Siempre he pensado que Amon Amarth son una banda de canciones y no de discos, de himnos que funcionan a las mil maravillas pero que integran conjuntos con demasiado relleno y, a pesar de ello, han sido capaces de publicar grandes títulos como “Once Sent from the Golden Hall” (1998), “Versus the World” (2002), “With Oden on Our Side” (2006) o “Twilight of the Thunder God” (2008) en una discografía en la que “los malos no lo son tanto” y forman un cuerpo sólido, robusto, y efectista en el directo que garantiza el placer de miles de personas en salas y festivales pero también en la comodidad del hogar, los cascos o las cintas de los gimnasios. Pero, a partir de o “Twilight of the Thunder God” (2008), Hegg y los suyos parecen haber hecho suya la máxima de para qué cambiar lo que funciona si al final es su seña de identidad y, bien sabe Odín, que sus seguidores tampoco recibiríamos con los brazos abiertos cualquier innovación de nuestros vikingos favoritos. Así, a partir de aquel, han publicado discos notables como “Surtur Rising” (2011), “Deceiver of the Gods” (2013), “Jomsviking” (2016) en los que pulen aún más su propuesta y tan sólo se preocupan de sonar igual de contundentes y épicos en discos con buenos momentos y, como aseguraba al comienzo de esta crítica, otros menos brillantes que, sin embargo, les perdonamos con gusto. En el caso de “Berserker”, producido por Jay Ruston, tras una portada que huele y sabe a digital y no hace honor a sus mejores cubiertas, nos encontramos con un disco robusto; Amon Amarth suenan igual o más contundentes y eso lo refleja a la perfección, pero el trabajo de Ruston, en su intento por robustecer el producto, lo que ha logrado ha sido crear un monolítico muro de sonido en el que la banda suena bien pero tampoco todo lo que podría y, aunque las clásicas guitarras de Mikkonen y Söderberg están ahí, el bajo de Lundström sigue creando la línea melódica y Hegg nos come vivos, la batería del recién incorporado Jocke Wallgren suena demasiado baja, está pero no con la misma presencia que la de Fredrik Andersson (quien, por cierto, ahora lanza dardos envenenados a Hegg a través de redes sociales y su injusto reparto económico en la banda, la misma historia de siempre…), dando la sensación de un sonido tristón y opaco, demasiado lineal incluso para una banda que desde su primer álbum ha cambiado tan poco y ha hecho de su inmovilismo, su propia seña de identidad, como le ocurre a miles de bandas ahora clásicas, por cierto.
Así, tras un disco tan resultón (con sus luces y sus sombras, claro está) como “Jomsviking” (2016), nos encontramos su contrapunto con “Berserker”, el cual no es un mal álbum y mejora con cada escucha, pero que no logra transmitir la misma excitación que, por ejemplo, “Surtur Rising” (2011) o “Deceiver of the Gods” (2013) y eso lo sentimos desde la primera vez que hacemos sonar "Fafner's Gold”, con una introducción que evoca a “Battery”. Con todo, la canción que abre “Berserker” es una de las mejores de un disco en el que su single, “Crack the Sky”, no tuvo la respuesta esperada y salva el tipo por el sándwich con "Mjölner, Hammer of Thor", otro de los mejores momentos gracias a las guitarras de Mikkonen y Söderberg, cien por cien Amon Amarth, evocando sus mejores momentos con una gran dinámica en su estribillo, como estoy seguro de que "Shield Wall" hará convulsionar las primeras filas de sus conciertos durante este verano (sin ir más lejos, este mismo verano, en tan sólo un mes tendré la oportunidad de verles en dos ocasiones y podré comprobarlo en persona) pero también es verdad que “Berserker”, como tal, entra en punto muerto; con "Valkyria” clavan el tempo pero también logran una composición excesivamente lineal y aburrida y buscan la salvación en el orden de canciones con la anodina "Raven's Flight" o el error de Hegg por empeñarse en cantar melódico, descubriendo por qué los guturales le sientan tan bien y la confirmación definitiva del bajón sufrido con "The Berserker at Stamford Bridge", un aburridísimo medio tiempo que tarda en arrancar, tanto que nos hace perder el interés en la narración, los aires clásicos forzados en "When Once Again We Can Set Our Sails" que no nos llevan ni a nosotros, ni a ellos, a ningún sitio, como el relleno que es "Skoll and Hati".
Un último tramo que, condenando el álbum, sorprendentemente, nos hace dar un respingo con “Wings Of Eagles” e “Into The Dark”, quizá las dos mejores composiciones de todo “Berserker”, incomprensiblemente situadas al final de un largo y monótono viaje, corroborando mi teoría inicial sobre ellos y el genio en la composición de canciones, pero lo poco acertado de los conjuntos. “Wings Of Eagles” es vibrante, mientras que “Into The Dark” está cargada de emoción; ambas poseen la energía, la inspiración y la melodía, todo encaja en ellas y te harán querer darle otra escucha a “Berserker” pero quizá, sólo quizá, no tengas la paciencia para pagar de nuevo el peaje de “Ironside”, "When Once Again We Can Set Our Sails" o "Raven's Flight". Podría finalizar esta crítica asegurando, como dicen muchos, que escuchar un álbum de Amon Amarth es escucharlos todos, pero “Berserker” nos demuestra que esto no siempre se cumple y, no siendo un disco pésimo, nunca se me ocurriría recomendárselo a un chaval que quiera iniciarse en la banda de Hegg, cosas de vikingos. Otra vez será…
© 2019 Lord Of Metal