Esa dulce sensación del reencuentro, cuando todo es familiar y capaz de llevarte a lugares ya casi olvidados; la magdalena proustiana, el olor warholiano de una flor o, simple y llanamente, volver a escuchar un disco o una banda que hacía tiempo dormía el sueño de los justos y, como me ha ocurrido con Misery Index, vuelves a pincharla y ahí está el sonido que nos enamoró la primera vez, escondido en los surcos de un vinilo. Cinco años después de la publicación de “The Killing Gods” (2014) y con Erik Rutan tras los mandos (Hate Eternal, ahora en Cannibal Corpse echando una mano con las guitarras en directo, con Pat O’Brien gravemente enfermo tras el triste pero célebre incidente de violencia y posesión de armas), regresa una de las bandas que quizá mejor supo mezclar el death con el grind, que ahora da una pequeña vuelta de tuerca a su propuesta, cambiándolo todo para que nadie cambie; con el añadido de un poquito de groove, no sólo para robustecer su sonido sino para darle un extra a unas canciones que, además de agresión, también piden contundencia en un trabajo en el que, si bien no hay grandes giros de volante y los de Baltimore tampoco se complican demasiado, se escucha con verdadero placer...
Quizá porque su discografía es increíblemente sólida y este disco que nos ocupa, “Rituals Of Power” (2019), no hace más que cimentar aún más su nombre, quizá porque tener a un batería como Adam Jarvis tras de ti, añadirá valor a cualquier canción que interpretes o, mucho más sencillo, porque Jason Netherton parece escupir cada uno de los versos y las guitarras de Mark Kloeppel y Darrin Morris crujen de pura distorsión, sobre el bajo de Jason. Además, por qué no mencionarlo ahora que escuchamos grandes producciones que suenan fatal; “Rituals Of Power” suena verdaderamente bien y sorprende aún más por la peregrinación de estudios por los que la banda ha pasado (Apollo Audio, Soundwell y Mana) con diferentes personas “apretando los botones de la nave”; el mencionado Erik Rutan, pero también Will Putney y Valtteri Kallio. Y, sin embargo, con todo y con ello, “Rituals Of Power” posee unidad, suena como uno y tan consistente como siempre.
Un comienzo arrollador con “Universal Untruths”, situándonos Jason y Adam en el centro de la tormenta, mientras Kloeppel y Morris hacen aullar sus guitarras, antes de que la arenosa garganta de Netherton nos devore vivos y ese cambio de ritmo con “Decline And Fall”, ¿cuántas bandas habrían aprovechado dos piezas así para firmar una única? Misery Index no son tan pretenciosos; simplemente nos dan lo que esperamos de ellos. En este caso, “Decline And Fall” lo tiene todo; un estribillo poderoso, una sección rítmica demoledora y la rapidez justa, el trabajo de Jarvis es de quitarse el sombrero, impresionante y, como antes señalaba, la calidad que aporta al resultado final.
“The Choir Invisible” logra lo imposible, mantener el clímax sin que sintamos que estamos ante un trabajo repetitivo en el que, sin embargo, no se ha cambiado de dirección en ningún momento, canciones que parecen hilvanarse una con otra, “New Salem” (en la que será la guitarra de Darrin Morris la que aporte el valor diferenciador gracias a su manera de solear) y otras que parecen triturarnos, masticarnos, desde su primer compás (“Hammering The Nails”). Pero que el constante ir y venir por los mencionados estudios de grabación no haga que el álbum se resienta, es porque Misery Index (como Dying Fetus, sus orígenes, las letras de Misery Index siguen heredando esa temática social tan marcada contra toda opresión) llegan con el trabajo ya hecho de casa, la lección ya aprendida. Nada más que hay que escuchar “Rituals Of Power” o “They Always Come Back” para entenderlo; la dosis perfecta de groove, electricidad y mala ralea en sus letras para que cinco minutos de una fórmula ya conocida por todos sepa tan bien al paladar.
El hardcore más tradicional llega con "I Disavow” y suena maravillosamente bien o la ciclada “Naysayer”, una manera gloriosa de pegarnos un último revolcón en el suelo por si nos quedaba alguna duda de que “Rituals Of Power” vuelve a situar a Misery Index en primera línea y, aunque no llegue a la altura de “Traitors” (2008) o “Heirs to Thievery” (2010), es uno de los grandes discos de este año; no defraudará a propios o extraños. Regresos así son de los que uno se alegra enormemente porque no se siente otro motivo oculto más que el de seguir componiendo y actuando, ojalá nos visiten pronto y disfrutemos en directo de las canciones de “Rituals Of Power”, ojalá…
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