Crítica: Enforcer “Zenith"

Siempre que escribo sobre una banda cuya música no logra el complicado equilibrio entre el revival ochentero o la parodia y arrojo agua fría sobre el hype y todos sus seguidores, siempre e inequívocamente están los lectores que saltan sobre mi espalda y defienden con uñas de poliéster y mallas de leopardo la integridad de la banda de sus desvelos. Suele ocurrir también que en su defensa recurren a la hipérbole, a la exageración, cuando no al eufemismo de la ambición, la evolución y la experimentación, como es el caso de los suecos Enforcer. Una formación a la que he tenido el gusto de ver en directo presentando “Death By Fire” (2013) y “From Beyond” (2015) y, no llegando mi entusiasmo al extremo de querer tatuarme su logo en mi brazo, sí que he salido satisfecho de sus conciertos, como también considero “Diamonds” (2010) un buen trabajo, pero bien es cierto (y todos los que hayan escuchado su música no podrán negarlo) que la banda ha cambiado su norte en cada uno de los discos publicados hasta la fecha, lo que no es malo, por supuesto que no. Señores, si el disco que nos ocupa, “Zenith”, no me gusta no es por su estilo o su producción sino porque, principalmente, las canciones no están a la altura de lo que Enforcer pueden escribir, componer y grabar. Además, a ello hay que sumarle que el prefabricado glam hard rock ochentero que han querido facturar en este, hay momentos en los que parece rozar la parodia más absoluta y el hecho de que lo hayan grabado también en español no influye para nada en mi juicio, no lo veo como un detalle a sumar; podrían haberlo grabado en kryptoniano, la lengua de mi planeta, y no sentiría mayor simpatía por unas canciones como “Muere por el diablo”, “Zenith del sol negro”, “Voy a encontrarte” o “Por siempre seguimos en la oscuridad” que producen auténtica vergüenza ajena en la lengua de Cervantes por el mero hecho de que han sido traducidas o adaptadas y uno descubre, con mayor sonrojo aún, la intrascendencia y vacuidad de unos versos adolescentes que no dicen absolutamente nada, cuando en inglés disimulan y las armonías encajan a la perfección con el tipo de música que Enforcer quieren vendernos ahora, pero no en otra lengua.

No recurriré al hecho de la salida de Adam Zaars (Tribulation) como mera excusa porque Enforcer estarían ahora mismo en el mismo punto, con él o sin él. “Zenith” es la evolución lógica de una banda que parece haber perdido la frescura y registra en los discos de sus padres, buscando lo perdido. “Die For The Devil” es puro rock anacrónico de FM, riffs manidos, versos y estribillos tan artificiales como sus coros y actitud fingidamente despreocupada. Tan infantil que “Zenith of the Black Sun” parece un drama de power metal de bajo calibre, con un tempo que te recordará a los mejores momentos de Dio (la sección rítmica de Lindqvist y Wikstrand evoca a “Holy Diver”) y, claro, a unos Hammerfall menos vigorosos. “Searching For You” nos trae un “speed pop” (bonita mezcla entre speed metal y pop con hombreras de hace cuatro décadas, es verdad que no existe; pero sería delicioso).
El momento de mechero en mano llega con “Regrets”, una tremendísima ridiculez de balada que suena tan, tan forzada y falsa como la horrenda “Forever We Worship The Dark” porque si Enforcer pueden presumir de algo en este disco, además de laca, es de unos títulos y letras propias de parvulario, aderezadas con toneladas de infantiloides coros.

 El mejor estribillo de todo el álbum y la mejor progresión entre estrofas, gracias al riff de Nordwall, pertenece a “The End of the Universe”, pena que la batería de Wikstrand tenga tanta reverberación que toda la rimbombancia de la que la quieren dotar transforme la canción en una supina estupidez, como “Sail On” u “One Thousand Years Of Darkness” con Olof Wikstrand emulando a Vince Neil, algo en lo que Enforcer parecen especializarse, como ocurre en “Thunder And Hell”, por Venom y el clímax bochornoso en “Forever We Worsip Dark”, con el mismo riesgo, peligro y oscuridad que una Coca Cola Zero y ese tributo a Manowar en “Ode To Death”.

No, no se trata de ambición, tampoco de sonar en las radios, perder a los pocos seguidores que tengan o abrir para grandes bandas, tampoco es que no tenga el suficiente humor, lo que cada vez tengo es menos paciencia y tiempo, como para perderlo escuchando cosas como “Zenith” de Enforcer o “From hell With Love” de Beast In Black. Sólo apto para aquellos y aquellas que llevan chupas de cuero de mentirijilla e irritantes tangas de poliéster, pero gusto y criterio tan escaso como su propia memoria y cultura musical…


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