Hay un tipo de lector, muy particular, que únicamente se fija en las puntuaciones. Para ellos, esta web es todo un sufrimiento ya que no otorgamos números decimales y cada banda tiene su propia vara de medir, así como cada redactor o estado de ánimo. Pretender buscarle una fórmula a la evaluación de un gusto es casi algo más complejo que la verdadera alquimia de los druidas. Así, hay algunos que lloran sangre cuando ven que el mejor álbum de una banda recibe la misma puntuación que el peor de otra, pero ¿acaso debemos pedirles lo mismo a todos los artistas? Esto me recuerda a una tira cómica en la cual se juzgaba el actual sistema de evaluación en la educación y un profesor, en aras de la justicia, pedía a sus alumnos la misma prueba; subir a un árbol, entre ellos había un mono, un elefante, un pavo, un león, una serpiente…
Como con casi todo, cuando se escucha o se escribe sobre un disco de power (porque los suecos son más power que heavy, aunque contengan ambos elementos casi en la misma proporción), hay que prevenirse y saber de antemano todos los excesos de los que vamos a ser testigos. En el caso de Hammerfall tengo más que claro que no van a grabar de nuevo un álbum a la altura de “Glory To The Brave” (1997) y tampoco “Legacy Of Kings” (1998) pero, por suerte, tampoco uno como “Infected” (2011), con lo que esperaba justo lo que he escuchado en “Dominion” y es que su discografía, salvando esos tres casos, transita la zona media; no graban discos gloriosos (aunque ellos crean lo contrario) pero tampoco graban discos horrendos, Joacim y su banda parecen haber entendido lo que sus seguidores desean y no me parece mal en absoluto; lo que nos lleva a la conclusión de que tras su patinazo con “Infected”, han tomado la directa con “(r)Evolution” (2014), “Built to Last” (2016) y este último que nos ocupa. ¿Malos discos? Nada de eso, todo lo contrario si lo que uno busca es escuchar lo mismo pero con melodías diferentes y cero riesgo. ¿Es una crítica negativa? Por supuesto que no, es verdad que Joacim, Fredrik y Oscar pueden no estar atravesando su mejor momento creativo pero, a cambio, parecen haber entendido su lugar y eso, por otra parte, los honra.
Sé que no es su mejor disco, pero suena "Never Forgive, Never Forget" y me engancha, Wallin aprieta y Joacim Cans reza su estribillo a toda velocidad hasta la propia “Dominion” y nos echan por tierra la etiqueta de power para interpretar una canción puramente metal, con un título más que apropiado, puramente Hammerfall. Me gustan las guitarras de Oscar Dronjak y Pontus Norgren en “Dominion” porque parecen menos procesadas, más crudas y directas. “Testify” podría ser interpretada por los actuales Accept sin problemas y lo único que no termina de convencerme son esos coros tan varoniles, derrochando tanta testosterona que podría hacerle crecer pelo en el pecho a una vírgen, esos mismos de “One Against the World” en la que tampoco me gusta nada el tratamiento de la batería de Wallin y me arruinan un poco la experiencia cuando siento estar escuchando un disco muy diferente al que había comenzado. Como tampoco me termina de gustar el single que es "(We Make) Sweden Rock" porque me parece obvio, fácil y rozando el puntito más kitsch. Por el contrario, hay que reconocerles su mérito, siendo una canción bien compuesta e interpretada, sonando más que nunca a ellos y con un puente que debería hacer despegar su estribillo como un cohete. Lo que me ocurre es que no puedo tomarme en serio semejante declaración, cantada con toda la bravuconería pirata de sus coros, lo que es una pena porque el solo suena verdaderamente bien.
Joacim se luce en “Seconds To One”, una balada que nos demuestra una vez más lo bonito de su timbre y lo mucho que gana cuando interpreta canciones menos pueriles. Ponen remedio al momento más lacrimógeno de “Dominion”, con "Scars of a Generation" (de nuevo, las guitarras y Joacim hacen el resto) y ponen algo de huevos en “Dead By Dawn” y “Bloodline”, tras la intro que es “Battleworn”, dejando bien claro que las tres canciones de la primera cara son indignas de “Dominion” y una segunda parte en la que se crecen y rozan con la yema de los dedos la gloria noventera, esa misma que pretenden evocar con la repetición de estribillo en “Chain Of Command”, por Accept o Maiden en “And Yet I Smile” en lo que claramente parece un homenaje.
Mejor que los mencionados “(r)Evolution” (2014), “Built to Last” (2016) o, por lo menos, en el apartado más puramente compositivo y con el único punto negativo de la gran diferencia entre sus mejores y peores momentos. Soy incapaz de predecir el futuro pero si Hammerfall quieren recuperar la gloria de los más valientes, este es el camino…
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