Resulta del todo desconcertante aproximarse a un disco de Avantasia desde la perspectiva de un disco de metal porque, aun teniendo todos los elementos, tiene más que ver con un musical de Broadway, un álbum de Meat Loaf o, en su defecto, uno con tintes melódicos propios de ABBA. Para todos los que disfrutamos con fruición de “The Metal Opera” (2001) y “The Metal Opera Part II” (2002) y, en menor medida, de “The Scarecrow” (2008) y “The Wicked Symphony” (2010), lo ocurrido con Avantasia y, en particular Sammet, es el claro ejemplo de un músico que, pese a su genialidad, no siempre da en el blanco y a momentos de mayor gloria, como señalé en mi crítica del anterior “Ghostlights” (2016), le suceden otros de menor tino. Con Sammet me gusta tomármelo con tiempo y cada vez que Avantasia publica un nuevo álbum, me gusta escucharlo con tranquilidad, sin prisas o críticas a vuelapluma, evitando que mi gusto personal, mi fanatismo, influyan en mi juicio y me emocione al segundo estribillo (de ahí que escriba meses después de su publicación, no hay prisa. Su música está aquí para quedarse…). “Moonglow” (2019) me parece un trabajo notable, como su anterior “Ghostlights” (2016) e incluso ligeramente superior (tampoco exageremos, pero sí), un disco al que le he cogido especial cariño y que, desde la primera escucha y su "Ghost in the Moon", te engancha para no soltarte; es la cara y la cruz de Sammet, queremos que su música no sea puro azúcar pero tampoco queremos que sus estribillos desaparezcan y la gran diferencia entre su sonido y el de cientos de bandas de metal o hard rock de la misma accesibilidad es precisamente la calidad que marca la diferencia entre lo que muchas veces parecen caricaturas y un tipo como Sammet en el que, además de la oportuna grandilocuencia de sus producciones, nadie duda que hace lo que siente.
Repitiendo con Sascha Paeth tras los controles, en lo que desde hace mucho tiempo ya podemos considerar como un binomio creativo, y una auténtica locura de colaboraciones en lo que ya es norma dentro de la naturaleza de un proyecto como Avantasia; Eric Martin, Jørn Lande, Michael Kiske, Hansi Kürsch, Geoff Tate, Candice Night e incluso Mille Petrozza. “Moonglow” gustará a sus seguidores y será ignorado por sus detractores, conteniendo en pequeñas dosis lo mejor y lo peor de Sammet; un trabajo con mimo en la composición, producción e instrumentación de lo que es una gran superproducción pero con momentos de una facilidad a cuestionar. Y las eternas preguntas de aquellos a los que sólo le importan las puntuaciones, ¿es un buen álbum? ¿es digno de Tobias Sammet y Avantasia? Sí, es un buen álbum, muy en la línea de “Ghostlights” (2016), digno de Sammet y lo que es Avantasia y ese marasmo de algodón de azúcar, sazonado con unas colaboraciones tan variopintas como mezcla de sabores; a veces encajan en la canción (como es el caso de Candice Night o mi querido Hansi) pero otras veces, como en el caso de Petrozza, decir que está forzado y metido con calzador, es quedarse corto.
"Ghost in the Moon" y su derroche de sentimentalismo, coros y más coros sobre una melodía de sirope, la música es tan poco contenida como en otras ocasiones, con predominio de arreglos y melodrama…. ¡Es Avantasia! ¿Qué podríamos esperar? La grandiosidad de Sammet solo puede igualarse a su poca contención, diez minutos que podrían haber sido resueltos en mucho menos, sobrando dos, tres y hasta cuatro, cuando el desarrollo de la canción no necesita más segundos que cambios de ánimo. Pero tampoco puedo negarlo, "Ghost in the Moon" se pega como un chicle, el artesano de las melodías obra su magia. El experimento a cuatro voces en "Book of Shallows" con Ronnie Atkins, Jørn Lande, Hansi Kürsch y Mille Petrozza funciona a ratos; dentro de ese himno power en el que algunos resultan mejor que otros porque quizá la parte de Petrozza (amando a Kreator…) es la que menos sentido tiene en una composición que parece tener que endurecerse para dar cabida al thrasher, porque Kürsch (Blind Guardian) puede cantar lo que le venga en gana (como demuestra la bonita "The Raven Child" con él y Lande). Algo parecido siento sobre el dueto con Candice Night en la que parece que la composición sí evoluciona de manera natural, de acuerdo a la tesitura de la voz de la cantante y no forzando la adaptación, como sí ocurre en "Book of Shallows".
Ronnie Atkins lo clava en “Starlight” y la dota de aún más emoción, como tengo la sensación de que Geoff Tate (ex Queensryche) no ha sonado igual de bien en muchos años, como lo hace en la emotiva “Invincible” que se convierte en una pequeña obra en tres actos con "Alchemy", quizá en la que más cómodo se le siente, y "The Piper at the Gates of Dawn" con Eric Martin y Bob Catley, ese mismo que hace que “Lavender” pase de ser una canción de iglesia a algo más remotamente parecido al rock y de vuelta al power con uno de mis cantantes favoritos, el gran Michael Kiske en "Requiem for a Dream" a la que lo único que le habría pedido es un poquito menos de producción, ese famoso colchón de cuerdas y arreglos enlatados, cuando al mítico vocalista de Helloween nada de eso le hace falta.
“Moonglow” es un álbum que gustándome, cuando llega a su final, siento que podría haber sido infinitamente mejor, idea que se refuerza cuando escucho “Maniac” el clásico de “Flashdance” que sonando bien, no aporta nada en absoluto a la original, nada de nada, y debo entender como un regalo, porque no hay otra opción. Más de una hora de excesos sonoros, algunas canciones que podrían haber sido excelentemente recortadas, y producción megalómana -como debe ser- no apta para el paladar de todos y quizá un poco indigesta para aquellos que, sin tener que hacer arqueología, seguimos esperando un álbum de la calidad de “The Scarecrow” (2008) o “The Wicked Symphony” (2010) y quizá algo menos de azúcar porque sí…
© 2019 Albert Gràcia