A veces siento que Internet está repleta de “gatillos fáciles” que emiten su opinión nada más publicarse un álbum; que encumbran como obras maestras cuando ni siquiera los han terminado de escuchar o, por el contrario, defenestran sin haberles dado su oportunidad. En un mundo devorador de novedades, en el que la democratización cultural ha traído los barros de la democratización en la opinión y chavales de apenas veinte años defienden su palabra por el mal entendido derecho a opinar (lo que no incluye que tengan razón y, cuando es así, es una verdadera tómbola), reclamo mi humilde derecho a -como me ha ocurrido con Borknagar- disfrutar de los discos dándoles su tiempo; escuchando sus canciones con tranquilidad, evitado el tan famoso ‘hype’, sin prisas por obtener las visitas de la novedad, pero asegurándome no meter la pata por culpa de la celeridad.
Los noruegos, en efecto, han firmado un grandísimo disco, a la altura de "Empiricism" (2001) o "Quintessence" (2000) pero no de su homónimo debut, “Borknagar” (1996) o "The Olden Domain" (1997). ¿Quiere decir que estoy criticando negativamente a “True North”? Para nada, quiere decir que, siendo un álbum notable, tiene pequeños puntos que -en mi modesta opinión y tras haberlo escuchado decenas de veces desde su publicación y conociendo la discografía de los de Bergen- posee grandes momentos pero también algunos puntos que lo alejan del sobresaliente, de la categoría de “obra maestra” con la que muchos -seguramente conocedores universales de toda la música publicada, de todos los géneros y épocas- lo han tildado apresuradamente a las pocas horas de su publicación. Y ahora soy yo el que te hace una pregunta, amado lector; ¿crees que es posible escuchar y digerir un álbum de más de una hora, con canciones de entre seis y diez minutos, a los pocos minutos de haberse filtrado? ¿Que esos que hoy escuchan Borknagar y mañana están a otra cosa, han podido profundizar demasiado en los secretos de “True North”? Por supuesto que no, o servidor -por lo menos- no posee semejante capacidad. He tardado en devorar “True North”, tanto como “Ghosteen” de Nick Cave y no me siento mal por ello, ha sido todo un festín…
Primero, la marcha de Vintersorg (Andreas Hedlund, para los amigos) y el batería Baard Kolstad, tomando el micrófono principal ICS Vortex (Simen Hestnæs) y Bjørn Dugstad Rønnow la labor tras los parches desde 2018, además de la incorporación de Jostein Thomassen (Ex-Mortiis, entre muchos otros). ¿Afecta todo esto a la banda? Seguramente sí pero no para los oyentes, que seguimos percibiendo el clásico sonido recargado y rico en matices de Borknagar, en un trabajo en el que se nota la mano de Jens Bogren -como no podía ser de otra forma- y al que, al contrario que muchos otros que lo han elogiado, no le habría venido nada mal un poco de contención en el minutaje, un recortito aquí y allá, no porque las canciones no funcionen sino porque hay algunos momentos en los que son alargadas innecesariamente y el propio orden del álbum no ayuda a facilitar su fácil digestión. Todo lo contrario que sus melodías; no es que sea un álbum plenamente melódico o sea culpa de Vortex y la salida de puntillas de Hedlung, sino que hay canciones en las que se abusa de ese edulcoramiento, mágico a veces, otras convirtiendo el clásico diálogo vocal de Borknagar en algo menos espectacular y más lineal.
Por ejemplo, “Tunderous” es una maravilla en sus ocho minutos en los que hay un poco de todo; desde el metal vikingo más domesticado de Enslaved a los momentos más gélidos y clásicos del black, bajadas de tempo y valles en los que hay épica y levantamientos, guitarras más propias del hard que de cualquier banda noruega y pasajes repletos de calma, de buen saber hacer, de crescendos calculados con milimétrica precisión pero, como aseguraba líneas arriba, dobles voces excesivamente altas en su tono y jugando con las armonías de manera bella pero difícil de asimilar en un disco de estas características, cuando no hay contrapunto. “Up-North” es uno de los grandes momentos instrumentales de “True North”. ¿Qué pasaría si cruzásemos a Deep Purple con Enslaved? La respuesta es “Up-North”, pena es el tratamiento de las voces (más cercano a Michael Poulsen -tal y como lo lees- que a Grutle Kjellson y eso duele demasiado, por mucho que Nedland juegue a ser Jon Lord y lo logre por momentos.
“The Fire That Burns” es una pequeña sorpresa cuando creíamos que “True North” se rendía, jugando durante seis minutos y medio con diferentes estados de ánimo (de la rabia a la ensimismación, de la contemplación a la ira y el levantamiento, al recogimiento buscado, a la soledad y a la frialdad cortante de la desesperación) en una primera cara cuyas genialidades, aparte de “Thunderous”, son “Lights” y "Wild Father's Heart" en la que logran la unión entre la banda de Kjellson e Insomnium, en la que fusionan la melancolía de estos con el folk noruego y un magnífico solo con la que afrontan la recta final del relato épico de "Wild Father's Heart". Pero los defectos comienzan a pronunciarse en su segunda cara con “Mount Rapture” que, a pesar del trabajo de Nedland, no parece sentirse parte de “True North” y el fraseo de Vortex, además del tono, se siente demasiado parecido (cuando es rasgado) al de Jon Nödtveidt en "Reinkaos" (2006) de Dissection, y las dobles voces melódicas vuelven a tornarse en emopacho, como “Into The White” es un autoplagio y parece tomar elementos de “Lights” y la final “Tidal”, queridos míos, termina por romper por completo el ritmo de “True North” con sus diez innecesarios (ahora sí) minutos en los que Borknagar parecen perder precisamente el norte y hay momentos en los que no saben por dónde tirar (alrededor del sexto), para cerrar el álbum con la preciosa y, esta vez sí, acertada “Voices” y que no sólo es de lo mejor de “True North” sino de toda su carrera (cuesta olvidarse de su melodía y bonita letra), por mucho que me cueste reconocerlo.
Luces y sombras que no empañan su escucha y de las que, extrayendo aquellos momentos más luminosos, se puede concluir que Borknagar están en un excelente e inspirado momento pero, basándonos en los traspiés, “True North” no puede ser la obra capital que muchos claman pero que, seguramente, no habrán vuelto a escuchar tras escribir su correspondiente crítica.
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