“Hola, soy yo, me estaba preguntando si después de todos estos años te gustaría que quedásemos…” Pocas críticas leerás de “Angel Of Light”, de los míticos Angel Witch, que comiencen con estos versos de Adele pero es que, en este reencuentro con los ingleses, hay mucho de ese morbo por el que quedar con una antigua pareja y querer reavivar lo imposible o, simplemente, reafirmarse y contemplar el paso del tiempo y cómo la ha tratado la vida para convencerse a uno mismo o, siendo aún peor persona, alegrarse. Eso mismo que ocurre con bandas como Diamond Head o, más claro aún, el ejemplo que nos ocupa porque pretender escuchar “Angel Of Light” y querer que el tiempo no haya pasado, sintiendo lo mismo que cuando pinchamos su primer álbum, es toda una elucubración carente de sentido; porque ni ellos, ni nosotros, somos los mismos. El tiempo ha pasado para ambas partes y, en efecto, este álbum no es "Angel Witch" (1980) o "Screamin' n' Bleedin'" (1985) pero sí uno lo suficientemente digno, escrito y grabado con tanto cariño para que soporte repetidas escuchas sin que lamentemos que de la banda de Kevin Heybourne tan sólo ya quede él pero, sin embargo, sigan sonando clásicos y atemporales, en lo que ha sido un auténtico espectáculo de vodevil con tantas entradas como salidas en un constante abrir y cerrar de puertas, a veces doloroso, a veces absurdo con un tardío “As Above, So Below” (2012) correctito tras un "Frontal Assault" (1986) que no aguantaba las comparaciones y Angel Witch, en pleno siglo XXI, elevados, por derecho propio, a la categoría de banda de culto.
¿Merece la pena “Angel Of Light”? En mi opinión sí y mucho. No se trata de que Heybourne haya firmado una obra maestra, ni se lo pidamos a él, ni a muchos otros artistas que alguna vez conmovieron nuestro mundo, cada vez que se les ocurra publicar, pero como me ocurrió con “Cruel Magic” de Satan (siendo este claramente superior), “Angel Of Light” es un álbum que entra bien y produce placer al oyente familiarizado con los sonidos más clásicos y en el que quizá, lo único que puedo tener en contra o acusar a Heybourne es de una excesiva querencia por el azúcar, abandonando el clásico sello NWoBHM para que las nuevas canciones entronquen con una suerte de hard rock repetitivo en el que, aunque todo está bien cocinado y guarda parte de la mística de la banda, pero uno siente que podría haber dado mucho más de sí. Mientras que hay piezas, como la inicial “Don’t Turn Your Back”, que son todo un chapuzón al pasado y rememoran una época gloriosa, de mano de las guitarras de Heybourne y Jimmy Martin, hay otras canciones menos memorables y que abusan de esa repetición (tal es el caso de “We Are Damned” que me parece una gran canción pero a la que le sobran dos minutos, al menos, o la trotona “Death of Andromeda” y “Night Is Calling” que intenta despegar en más de una ocasión y termina perdiendo irremediablemente altura, más cercana al doom o al hard rock pesadote de los setenta).
No es una crítica negativa, “Angel Of Light” suena fantástico de la mano de James Atkinson en la producción y, a veces, evoca una época ya pasada con cierta elegancia, además de incluir canciones como “Condemned” o “Window Of Despair” en la que la banda de Heybourne demuestra que poseen un gran arsenal de riffs dispuestos a ser disparados a la mínima de cambio, además de una especial habilidad para la melodía (los versos de “Condemned”), lo que parece todo un homenaje a Sabbath en “I Am Infamy" y que suena todo lo bien que se espera de Angel Witch sin que caiga en la caricatura o el plagio, llevándola a su propio terreno, y un final tan inglés como “Angel Of Light” en la que no sólo rinden homenaje a la banda de Iommi sino a Diamond Head o los Saxon más clásicos e incluso a Maiden en su riff principal, pero a Heybourne no le habría venido nada mal quizá una mayor precisión a la hora de marcar la hoja de ruta de un sonoro regreso como el de Angel Witch y hacer de este “Angel Of Light” algo verdaderamente sobresaliente, más allá de la nostalgia, del acudir prestos a la cita por lo que fueron y lo que nos recuerdan, como esas parejas olvidadas por el tiempo que mencionaba al principio y que, de vez en cuando, vuelven a llamar a nuestra puerta para hacernos víctimas del remordimiento. Con todo, sigue siendo un placer escuchar música con tan buen gusto y brillantemente ejecutada, aunque le haya faltado un puntito para alcanzar la excelencia a la que nos acostumbraron.
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