Crítica: Twilight Force “Dawn of the Dragonstar"

Uno de los grandísimos defectos del power metal, entre muchos otros, es lo que parece una relación inversamente proporcional entre la forma y el fondo en la cual, en muchas ocasiones, uno no sabe cuál es el efecto y cuál es la causa; si para disfrutar de un buen disco de metal he de leerme toda la obra del autor en la cual se basan sus canciones (cuando toman la inspiración de libros, dándome igual si es Markus Heitz, Andrzej Sapkowski o Tolkien), si me pierdo algo no haciéndolo o si es una absoluta obligación si quiero zambullirme de pleno en sus canciones. En otras ocasiones, ocurre lo contrario, son los propios músicos los que creen que, por el mero hecho de componer e interpretar, son capaces de crear todo un mundo de ficción y escribir sus propias historias, produciendo resultados de lo más dantescos, a medio camino entre la mediocridad y la ridiculez, entre el bodrio y el tedio, entre aborrecible y la vergüenza ajena.

Y suele ocurrir (porque de hecho ocurre) que cuando una banda de power toca el cielo con sus manos es pese a la historia, pese a lo que cuentan, a favor de la melodía, de la accesibilidad; las mejores canciones de power son aquellas que, además de hacerte levantar la cerveza, te las llevas a casa y las tarareas, logran el subidón o, por el contrario (sin son tiernas), te hacen llorar a moco tendido. El power es euforia, es magia y exceso, pese a Tolkien o Rothfuss. Y ahí es donde llega, tranquilos todos, un álbum como “Dawn of the Dragonstar” de Twilight Force, un disco que solventa el pequeño bajón de "Heroes of Mighty Magic" (2016) y, sin temor a decirlo, se sitúa al mismo nivel que su debut, "Tales of Ancient Prophecies" (2014) y que el oyente podrá disfrutar sin tener la necesidad de conocer su historia o escuchar sus letras, porque la melodía lo es todo y, cuando uno termina de escucharlo, piensa inevitablemente si estos suecos están locos de remate; si los coros, orquestaciones, arreglos sinfónicos y frenético doble bombo, han sido escritos y compuestos por Blackwald y Lynd, dos auténticos dementes sin contención alguna o, como así pienso, por verdaderos genios locos a los que les da igual tú opinión y la mía, porque hacen lo que les viene en gana, lo que les apasiona.

Tras deleitarme con la magnífica portada de Kerem Beyit, "Dawn of the Dragonstar", el primer álbum con Alessandro Conti como Allyon (ex-Luca Turilli's Rhapsody), reemplazando a Christian Eriksson (Chrileon), arranca con la composición homónima. Un verdadero vendaval de cuatro minutos repletos de luz y arreglos, dando paso a la cinemática "Thundersword" y un Daniel Sjögren (De'Azsh) golpeando la batería a toda velocidad. Las melodías vocales son magníficas, qué duda cabe, y los arreglos de verdad bombásticos pero lo que más me gusta de “Thundersword” (y todo el trabajo) es que denota mimo en cada uno de sus segundos. "Long Live the King" es azúcar medieval, quizá la más evidente, pero Conti está magnífico, su voz es pura magia. Los coros de "With the Light of a Thousand Suns" resuenan con fuerza y sirven de flamante introducción, pero también de colchón a Conti en una canción difícil y un gran trabajo de producción que denota más y más trabajo, el solo de Lynd está perfectamente ubicado tras el puente, antes del último estribillo. Igual que ese medio tiempo, “Winds Of Wisdom”, que termina encabritándose, dando la sensación de que Twilight Force han medido con pulcra exactitud todo lo concerniente a este álbum.

“Queen Of Eternity” dobla la apuesta, ¿querías velocidad? La tendrás en esta y “Valley Of The Vale”, auténticos cañonazos que comparten minutaje con la inclasificable “Hydra” en la que pasamos del power a la narración, a la épica más desbordante y el amor por esas orquestaciones, sintiendo estar ante la banda sonora de una película contenida en apenas cinco minutos, concluyendo el álbum con "Night of Winterlight” y una última sorpresa “Blade of Immortal Steel”, doce minutos en los que cabe de todo; desde el power vigoroso de los suecos, la locura desatada en el mástil de Lynd, el piano de Blackwald y toques orientales en una composición que hay que entender como un sabroso postre con el que cerrar un atracón de dobles voces, arreglos y más arreglos y power metal elevado a la enésima potencia, haciéndonos creer que Avantasia, en simpática pero imposible comparación, son una banda de garage rock.

Twilight Force han conseguido lo imposible y es que un álbum de power suene revigorizado en pleno 2019, mezclando su propio mundo de fantasía con otros antagónicos y buceando, sin complejo alguno, en aquello que aman. Es verdad que, si no te gusta este género, mejor no acercarse a un álbum como “Dawn of the Dragonstar” pero también es cierto que el viaje merece la pena, que promete horas y horas de disfrute en cada una de sus escuchas y que Twilight Force se lo han trabajado. Enhorabuena, señores…


© 2019 Albert Gràcia