Hace unos años, las editoriales se percataron del filón de la literatura musical y comenzaron a traducirse libros que trataban sobre música y sus protagonistas, auténticas obras canónicas de Greil Marcus o Simon Reynolds. Además, muchos músicos supieron del lucrativo negocio y corrieron prestos a escribir sus autobiografías, daba igual que no tuviesen nada que contar o pasasen siquiera de la veintena, había que escribir y publicar libro. Pero, lo que las editoriales no supieron ver a tiempo es que poca gente lee; aquellos que lo hacen no saben de música y los que saben, no saben nada de libros por lo que se han elevado a los altares discretas memorias con tan poco fondo como calidad. Y, después de los libros, han llegado las películas sobre bandas y artistas, algo potenciado por el éxito de una película como “Bohemian Rhapsody”; da igual si no lees, tampoco hace falta que conozcas la historia de Queen o Freddie Mercury, todo cuela y sales del cine cantando sus canciones, ya puedes poner “I Want To Break Free” de tono para tu móvil. Y ahora, le toca el turno a Mötley Crüe con “The Dirt”, basada en el libro “The Dirt: Confessions of the World's Most Notorious Rock Band”, bajo la atenta supervisión de una banda como los propios Crüe que verá aún más incrementada su popularidad en una generación que ha crecido con HBO y Netflix pero, irónicamente, nunca podrá verles en directo.
Es esa supuesta fidelidad a la historia la que precisamente dificulta el visionado de “The Dirt” cuando nos encontramos un telefilme barato que pretende vendernos el estereotipo del eterno “Sexo, drogas y rock n' roll'….” que, en este caso y con los Crüe, sabemos de buena tinta que sí se cumplió pero que parece tan impostado como falso por el tono de comedia tontorrona norteamericana que su director, Jeff Tremaine (Jackass), le imprime a la cinta, dando la sensación de estar viendo un episodio de “Californication” de hora y media con los Crüe como protagonistas. Los hechos se suceden a toda velocidad pero el peso de la historia parece recaer constantemente en Sixx que busca excusa para todo desde un disruptivo entorno familiar y su cambio de nombre, mientras que el nacimiento de Crüe parece tan accidental y cómico que causa risa, como la composición de canciones y discos tan importantes como "Too Fast For Love" (1981), "Shout At The Devil" )1983), "Theater Of Pain" (1985) o "Girls, Girls, Girls" (1987) o los momentos verdaderamente dramáticos, como la muerte de Nicholas "Razzle" Dingley de Hanoi Rocks o la sobredosis del propio Sixx y su tristísimo reencuentro con su madre, lejos de lo traumáticos que fueron, quedando relegados a lo anecdótico por culpa del cariz de una película que parece una broma en la que, para colmo, Tremaine recurre al manido recurso de romper la cuarta pared y algunos de sus personajes hablarán con nosotros directamente, convirtiendo “The Dirt” en un mal chiste que parece transcurrir entre la pedorreta y la tristeza sin que el espectador sepa muy bien cómo enfrentarse a las escenas; si con una sonrisa o entendiendo lo ocurrido. Disfrutable para los que amamos a los Crüe, digerible para el gran público que llegue a ella accidentalmente, pero prescindible para todos, en definitiva...
Pero todo tiene su lado positivo y “The Dirt” sus puntos fuertes; la presencia de Crüe asegura que el vestuario y la puesta en escena resulten impecables, Machine Gun Kelly como Tommy Lee, Douglas Booth como Sixx y Daniel Webber como Vince Neil están tan acertados como Rebekah Graf en el papel de Heather Locklear (aunque no pueda decir lo mismo de Iwan Rheon como Mick Mars). Pero si hay un actor que funciona a la perfección en una actuación tan fugaz como estelar es el propio Tony Calavero haciendo de Ozzy Osbourne, verdaderamente mágico. Además, la gran ventaja de “The Dirt” es la música y es que, contando con Mötley Crüe como productores y asesores, nos asegura la inclusión de música original y no recurrir a fragmentos sin la autorización de los propios autores, como ocurre con muchos biopics, como le gusta decir a los entendidos. “The Dirt” es un producto de su tiempo; ese en el que las películas sobre bandas y artistas comenzarán a poblar nuestros canales de streaming y se colarán en la vida de muchos, logrando que nuestros hermanos pequeños, sobrinos o hijos descubran “A Night at the Opera” junto a "Too Fast For Love" o ”Shout At The Devil” y eso es lo mejor pero nada más, no nos compliquemos demasiado…
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