El black metal se pone de moda, la industria textil utiliza sus fuentes tipográficas para las camisetas de su nueva temporada que comparten percha junto a pijamas de Scooby Doo y Star Wars, miles de millones de Instagramers se maquillan y chavales y chavalas (imbéciles e imbécilas), posan con cara de sufrimiento y smartphones de mil euros, ante su flamante colección de vinilos de colores; tatuajes, lencería y frases profundas en inglés, si hay que despreciar una película como “Lord Of Chaos”, se desprecia porque ellos sí que son auténticos, ya se sabe; no hay nada más trve que un adolescente que lo más cerca de todo aquello que ha estado es cuando se calza un North Face o se embadurna los labios con Neutrogena®.
Pero, lo más sorprendente de todo esto, no son aquellos absurdos misántropos en redes sociales (por favor, riámonos juntos porque tiene tela que cortar el contrasentido) sino que las bandas han visto el filón y corren raudas a por su trozo del pastel; siendo lo más doloroso, ser testigo de cómo algunos de estos artistas venden su glorioso pasado al mejor postor. Por suerte, no es el caso de los noruegos Kampfar. No se trata de poseer una discografía sólida o de ofrecer algunos de los mejores conciertos de toda la escena (todavía sigo recordando la puesta de largo de “Profan” en Francia) sino de seguir grabando material sin pensar en un público potencial que hoy te escucha y mañana ya no, de ser fiel a ti mismo y crecer sin perder tu esencia por el camino. Y en eso, Kampfar tienen pocos adversarios, si te gustó “Profan” (2015) o "Djevelmakt" (2014), si creíste que nunca grabarían nada a altura de "Fra underverdenen" (1999), entonces debes escuchar este "Ofidians Manifest" (2019). ¿Recuerdas cuando Behemoth seguían teniendo aquella esencia exótica por la cual eran capaces de llevarte a Oriente e invocar viejos reyes sumerios o babilónicos? ¿Mucho antes de que Nergal posase haciendo yoga, convertido en un fashion-victim de quince años atrapado en el cuerpo de un hombre de cincuenta? ¿Lo recuerdas?
Pues ese es justo el encanto que sigue conservando Kampfar. "Ofidians Manifest” es posiblemente uno de los mejores discos de metal de este año y me atrevería a decir que está entre los primeros cinco puestos de lo mejor del black. Las guitarras de Hartvigsen en "Syndefall" suenan sólidas y la base rítmica de Bakker y Ask te llevarán a la fría Noruega, en una producción que suena orgánica y cálida en cuanto a equilibrio en los matices de los instrumentos, pero heladora en su espíritu, mientras que la voz de Dolk es una auténtica cuchilla y destila mala baba, pareciendo más un espíritu nórdico que un cantante de metal. A eso hay que añadirle que piezas como “Ophidian”, juegan con las dobles voces entre él y Ask, además de alternar el clásico blast beat con un black ‘n’ roll acelerado y repleto de espinas, nadie dijo que el black fuese tan dulce como muchos nos quieren hacer creer.
Hay voces invitadas, claro que sí, Agnete Kjølsrud presta su garganta a “Dominans” pero, en lugar del regodeo en la sensualidad (tan habitual en el metal), su voz está perfectamente encajada en la composición y la sensación de ritual es máxima (incluso la modulará haciéndonos creer que es un animal en la recta final), Agnete está al servicio de la canción y de Kampfar, no al revés, como suele ocurrir. No será la única en colaborar con su voz, en "Det Sorte", Marianne Maria Moen hará lo propio y con la misma dignidad, en un dueto más tradicional con Dolk, en segundo plano, añadiendo a la mezcla, nunca restando un ápice de la esencia de Kampfar.
Si quieres una distorsión fría pero crujiente, “Natt” te la trae gracias al trabajo de Hartvigsen, el juego de voces alcanza una escalofriante cima con Dolk y Ask, un exorcismo que lleva a un puente repleto de sensibilidad; un piano que se romperá de manera abrupta con la banda entrando de nuevo a medio tiempo, antes de despedirse con una guitarra magnífica, añadiendo tensión. Esa misma guitarra que en "Eremitt" nos recordará a los Behemoth de hace unos años, en una de las canciones más accesibles de todo "Ofidians Manifest", hasta tal punto que cuesta sacársela de la cabeza. El bajo de Bakker nos guía en la introducción de "Skamløs!" y Dolk se deja la garganta de nuevo sobre la batería de Ask, para llevarnos lejos, muy lejos, con “Det Sorte”, recordándonos al encanto épico de Nemtheanga en los recitados narrativos que tanto nos hacen disfrutar de Primordial. La comparación no es casual, Kampfar parecen haber entrado en una nueva época -más madura, más adulta- con "Ofidians Manifest" y tiene mucho que ver con el metal que practican los irlandeses, sólo que a los noruegos todavía les tira la sangre y, cuando se encabronan (que es muy a menudo), cabalgan al galope por 1349 o los Emperor más directos. Un gran álbum, crudo y sangrante, pero afilado y gélido, black metal para personas con cabeza y buen gusto musical, un público que, como ellos, sabe lo que quiere. Qué fácil parece, pero qué difícil es encontrarlo…
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