Como muchas otras bandas en general y suecas de death metal melódico, en particular, el mayor esfuerzo que han tenido que hacer Soilwork ha sido el de vencerse a sí mismos en ese 'tour de force' al que muchos seguidores sometemos a aquellas formaciones de las que hemos disfrutado en el pasado y, porque el tiempo pasa y todos crecemos, un buen día deciden cambiar su sonido y todos nos echamos encima y acudimos prestos con antorchas y azadas a la puerta de su estudio, a exigirles que regresen a nuestra adolescencia; a ese lugar del que nosotros podemos renegar pero, mucho cuidado, como lo hagan algunos artistas porque les sacaremos los ojos. Pero, Soilwork y, más en concreto, Björn "Speed" Strid, han sido inteligentes y tras “Natural Born Chaos” (2002), si bien nunca han vuelto a ser los mismos e incluso se han permitido algún que otro traspiés como “Sworn to a Great Divide” (2007), es de justicia reconocerles que siempre han mantenido un gran nivel y discos como “The Panic Broadcast” (2010), “The Ride Majestic” (2015), el cual disfruté muchísimo, y la joya que es “The Living Infinite” (2013), se pueden considerar grandísimos aciertos para una banda que parece eternamente destinada a ocupar los puestos medios de festivales mientras otros, mucho menos atinados desde el ya lejano “Soundtrack to Your Escape” (2004) siguen actuando en los escenarios principales.
"Verkligheten", desde la homónima e instrumental introducción, destila clase y buen hacer, casi dos minutos con Coudret y Andersson tejiendo una bonita melodía en un álbum en el que destacan la producción de Thomas “Plec” Johansson y la incorporación definitiva de Bastian Thusgaard, reemplazando a Dirk Verbeuren (ahora en Megadeth), además de la presencia de algunos invitados de lujo, como es el caso de Alissa White-Gluz (Arch Enemy) y Tomi Joutsen (Amorphis) y la extraordinaria labor de Björn.
Seguramente, cualquier que lea esta crítica se preguntará entonces del porqué de su valoración; esas dichosas estrellas que, a veces, parecen importar más que el propio texto y el álbum, la famosa valoración, “la nota final”, si afirmo que "Verkligheten" es un gran disco. La razón es sencilla, es un álbum que no entra a la primera, como “The Ride Majestic” (2015) o “The Living Infinite” (2013), en el que, a pesar del trabajo de Björn y la demostración palpable de que Soilwork conocen perfectamente sus puntos fuertes, además de la contundencia de Thusgaard, las canciones tardan en llegar a uno y necesitarán de varias escuchas para que se queden registradas en nuestro lóbulo temporal, para que se te peguen como un chicle. Buen ejemplo de ello es aquella salvajada de “The Living Infinite”, llamada “Tongue” que, sin ser mi favorita, era imposible sacarse de la cabeza -en directo se crecía- y por la que Anders Fridén sería capaz de vender el alma de su hermano gemelo, ese que ahora canta una nadería como “(This is Our) House”, la canción más horrenda de toda la carrera de In Flames. Además, "Verkligheten" contiene algunas canciones que no están a la altura de Soilwork, entre ellas una de las colaboraciones que les servirá, por desgracia, para vender alguna copia de más...
Es “Arrival” la que sirve de carta de presentación a Thusgaard y nos trae al Björn más salvaje pero también el más melódico, ese que sabe equilibrar las dosis y parece madurar como compositor con The Night Flight Orchestra, un proyecto al que nunca le he visto la gracia, pero con el que hay que alabarle la valentía. “Bleeder Despoiler” es menos extrema, hace acto de presencia el “slide” de la introducción de "Verkligheten", y el riff es rock hasta que entran todos en tromba. La sensación del single "Full Moon Shoals" es la de una banda que arriesga poco en un adelanto, pero conserva su esencia y esa melancolía tan puramente sueca, que también hace acto de presencia en la introducción de "The Nurturing Glance", quizá la más floja del álbum, algo que parecen enmendar en "When the Universe Spoke" y la increíble habilidad de Björn para resultar agresivo pero, al mismo tiempo, dinámico a grandes velocidades.
"Stålfågel” es la elegida para Alissa White-Gluz y, que me perdone Michael Amott y todos los fans de Arch Enemy, pero cada vez me agota más la procesadísima voz de White-Gluz. Además, "Stålfågel” no es de las mejores, resulta muy artificial, y ella permanece en un inexplicable segundo plano, cosa que agradezco pero no termino de entender. Thusgaard vuelve a ser el que lleva la voz cantante en la melódica “The Wolves Are Back In Town” y de vuelta a la melancolía con “Witan” y el teclado de Karlsson llenando la mezcla, con Coudret y Andersson repartiéndose la canción mientras Björn juega con las dobles voces, y un último fallo, la sosa "The Ageless Whisper", antes de “Needles and Kin” con Tomi Joutsen, que sí habría sido un magnífico cierre para "Verkligheten", porque la emocionante "You Aquiver" con Dave Sheldon, la considero un regalo y no parte del álbum, por su diferencia de sonido y bajada de tensión.
Un buen disco que podría haber sido más redondo y cuyos fallos no parecen tales sino errores de dirección perfectamente premeditados o falta de tiempo cuando, aunque hayan pasado cuatro años entre este y el anterior, la banda no ha parado de girar, publicaron aquella recopilación “Death Resonance” (2016) y Björn hizo lo propio con “Sometimes The World Ain't Enough” (2018), además de la pérdida de Verbeuren. Un poquito de calma y reflexión habría sido lo justo…
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