros de menor calado, de menor presencia y mucho sobrante.
"March of Retribution" como introducción hasta el monstruo que es “Thoughts and Prayers” y la sensación de que Heaven Shall Burn funcionan a la perfección en las distancias cortas (como en directo), con Christian Bass matándonos a todos en “Eradicate” o “Protector” y momentos en los que la banda parece salirse de su zona de confort, en los que uno siente que este disco podría ser uno de los mejores de su discografía de no ser por la dificultad por mantener la tensión o el nivel a lo largo de sus cuatro caras. No puedo mentir, lo intentan, el desmarque respecto a lo facturado en las últimas dos décadas, llega con “Übermacht" (a los más miopes les recordará a Rammstein) y vuelta al redil de su buen oficio ("My Heart And The Ocean"), y clamorosos fallos como "Expatriate” (con Marcus más rasgado que nunca, también es verdad), no porque no tengan derecho a hacer algo diferente sino porque son más de ocho minutos en los que se disparan al pie. “What War Means” nos trae devuelta a Bass en estado de gracia antes de “Terminate the Unconcern”.
Como también es cierto que el segundo disco de "Of Truth And Sacrifice" es un cajón de sastre, que comienza con la floja "Children of a Lesser God", convertidos en In Flames, y la petardez de “La Résistance” o la abigarrada “The Sorrows of Victory” pero también esa salvajada que es “Tirpitz” y que demuestra que este álbum doble, como muchos, necesitaba una criba en canciones como “Truther” o “Critical Mass”, composiciones con pegada pero menores (“Eagles Among Vultures”) para acabar despidiéndose como sólo ellos saben con una excelente “Weakness Leaving My Heart" como telón de fondo y que confirma que tantas canciones y la falta de una brújula aseguran que hasta una fiable maquinaria alemana como es Heaven Shall Burn también necesita a veces algo de norte.
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