Sirva el caso que nos ocupa, el de Krzysztof y Krysiuk, Batushka en definitiva, para ilustrar tantos escenarios posibles como perspectivas; desde el punto de vista de Krzysztof y cómo un proyecto personal -completamente underground- coge cuerpo hasta convertirse en una banda establecida y la ingenuidad del músico al no gestionar ningún aspecto formal de su arte como marca, el de Krysiuk y su avidez comercial -esa que precisamente atrajo a Krzysztof, no nos engañemos- para sí comerciar con Batushka y su nombre hasta apropiarse de él y, por último, el de una comunidad que, sin conocer todos los detalles y tan sólo una de las versiones, emite juicio. Pero, claro, nos movemos en las turbulentas aguas cibernéticas en las cuales, como en la Inquisición, tan sólo sirve la acusación para incoar un proceso; para que el chaval de un pueblo perdido en la última provincia más remota del mundo sea capaz de decantarse por un culebrón polaco y apoye a Krzysztof o Krysiuk. ¿De verdad somos tan agudos de saber que “Панихида” (“Requiem”) es mejor que “Hospodi” con tan sólo un adelanto y todos los prejuicios del mundo mundial? La cruda verdad es que ni el adelanto de los Batushka de Krysiuk (“Polunosznica” y ahora “Wieczernia”) a falta del álbum que se publicará en julio es tan malo, ni lo contenido en “Панихида” es tan soberbio. Krzysztof me parece un compositor original con talento, a la vista de lo exhibido en “Litourgiya” y “Панихида”, mientras que de Krysiuk todavía no puedo decir nada con tan sólo diez minutos y dos canciones. ¿De verdad alguien puede? Me fascina la fauna que habita Internet en la que parece más importante la forma que el fondo, cuando lo vital es ser auténtico, trve, en un acto de infantil intransigencia por el cual se juzgan discos y talentos sin escuchar su música o, por el contrario, tan sólo por la portada y el aspecto del artista. Sencillamente glorioso…
De las dos veces que pude disfrutar de Batushka en directo, me gustaron ambas y, obviamente, no pude percibir fricción alguna (como sí ocurre con muchas bandas y su actitud sobre las tablas), como tampoco percibí la incapacidad vocal de Krysiuk que alega el propio Krzysztof, en absoluto. Por supuesto, si lo contado por Krzysztof es cierto, la actitud de Krysiuk es más que reprochable (lo suficiente para no acudir a sus conciertos o comprar sus discos), más aún a la vista de lo ocurrido en los últimos meses cuando la justicia polaca ha inclinado la balanza a su favor, concediéndole pleno derecho a actuar y publicar bajo el nombre de Batushka. Más llamativo aún es la prisa de Krzysztof por publicar de manera independiente, a través de su Bandcamp, el disco que nos ocupa, mientras los Batushka de Krysiuk, en una multinacional, tienen que esperar “religiosamente” a la fecha de publicación.
Así, Krzysztof, se apresuró en publicar “Панихида”, ocho composiciones numeradas como “Песнь 1”, “Песнь 2”, “Песнь 3” (“Song, 1”, “Song 2”…), hasta la octava, con una portada muy propia de la banda (al igual que la de “Hospodi”, todo hay que decirlo) y un material crudísimo, sin apenas trabajo de posproducción, con tintes de maqueta, pero muy buenas ideas, todo un digno sucesor de “Litourgiya”. Desde la inicial “Песнь 1” apreciamos los cambios, la producción tiene más que ver con el black underground que el trabajo realizado en “Litourgiya”, tanto la batería como los coros eclesiásticos se ven afectados y la propia dinámica de la composición son diferentes, al igual que el torrente que es “Песнь 2“, la más clara representante del cambio o del retroceso, de aquello que seguramente era “Litourgiya” antes del trabajo en el estudio, la voz de Krzysztof se rasga aún más, se superpone a los coros y la canción, en general, se acelera constantemente en sus siete minutos, hasta la calma religiosa de su puente para romper en un tempo más pausado.
Si hay algo que me gusta de “Панихида”, es que sí conserva la mística de su predecesor, su ambiente de ceremonia ortodoxa, su encanto. Me gusta la introducción de “Песнь 3” y cómo se convierte en un himno black farragoso, lejos de la fría rapidez, para tornarse más angustioso y lento, como “Песнь 4” y sus magníficos coros -aunque en segundo plano- el pulso del trémolo en su guitarra es claro heredero de la escena más clásica del género, así como la alternancia entre voces más agudas y graves de Krzysztof. Ese mismo recurso que explotará de manera soberbia en “Песнь 5” y que si funciona es por la capacidad evocadora de su estética, como esas guitarras mucho más atmosféricas, más emocionales y no con tanto nervio. Esas que sonarán más graves en “Песнь 6” hasta parecer una tormenta, mientras Krzysztof se desgañita para, poco después, en “Песнь 7” hacer lo propio sobre un doble bombo (que, por desgracia, tiene demasiada presencia) o “Песнь 8” en un viaje que parece contrario al experimentado en “Litourgiya”, cuando vamos acelerando poco a poco, abriendo de manera solemne para terminar salvajemente en el último corte.
Honestamente, me parece un gran álbum, con los lógicos defectos ocasionados por la prisa en publicar y del artista por demostrar quién es, pero bello en su imperfección (tanto compositiva, como estética en su envoltorio). Me sigue pareciendo difícil saber si “Панихида” de Krzysztof es tan superior a “Hospodi”, como muchos afirman sin haber escuchado ambos. Pudiendo darse la situación de encontrarnos, a causa de este cisma (nunca mejor dicho), con dos títulos en lugar de uno y descubrir que, pese a una posible superioridad artística, ambos músicos fuesen la cara y la cruz del talento de Batushka. Mucho me temo que sólo el tiempo dará la razón a uno o a otros, ni el más ávido de los críticos o el más trve de los internautas, está capacitado para ello a estas alturas de la película. He dicho…
© 2019 James Tonic