Cuando comienzas a escuchar música todo es más sencillo, aunque los retos sean mayores. Todo se reduce al gusto de cada uno, el mundo parece más simple; te gusta o no te gusta pero, por otro lado, el desafío también es mayor porque no sabes nada y, simplemente, intentas expresarte a través de las palabras de otros. Cuando creces, el cinismo aparece de manera natural y crees saber más de lo que sabes, desconoces lo que no sabes, y comienzas a utilizar estructuras de pensamiento de otros para justificar tus gustos y revestirlos de criterios, para terminar dándote cuenta que cuando más disfrutabas los discos era cuando comenzabas a escuchar música y no tenías que explicar nada a nadie, tan sólo sentir. En mi caso, permitidme que me extienda en mi reflexión ya que esto es un maldito EP, comencé a escuchar a Pearl Jam en “Vs” (1993) -no vengas ahora a contarme quiénes son, hijo mío- y lejos del escándalo que me parece cómo ha pasado el tiempo y cómo hemos cambiado ellos y yo en los últimos veintiséis años, recuerdo con clara nitidez cómo disfrutaba de “Ten” (1991) e himnos que ahora se consideran clásicos, “Jeremy” o “Alive”, y cómo quemé aquella cinta TDK de 120 minutos con “Vs” en un cara y, el que todavía sigue siendo mi álbum favorito de la banda, “Vitalogy” (1994), qué magia, qué nostalgia, qué años tan bonitos cuando no había dinero para comprar discos pero sí cientos de cintas grabadas y regrabadas que pasaban de mano en mano, entre colegas…
Es por eso que ahora escucho “Ether” de Mark Morton, guitarrista de una de mis bandas actuales favoritas (Lamb Of God) y pienso en los santos cojonazos que ha tenido grabando una versión tan blanda e insustancial, tan carente de emoción y el crescendo de alta tensión que es “Black” de Pearl Jam. Todavía recuerdo como, hace muchos años, una banda millonaria se quejaba amargamente de no tener un vocalista como Eddie Vedder; “puedes escribir cualquier canción que, por mala que sea, si la canta Vedder, lo tienes todo hecho” y lo mismo podríamos aplicar a Mike Patton de Faith No More o el marciano que es Maynard. ¿De verdad creía Morton que haría algo digno dejando “Black” a Mark Morales, convirtiéndola en una baladita más propia de Staind o Creed?
Como también reflexiono qué es lo que empuja a Morton, un guitarrista solvente y con un tono ya característico, a desdibujar su forma de tocar en un álbum como "Anesthetic" o un EP como el que nos ocupa. “All I Had To Lose” con Morales es la enésima evocación de "Babe I'm gonna leave you" pasada por el tamiz de todas esas bandas norteamericanas de FM que hoy te versionan “Zombie” de The Cranberries por todos los esteroides del mundo y mañana te estropean “The Sound Of Silence” con un vocalista mediocre, doble de Charlie Runkle (Californication, sí).
Un Ep en el que poco o nada se salva, quizá “The Fight” con John Carbone, sonando Mark Morton como un artista post-grunge cualquiera, o “She Talks To Angels” con la ayuda de Lzzy Hale (Halestorm) a la que le sobran dos minutos. Howard Jones está fantástico, por comedido, en “Love My Enemy”, demostrando que su voz sigue en plena forma y su timbre tan bonito como siempre, en una composición tan sosa que, por desgracia, tampoco aporta nada al EP, a la carrera de Morton (si es que quiere continuar la aventura iniciada en "Anesthetic", por la senda acústica o introducir elementos en su próximo álbum) y, mucho menos, cuando se despide con grunge de garrafón y la mencionada versión de “Black” que tampoco muestra una nueva visión de la canción de Pearl Jam, sino una versión de catequesis, de acampada y mecherito.
Un auténtico horror del que tenía que dejar constancia por mi amor a Lamb Of God, por mi amor a la música de los difuntos noventa y vengar así la memoria de esa última versión que comienza con un gallo agonizante y acaba de la misma manera escalofriante. Por favor, Mark, vuelve al groove, es lo tuyo, lo nuestro, ya sabes, rey…
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