Si lees una crítica de Entombed A.D. y mencionan a los Entombed originales ya puedes correr y, con todo, es una referencia obligada. No tanto porque Lars-Goran Petrov intente evocar el legado de una banda ya legendaria pero inevitablemente en estado de hibernación sino porque Petrov parece empeñado en continuar allá donde lo dejó y si escuchas “Back To the Front” (2014) o “Dead Dawn” (2016) de Entombed A.D. sentirás que estas ante una banda clásica perfectamente definida, aun llevando tan sólo tres discos, y saber que todavía les queda mucho por delante pero, indefectiblemente, un pequeño punto y aparte tras el desnorte de la banda madre. “Bowels of Earth” me gusta y mejora la composición respecto a “Dead Dawn” en algunos temas, la mezcla sigue siendo la misma de siempre; death and roll con algunos solos herederos del hard pero todo covenientemente hipervitaminado para aumentar el groove. Las guitarras crujen, “Torment Remains”, suena completamente ‘old-school’ e incluso la reminiscencia a Dismember parece plenamente buscada, Petrov sigue conservando su gravísimo y cazallero tono. Además, aunque pueda parecer una obviedad, el combo parece completamente engrasado; Elgstrand y Miranda están estupendos en las guitarras, Victor Brandt sigue echando una mano en el bajo, mientras Olle Dahlstedt me sigue pareciendo uno de los baterías más infravalorados del panorama actual.
“Elimination” suena aún más bruta, el propio Dahlstedt tiene la culpa ya que arrastra al galope a las guitarras e incluso cuando cambia de tempo y Entombed A.D. se ralentizan, la banda sigue teniendo cuerpo. El solo es puro roll y permite el cambio de tercio para que la canción recupere la rapidez que parecen querer continuar en “Hell Is My Home” en la que, sin embargo, es Petrov el que se luce. No es que las letras sean más o menos apropiadas, es que la mismísima canción le sienta como un guante; teniendo el pasado y el presente de Entombed perfectamente representado. Es melódica y con un estribillo que te permitirá cantarla y recordarla desde la primera escucha, si “Bowels of Earth” tiene un single claro, es este; no sólo por su melodía o lo machacón de su ritmo, sino porque todo encaja en ella a la perfección. “Bowels of Earth”, la canción, posee el groove mientras que “Bourbon Nightmare” ese clásico atropellamiento tan propio de Entombed, además del encanto sureño que posee su solo de guitarra y ese slide parido en el mismísimo infierno; es por estos detalles que algunas canciones de este álbum siento que ganan respecto al anterior. Pero, a partir de aquí, la gran pregunta…
“Fit For A King” y “Worlds Apart” poseen la urgencia, sobre todo la última, y suenan tan agresivas como todo el conjunto, mientras que “Through the Eyes of the Gods” recupera ese encanto de antaño, rompiendo un poco la dinámica que quizá deberían explotar; continuar el influjo de “Bourbon Nightmare” y “Worlds Apart” mezclado con el buen trabajo de composición de la primera cara de un álbum que, si bien tiene mejores ideas que “Dead Dawn”, parece cerrar demasiado pronto cuando recurre a dos versiones, “I'll Never Get Out of This World Alive” de Hank Williams (lo que confirma que lo sentido en las dos mencionadas anteriormente, no es una simple elucubración mía, sino que Petrov y los suyos han pensado algo parecido pero no saben o querido tirar por ese camino) y “Back at the Funny Farm” de Motörhead, ambas no desentonan en absoluto y funcionan, claro que sí, pero hacen un sándwich a “To Eternal Night”. ¿No había más opciones que incluir dos versiones? Encontrando la mezcla perfecta, ¿no podrían haberla continuado y convertir este “Bowels of Earth” en algo de verdad glorioso? Misterios sin resolver…
Nada de esto enturbia el resultado, aunque lo aleje de un brillante sobresaliente, Entombed A.D. prosiguen su trabajo, firmes a su propuesta y, cada vez más, y más rodados. Petrov es perro viejo y, seguramente, tras este álbum seguirá inmerso en sus mil y un proyectos, nada que objetar, pero quizá el próximo álbum debería tener menos tripas y algo más de reflexión en la dirección a tomar. Disfrutable y placentero por el reencuentro, pero habiendo rozado el larguero, apena la oportunidad perdida.
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