A veces, me ocurre que de los discos que han supuesto pequeños fiascos, recuerdo más las airadas opiniones de mis queridos lectores; esos que amenazan con quemar mi poblado, soltar los caballos y violar a las vírgenes de mi familia, cada vez que no opino como ellos de alguno de los discos que suelen encumbrar siquiera antes de haberlos escuchado. En el caso de los italianos, Fleshgod Apocalypse, esperaba mucho más tras el tibio “Labyrinth” (2013) y lo que obtuve con “King” (2016) fue un auténtico jarro de agua fría que, con el tiempo, y verlos en directo en aquella gira, fui aceptando de mala gana. Siempre he creído que el problema de los de Paoli es que pasaron de ser una banda de death metal técnico con arreglos, a prestar más atención a estos y convertirlos en el eje principal de su música, convirtiéndose en una banda sinfónica de death, todo lo contrario a lo que eran en un principio. Así tras los geniales “Oracles” (2009) y “Agony” (2011), llegó el citado “Labyrinth” (2013) y la pretensión más absoluta con “King” (2016). Obviamente, cuando escribo sobre una banda de death metal técnico, huelga decir que todos sus discos están a un nivel notable pero mi tesis sobre el descalabro de Fleshgod Apocalypse se sustenta en el giro sufrido con “Labyrinth” (2013) y lo ocurrido en “King” (2016). Muchos seguidores fueron los que me escribieron pidiendo mi cabeza, queriéndome esperar a la puerta del concierto para tener unas palabras conmigo y hacerme reflexionar sobre la banda, pero nada de eso ocurrió, excepto que los propios músicos me dieron la razón cuando tuvieron que defender una y otra vez “King” y Tommaso Riccardi y, lo más doloroso, Cristiano Trionfera dejaron Fleshgod Apocalypse. Además, los mismos creadores de “King”, bajo la batuta de Jacob Hansen, han tomado nota de las principales críticas a aquel álbum y ahora, en “Veleno”, han primado las guitarras sobre los arreglos. ¿No será que aquel que escribe tenía un poco de razón?
Por desgracia, siento creer que la pérdida de Riccardi y, más en concreto, Trionfera, les ha hecho mucho daño al ahora trío que, para colmo, aunque han sabido tomar nota de las críticas, siguen el mismo camino tomado en “King” porque “Veleno” es, en efecto, eso mismo; la continuación del anterior, subsanando algunos de los errores cometidos en aquel. Sirve como ejemplo “Fury”, la ira es desatada, las guitarras son gruesas, las voces son repartidas entre Rossi y Paoli, pero las orquestaciones y el piano de Ferrini quedan en segundo lugar, todo suena bien y las guitarras son magníficas, pero la composición falla; el sonido está equilibrado, uno siente placer escuchándola, han hecho los deberes, pero no sobre el papel, los más difíciles. La unión con “Carnivorous Lamb” es gloriosa, lo reconozco, épica y majestuosa, uno de los mejores momentos de todo “Veleno”, Paoli ha regresado a la guitarra con aparente facilidad y mejor dominio, no puedo tener queja alguna cuando en “Sugar” lo clava y, aunque me deje algo frío la canción, todo encaja a la perfección y disfruto de ese pequeño caos entre él y Ferrini.
La consabida introducción, “The Praying Mantis’ Strategy”, para “Monnalisa” en la que me sobran los coros femeninos y, reconociendo la labor de Ferrini en el puente, se me hace bastante pesada, quizá por su tempo, quizá porque esta y su introducción rompen el ritmo de “Veleno” que pretende recuperar algo de cuerpo con la rápida y sincopada “Worship and Forget” en una segunda cara en la que todo se desmorona y vuelven a los derroteros de “King” con “Absinthe” o “Embrace The Oblivion” y los infladísimos arreglos o esos armónicos artificiales que tan poco me gustan en el death (sí en otros subgéneros). De esta recta final me quedo con “Pissing On The Score” antes de ese momento de “Bella y bestia son…” que es “The Day We’ll Be Gone” con la soprano Veronica Bordacchini, que me parece terriblemente ridículo (si uno escucha a una banda como Fleshgod o death metal, en general, es muy difícil defender este tipo de experimentos cuando no resultan y se quedan en esperpentos) o ese final propio de “Crepúsculo” con la instrumental “Veleno”, lo que nos deja al álbum de Fleshgod Apocalypse con una primera cara aceotable y una segunda que pierde comba según avanza, de la que podemos salvar únicamente “Worship and Forget” y, como mucho, los retazos de “King” (“Absinthe”, “Embrace The Oblivion”), en once canciones; una introducción y otra instrumental. No salen las cuentas, tan sólo nueve temas, de los cuales me quedo con cuatro.
No es un mal disco, repito, no lo es, pero no puede ser plenamente disfrutado por aquellos que sí hicimos lo propio con “Oracles” (2009) y “Agony” (2011), y sí para aquellos que lo hicieron con “Labyrinth” (2013) y “King” (2016), pero “Veleno” -con las ausencias de Riccardi y Trionfera- y sus canciones, posee la naturaleza del tan temible “disco de transición” que tan rápido quita la sed, como deja con ganas de ver de lo que son capaces en el futuro pero mucho me temo que la dictadura de Paoli pretende seguir por el camino marcado, sin novedad alguna. No les hemos perdido del todo, pero casi…
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