A veces, pienso que Slipknot, como tal, es una broma que se le ha ido de las manos a Shawn Crahan. Una banda que, pese a lo que aseguraban en sus entrevistas hace veinte años (como cuando Chris Fehn prometía la dominación mundial, con la publicación de su primer álbum), nunca pensaron que tendría la relevancia mediática que ha ido adquiriendo con el paso del tiempo. Si somos críticos y echamos un vistazo a esa discografía que hemos ido viviendo en cada publicación, entre "Slipknot” (1999) y "Iowa” (2001) pasan tan sólo dos años, hasta "Vol. 3: (The Subliminal Verses)” (2004) tres años, de ahí a "All Hope Is Gone” (2008), cuatro años. Seis para ".5: The Gray Chapter” (2014) y cinco para "We Are Not Your Kind” (2019), dando la sensación de que, conforme va pasando el tiempo, a los de Des Moines cada vez les cuesta más entrar al estudio, teniendo en cuenta que las musas se les resisten desde "Vol. 3: (The Subliminal Verses)” y cada álbum desde aquel (sí, has leído bien) ha contenido algún que otro buen momento o single pero que, en conjunto, han zozobrado (y no, no me olvido de todas sus canciones, de algunas escondidas). Así pasó con "All Hope Is Gone” (2008), del que podemos extraer "Psychosocial" como rompelistas, o la pegadiza "Dead Memories" pero con el que todos fruncimos el ceño cuando escuchamos “Snuff” y, pese al suspiro adolescente o veinteañero de muchos nuevos seguidores, para aquellos que les conocimos con su debut y disfrutamos de “Iowa” (2001) era un jarrazo de agua fría porque parecía la constatación de que Slipknot eran incapaz de hacer un cortafuegos con la nadería de Corey Taylor y sus Stone Sour de pacotilla. Con ".5: The Gray Chapter” (2014), pasa algo parecido, potenciado por lo emocional de la pérdida de Paul Gray y la salida del necesario Joey Jordison; "The Devil in I" funcionaba a medias pero lo hacía, frente a la clara constatación de una nominación a los Grammy en la categoría de “mejor álbum de rock”, Slipknot lo habían logrado; poco a poco abandonaban el metal para convertirse en una banda con más momentos melódicos que riffs, más dulcificados, domesticados, en directo su propuesta seguía resultando porque está tan medida como una receta de alta cocina pero, cuando se metían en el laboratorio, ni toda la producción del mundo podía maquillar que tras "Vol. 3: (The Subliminal Verses)” (2004) algo parecía no cuajar.
Cinco años después, y la pérdida del carismático Chris Fehn por el maldito dinero (y la evidencia de que esto es más viejo que el mundo, que pocas amistades hay que no puedan ser cortadas por el pelo de una mujer -que reza el aforismo- pero también por el vil metal, como demuestra la práctica), la negativa a concederle la existencia a Jay Weinberg o Alessandro Venturella a través de un número y la publicación de "We Are Not Your Kind” (2019), producido por Greg Fidelman, tras una gira europea de festivales en la que tuve la suerte de verles en dos ocasiones; una durante el primer Knotfest europeo en Francia y otra, más desastrosa y con peor sonido aún, en la que quizá sea la última edición del Download Fest de Madrid, me ha terminado descubriendo que "Unsainted" no era una elección tan descabellada como primer single, tras escuchar un álbum tan desastroso y deslavazado, tan perdido, como es "We Are Not Your Kind”.
El relleno comienza pronto con la introducción que es “Insert Coin” y ecos de "Solway Firth", siendo “Unsainted” la primera en abrir realmente el nuevo álbum, los coros iniciales recuerdan en tono a “You Can’t Always Get What You Want” pero me parece brillante la forma en la que la banda entra, solapándose con la voz de Corey. ¿Me parece digna de Slipknot? Quizá de Slipksour, pero no de la banda que parió “Iowa”, aun así y a tenor de lo que sigue, es posiblemente la mejor elección como single porque “Birth Of The Cruel” hace perder el ritmo al álbum desde bien pronto y el estribillo, como ocurre con la propia “Nero Forte”, desgracian por completo ambas canciones. Caso aparte es el relleno puro y duro, estopa al fin y al cabo, de cortes como "Death Because of Death", “What’s Next”, “Spiders” (un auténtico horror, insalvable) o el interludio que es “My Pain”. Entre medias, canciones pasables, algunas más grises que otras; “Critical Darling” y lo desesperante de ese no arrancar (algo parecido ocurre con "Not Long for This World", en un álbum en el que abundan las introducciones o los desarrollos que no llegan a ninguna parte y, habitualmente, enmascaran canciones mediocronas), el aburrimiento de la lentísima “A Liar’s Funeral” en la que Corey podrá vendernos su interpretación que, ni con esas, llega al aprobado. “Red Flag” comienza de manera interesante pero, como todo en este álbum, parece un refrito en el que Root parece reciclar sus propias ideas y riffs o Corey sus propios fraseos (como en “Orphan”) hasta una “Solway Firth” que, como ocurre con “Unsainted”, parece mejor de lo que es en amargo contraste con la purrela anterior y sirve para enlazar con “Insert Coin”, aunque cualquier oyente medio sepa adivinar que no es un álbum que cuente una historia y Slipknot tan brillantes como para meternos en un bucle de tal dimensión, limitándose a un arreglillo estético.
Recuerdo aquella dulce sensación de cuando tu banda, mi banda, o una de tus favoritas, publicaba un álbum y el mundo parecía detenerse o, por lo menos, el de uno mismo. Ahora, Slipknot han regresado tras cinco años y no siento nada en absoluto por "We Are Not Your Kind” a excepción de un par de conciertos que sí he disfrutado moderadamente, sorprendiéndome a mí mismo con su nuevo álbum; deseando que acabase antes de tiempo. Quizá sea tan sencillo como achacarlo a esa inspiración, a esa hambre saciada, a todo o nada; a la pérdida de Joey, la muerte de Paul, el navajazo a Chris, la ilusión de Jay o Alessandro pero su poco peso en el estudio, la aparente pasividad de Jim Root y su no querer enfrentarse por no perder el empleo o la indiferencia de Mick, la sensación de poca relevancia de Sid o Craig (tanto en estudio, como en directo), la tendencia a la melodía y a dulcificarlo todo por parte de Corey y la posible pero amarga constatación de que esto es la banda de Shawn y, aparte de un negocio familiar del que comer y enchufar a tu hijo, no es nada más que una empresa; que los maggots no existen y The Knot es una elucubración de Matrix, una paja mental, que sólo existe en la mente de miles de seguidores incapaces de aceptar que la banda adolescente lo dijo todo con “Slipknot” (1999) y “Iowa” (2001) y la sobras congeladas del día anterior que fueron "Vol. 3: (The Subliminal Verses)” (2004). Una pena, pero es lo que es…
© 2019 James Tonic