Hace ya mucho tiempo que mi gusto se deleita con los ralentizados tempos del doom, lo vasto de sus graves, la humedad de camposanto y el color púrpura, sus tortuosas melodías y mortuoria estética. Blessed Black son una banda de Ohio que no hacen un doom puro (no esperes la bajada de tono de With The Dead), sino que su propuesta bebe también del stoner y el heavy más clásico, sin que ello desdibuje lo escrito anteriormente sobre un subgénero que ha resurgido en los últimos años y aparentemente goza de una salud razonablemente buena. Y, si bien Blessed Black, son una nueva formación, sus formas y estética musical sí da algunas pistas de por dónde van los tiros; desde la portada de Solo Macello (Black Rainbows, Sadist o Tytus, entre otros), hasta unos riffs gruesos que crean la suerte de viscosidad que tanto me gusta y tiñe su música de rojo oscuro sobre cuero negro, además de unas gotas de serie B.
Algo de Crunch y “The White Wolf”, junto a la electricidad estática, nos hacen sentir como en casa; cae la batería con cierta parsimonia, la melodía central se repite una y otra vez hasta lograr cierto efecto hipnótico y la guitarra solea con retazos de medios y un sonido redondo como pocos, hasta “The Black Gate” en la que, en efecto, parecen abrir enormes puertas de oscuridad. Es verdad que no hay nada nuevo en muchas de las canciones de Blessed Black pero la mezcla de los elementos anteriormente descritos sí logran que el resultado sea apetecible; como si la propuesta cáustica de Kylesa se hubiese entremezclado con la de Elder y cierta elegancia nocturna.
“Heavy Is The Crown” (grandísimo título para una canción) nos lanza al trote y Blessed Black parecen más indómitos, les sienta bien y Joshua Murphy, su vocalista, también sube el tono, con lo que la propuesta se acerca ligeramente a la de High On Fire pero con un regusto más por el heavy clásico. “The Shadows” ofrece algo más de Groove y “Arioch's Bargain” sirve de contrapunto, de blanco sobre rojo, de violencia setentera, regusto rancio (pero sabroso) al heavy que una vez dominó el mundo y un poquito del sonido NOLA, no podría pedir más. “Finding the Limits” (el solo final es puro sentimiento y algo de abrasión), cambia el último tercio del álbum, ese que se cierra y despide con el bajo de “Stormbringer” y nos devuelve a High On Fire o las melodías vocales de Mastodon (sin el peculiar maullido de Hinds, que conste), en un disco que, sin sentir que sobra nada, se hace breve -lo que es bueno- y deja con ganas de más; estribillos resultones pero no empachosos o fáciles, riffs ya conocidos pero con fondo y una interpretación, la de Joshua Murphy que, en posteriores escuchas, se descubre como uno de los grandes elementos de “Beyond The Crimson Throne”.
Te gustará si disfrutas de los citados Black Rainbows, Kylesa, High On Fire e incluso The Sword, una propuesta sencilla por cuatro tipos de Ohio que, sin grandes estridencias o malabares, se han colado entre el resto de bandas y, aún a sabiendas que “Beyond The Crimson Throne”, podría haber sido un disco más redondo -a falta de un par de canciones -, no tengo queja alguna y sí me hace desear su continuación. Bendito olor a camposanto y cuero de mentirijilla, bendito sea, hermanos…
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