Cada vez que escucho a Monolord siento dos cosas; primero, la comodidad de no tener que prepararme, pinchar uno de sus discos y saber exactamente lo que me espera (lo que, por un lado es bueno pero, por otro, resulta algo bastante negativo), el segundo sentimiento es aquel que puede resumirse en ¿para qué estoy escuchando a Monolord si ya tengo a Black Sabbath y, sobre todo, a Electric Wizard? Y este es el que más me molesta porque, aunque hay cientos de bandas que graban una y otra vez el mismo disco o se aferran a su estilo y hacen de ello su marca distintiva, hay una gran diferencia entre lo descrito y aquellos que llegan a un lugar de manera premeditada y su inmovilismo estilístico resulta algo tan forzado que uno tiene la sensación de que, lejos de lo orgánico de este, los ingredientes han sido comprados a conciencia. Con esto me refiero a que lo que Monolord practican (tanto en estudio, como en directo) es fundamentalmente una suerte de doom genérico, bien ejecutado e interpretado, pero en el que uno tiene la sensación de que han aplicado las dosis justas de todo aquello que se espera de una banda de sus características. Me gustó “Empress Rising” (2014) y mucho “Vænir” (2015), los disfruté en directo en “Rust” (2017), confirmaron mis sospechas tras verlos en directo, y ahora regresan con “No Comfort” (un título bastante irónico viniendo de ellos) en un álbum en el que la mayor novedad es que la dosis de stoner es sensiblemente mayor a la de doom, marcando una mínima diferencia frente a, por ejemplo, “Rust”, pero nada que los obligue a cambiar la hoja de ruta de manera drástica, que nadie se preocupe.
“No Comfort” suena muy bien (quizá tiene mucho que ver en que es el primer álbum que graban lejos de la comodidad de su local del ensayo, en un estudio, y con la ayuda de Kim Gravander), luce mejor y sus canciones son tan cálidas como los colores de la fotografía de la portada, obra de Chris Lemos, pero la excesiva bajada de tempo, la ausencia del “crujiente” en sus amplificadores la modulación de sus pedales, en favor de supuestamente lisérgicos desarrollos como el “The Last Leaf” logran un efecto hipnótico, pero en ningún momento catártico y esos nuevo elementos con los que la banda juega se quedan en pequeños apuntes o bocetos, nunca explotando todos sus recursos, como si tuviesen miedo a un excesivo desmarque. El semitono del riff “The Bastard Son” es una copia descarada a Electric Wizard pero sin la voz de Jus y la electricidad estática en los graves es agradable al oído pero poco más, conformando un manto constante pero no monolítico, como en sus anteriores obras; en “No Comfort” las guitarras suenan como un rumor electroestático constante, por lo que basan todo su atractivo en las melodías (tal es el caso de “The Last Leaf”, cuya recta final es sencillamente de las más bonitas de “No Comfort”).
Apuestan por un ligero cambio o eso parece cuando Jäger pisa el pedal de distorsión en “Larvae”, tras una introducción en limpio. La distorsión es tan redonda y está tan comprimida que suena a pura contención con la voz de este atrapada en la habitual reverberación del doom moderno, siendo una pena que el experimento, la pequeña apuesta, acabe en los mismos caminos transitados una y otra vez. Algo que volverán a intentar con más éxito en “Alone Together”, gracias a su guitarra acústica y el pulso del bajo de Häkki.
De “Skywards” me quedo con el solo y cómo la canción despega el vuelo, la sensación de pasar del mono al estéreo a dos minutos del final y cómo doblan las guitarras. Mientras que de la final “No Comfort” y su sonido o, por lo menos, la mitad de la canción, me queda el amargo sabor de que otras bandas (como, por ejemplo, Pallbearer) llegaron antes a ese lugar y con mayor éxito. Así, tras decenas de escuchas, llego a la conclusión de que “No Comfort”, como álbum, parece uno de transición en el que Monolord parecen querer diferenciarse de lo grabado hasta “Rust” e intentan incorporar algunos elementos, pero de una manera tan tímida y poco efectiva que el experimento parece no alcanzar el éxito deseado, siendo necesario saber qué ocurrirá en el próximo álbum y si lo apuntado aquí es el camino a tomar o algo puntual. Quedamos, por tanto, a la espera. Corto y cambio…
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