Crónica: Mayhem (Madrid) 10.11.2019

Volver a ver a Mayhem en apenas dos años es todo un lujo a pesar de aquellos que se quejan de la mayor presencia de los noruegos en los escenarios, del pequeñísimo espacio en el que volvieron a actuar y del deficiente sonido con el que arrancaron el domingo por la noche en Madrid. Y es que hay algunos que, como ya relaté en mi crónica de su último concierto en la capital, parece ser que siguen sin ver con buenos ojos que Mayhem sigan en activo y, mucho menos, que atraviesen el buen momento de popularidad que están viviendo. No seré yo el que se queje presumiendo de semejante estupidez, más aún cuando han firmado un álbum como “Daemon” que es quizá lo más digno de su carrera, con permiso de obras anteriores. Sin embargo, la noche, a pesar de la eterna sensación histórica que acompaña a cualquier aparición de la banda, me dejó un sentimiento agridulce. Si “Daemon” parece beneficiarse de esa mayor cohesión en la banda, a fuerza de actuar una y otra vez durante años, es esa eterna gira la que parece hacer que la banda se resienta en directo, dándome la sensación en todo momento de que Mayhem ponían la directa y esa sensación de peligro, de imprevisibilidad, se había perdido a favor de una profesionalidad y un repertorio ensayado con milimétrica precisión. Y es que basta con comprobarlo para entender que Mayhem interpretan exactamente el mismo, una noche tras otra, sin margen al error, pero tampoco a la espontaneidad o la sorpresa. 

El concierto podría dividirse en tres colores, en tres sets muy diferentes; el primero, tiñendo el escenario de dorado y rojo, interpretando las canciones de “Daemon”, el segundo; un pequeño homenaje a “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994) y todo el escenario coloreado en morado y un tercer y final set, rojo sangre y evocador de su EP “Deathcrush” (1987) con los consiguientes cambios de indumentaria de un Attila Csihar que, como si de un Peter Gabriel del metal se tratase (choca la comparación pero si uno profundiza en ella, encontrará llamativas similitudes escénicas en su concepto de los chocantes personajes, más cercanos a la serie B que al metal, con los que ameniza las representaciones de una banda que, desde tiempos inmemoriales, nunca ha prestado especial atención a la indumentaria, al disfraz puro y duro, hasta la gira homenaje de su obra seminal del 94), cambió en cada uno de los tres momentos; siendo especial llamativo ese homenaje en el maquillaje a Maniac durante la última parte del concierto.

Necrobutcher llegaba a Madrid parapetado tras unos llamativos cascos de música que le hacían parece más un DJ que el bajista de Mayhem, atendiendo a los seguidores y firmando todo el material que llegaba a sus manos pero, curiosamente, también revisando las ediciones que no conocía (sello, año, carpeta) y torciendo el gesto ante más de una copia de “Dawn of the Black Hearts” con su célebre amigo Per Yngve Ohlin (Dead para nosotros) en la portada, mientras Teloch y Ghul pasaban desapercibidos y Hellhammer o Attila soportaban las fotos del respetable. Tuve la gran suerte de poder hablar con ellos uno minutos y tras la enhorabuena de rigor, le pregunté a Teloch por el equipo usado en “Daemon” y felicité por el tono de las guitarras; “También es cosa de Ghul”, me dijo de manera diplomática” pero, mientras Ghul cumple su papel de guitarrista de apoyo, es el tono de Morten Bergeton Iversen el que escucho en “Daemon” pero también en Nidingr o incluso en God Seed. Teloch me da las gracias de nuevo por el cumplido y me pregunta cuántas veces he visto a Mayhem en directo, cuál es mi canción favorita del álbum o cómo conocí a Attila hace ya dos años junto a Sunn O))), mientras el alargado Gaahl sobrevolaba por la parte de atrás del escenario (en un concierto en el que el antiguo vocalista de Gorgoroth volvió a presumir de magnetismo pero cuya propuesta en Gaahl´s Wyrd demostró tener más matices, más aristas, en estudio que en directo, quedando reducido a una banda solvente de black metal con denominación de origen noruega pero poco más que resaltar. ¿Prefería a God Seed? Sí, desde luego y también soy de los que piensan que el divorcio entre Infernus y Gaahl no ha sido beneficioso para ninguno, a pesar del más que notable material publicado).

Es con “Falsified and Hated” con aquella que comienzan Mayhem los directos de esta nueva gira y muestra el aguerrido sonido del que presumen en estudio -sin los arreglos de este, perdiendo algo de la mística de la parte central, todo hay que decirlo- para unirse con “To Daimonion” de “Grand Declaration of War” (2000) y “Malum” o esa evocación a “Freezing Moon”, Necrobutcher ocupa el centro del escenario y su pequeño tamaño se ve más acentuado por la presencia de Attila que, durante esta primera parte, dibujó en el aire sus ya clásicos pentagramas, “Symbols of Bloodswords” de “Wolf’s Lair Abyss” y la constatación de que Mayhem pueden presumir de un buen repertorio, más allá de los clásicos, teniendo en cuenta que aquel EP, "Wolf's Lair Abyss", publicado diez años después de "Deathcrush", ha sido uno de sus títulos más aplaudidos, y además la inclusión de canciones originalmente interpretadas por Maniac, tendiendo un curioso pero respetuoso puente entre un vocalista y otro. La sorpresa fue “A Bloodsword and a Colder Sun, Part II” y que seguramente dejaría descolocados a muchos seguidores de nueva hornada, de unos años en los que Mayhem se sentían tan libres como para alejarse del black, e “Invoke the Oath” antes de retomar “De Mysteriis Dom Sathanas” y reenganchar a aquellos que parecen perdidos lejos de los dos discos obligatorios y que se inició con el célebre recitado de “Freezing Moon” y continuó con “Pagan Fears”, “Life Eternal” y “Buried by Time and Dust”, con toda la banda encapuchada, algo que ya desde aquella gira aniversario nunca me terminó de convencer.

Tras el descanso, Attila luce su cresta y maquillaje, la luz roja se impone, y suena “Deathcrush”, las guitarras se vuelven más ácidas y planas, más cerca del punk que del black, la urgencia sustituye al ritual y Attila se desgañita en el estribillo hasta “Chainsaw Gutsfuck”, el regreso a “Wolf’s Lair Abyss” con “Ancient Skin” y los clásicos bastardos “Carnage” y, cómo no, “Pure Fucking Armageddon” o la auténtica descarga de caos y mala ralea, recordándonos lo que quizá podría haber sido y nunca podrá ser; haber escuchado a Yngve Ohlin interpretándola frente a nosotros. A la salida, una vez más, algo que ya parece crónico al finalizar todos sus conciertos, aquellos que se quejan del sonido y recurren al manido “sonaba como una bola” incluso cuando no aplica, esos otros que orgasmaron de principio a final y aquellos que vieron el concierto desde el final de la sala, parapetados tras sus móviles, consultando nerviosamente los “likes” de su Instagram y estaban allí porque tocaba ver a Mayhem, mañana a Amenra y pasado a Cult Of Luna por aquello de presumir de eclecticismo y buen gusto en redes, pero estaban tan ausentes como fuera de lugar en un concierto en el que hubo un poco de todo y para todos los gustos, pero que muestra a unos nuevos Mayhem que han sido cocinados a fuego lento, entre su propio legado y un vibrante presente con “Daemon”.


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