Reformar una banda como Nile a estas alturas de la película, cuando un músico como Dallas Toler-Wade ha abandonado el barco, puede ser muy arriesgado, pero no hay que olvidar que el único capitán de esta nave es Karl Sanders y, por tanto, todo está bajo control en un proyecto en el que las principales señas de identidad se mantienen; a saber, la caótica pero técnica guitarra de Sanders, además de su fascinación por Egipto, y esa máquina de ocho brazos que sigue siendo George Kollias. Al dúo se han sumado Brad Parris (Serpents Whisper) y Brian Kingsland (Enthean), dos músicos que aportan savia nueva a la banda, además de un grandísimo nivel instrumental, pero que se mantienen fieles a lo que significa una institución como Nile. Pero, con todo, albergo un sentimiento extraño acerca de "Vile Nilotic Rites"(2019) y lo que significa la adición de estos músicos para Sanders. Hace un año y medio, aproximadamente, tuve la inmensa suerte de compartir unos minutos con él, le pregunté por el nuevo álbum de Nile, si pensaba continuar su carrera solista (en la onda de "Saurian Meditation" de 2004 y "Saurian Exorcisms" de 2009) y, por supuesto (siendo tan fetichista como soy), le pedí por favor que me firmase clásicos incontestables como "In Their Darkened Shrines"(2002) y "Annihilation of the Wicked"(2005), cual fue mi horror cuando el propio Sanders se los pasó a Parris y Kingsland para que estampasen su firma allá donde nunca habían tocado, pero también entendí -en ese acto de educación por su parte- lo que significan para él (ya que es el propio Sanders el que asegura que esta es la formación con la que está más satisfecho de toda su carrera) y lo poco (espero que se me entienda) que también significan para la carrera de Nile en su totalidad cuando hay que entender que esto es el proyecto de Sanders y Toler-Wade, Kollias o los recientes Parris y Kingsland son meros invitados de lujo a ese mundo filoegipcio de Sanders al que este les deja entrar y aportar su talento pero dentro de unos férreos criterios estéticos por los cuales un disco de Nile, esté quien esté, seguirá siendo un disco de Nile, mientras Karl Sanders viva.
"Vile Nilotic Rites" (2019), por suerte, es el mismo álbum de Nile de siempre, pero con una producción más actual lo que exacerba el escaparate a la técnica de los músicos y abandona ese sentimiento más arcano de títulos anteriores; por supuesto, todas las obras de la banda están a una grandísima altura y la producción no deja nada que desear (quizá "At the Gate of Sethu" de 2012, sea el único que no encaja en su producción regular) pero "Vile Nilotic Rites" suena aún más malvado y visceral, más denso y profundo que anteriores; escuchándolo tienes la sensación de necesitar mucho más tiempo que en anteriores obras, para desentrañar sus secretos. "Long Shadows of Dread" abusa de la rapidez que Kollias imprime al caos reinante de las guitarras y es precisamente en las bajadas de tempo, cuando los riffs de Nile se vuelven más farragosos y lentos -como una enorme serpiente- cuando el álbum gana enteros (y entronca con aquellos momentos más pesados de sus clásicos), pero no seré yo el que se queje de la rapidez, más cuando las guitarras solean y arpegian en competición con Kollias o se sacan de la manga una barbaridad como "The Oxford Handbook of Savage Genocidal Warfare", demostrando que Nile es un banda de death metal técnico que sigue mirando al futuro, con un gran presente, lejos de la nostalgia de otros compañeros de promoción que están actualmente envueltos en giras de aniversario o despedida.
Esa bajada de revoluciones que sufre la composición "Vile Nilotic Rites" es la que demuestra que Nile, lejos de los acelerones, son todavía capaces de crear densidad y conservar toda la brutalidad, me encanta el trabajo en las guitarras y el groove que derrocha Kollias, lejos de la habitual pirotecnia en sus parches. La ambientación tan lograda de "Seven Horns of War" es básica para la introducción y el grito de inicio, antes de sumergirnos en otra robusta composición que, sin embargo, parece hacer de hilo conductor a "That Which Is Forbidden" y la entrada al auténtico corazón egipcio de "Vile Nilotic Rites". "Snake Pit Mating Frenzy" son dos minutos salvajes, así como repiquetea a un ritmo endiablado antes de la étnica "Thus Sayeth the Parasites of the Mind" o la cinemática "Where Is the Wrathful Sky" en la que Nile parecen disfrutar creando paisajes sobre los que lanzarse en picado a golpe de brutal technical death metal en un final quizá demasiado largo, "The Imperishable Stars Are Sickened" me parece genial pero exige un esfuerzo y "We Are Cursed" no es digna de este álbum y tampoco de la leyenda de Nile, entre las dos suman quince minutos.
"Vile Nilotic Rites" es un album estupendo que muestra de nuevo ilusión en una banda mítica, con unos juegos vocales memorables (Parris recuerda el tono de Toler-Wade pero un poco más elevado) y que gustará a todos los seguidores de Nile que no buscamos otro "Those Whom the Gods Detest"(2009) -quizá el último álbum sobresaliente de la banda- y sí el reencuentro con Karl Sanders y su particular mundo en el cual siempre parece desatarse la ira de vetustos dioses egipcios sobre todos nosotros.
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