SETLIST: Repentless/ Blood Red/ Disciple/ Mandatory Suicide/ Hate Worldwide/ War Ensemble/ Jihad/ When the Stillness Comes/ Postmortem/ Black Magic/ Payback/ Seasons in the Abyss/ Dittohead/ Dead Skin Mask/ Hell Awaits/ South of Heaven/ Raining Blood/ Chemical Warfare/ Angel of Death/
Soy de esos que todavía no pueden creerse que Slayer dejen los escenarios y más aún, después de esta última noche en Madrid (y, mucho me temo que en Barcelona lo harán igual o mejor) en la que, fieles a su forma de ser sobre el escenario durante décadas, la noche del sábado sonaron igual de fieros y contundentes, de salvajes y robustos que siempre. La sombra de Jeff recorrió las gradas, la ausencia de Lombardo sigue siendo tremenda pero el simpático y carismático Gary Holt suplió con maestría y soltura el lugar del amigo perdido y la máquina que es Paul Bostaph hizo que nos olvidásemos, aunque fuese un poquito, del cubano. Y me cuesta creer que esta sea la última gira de Slayer porque, aunque el mundo de la música está lleno de “digos y diegos”, lo que Kerry King y Tom Araya se juegan es mucho más que un simple corte de manga y un álbum o alargar lo inevitable, se juegan esa credibilidad que Ozzy dribleó con soltura, que Judas fintó y que, por torpeza, Scorpions perdieron de manera flagrante y es la de la banda que se encuentra pabellones a reventar, carteles con el consabido “todo vendido” y el arrepentimiento, ese “vamos a darnos otra oportunidad” que una banda tan efectiva y respetada como Slayer no puede permitirse el lujo de perder.
Soy de esos que todavía no pueden creerse que Slayer dejen los escenarios y más aún, después de esta última noche en Madrid (y, mucho me temo que en Barcelona lo harán igual o mejor) en la que, fieles a su forma de ser sobre el escenario durante décadas, la noche del sábado sonaron igual de fieros y contundentes, de salvajes y robustos que siempre. La sombra de Jeff recorrió las gradas, la ausencia de Lombardo sigue siendo tremenda pero el simpático y carismático Gary Holt suplió con maestría y soltura el lugar del amigo perdido y la máquina que es Paul Bostaph hizo que nos olvidásemos, aunque fuese un poquito, del cubano. Y me cuesta creer que esta sea la última gira de Slayer porque, aunque el mundo de la música está lleno de “digos y diegos”, lo que Kerry King y Tom Araya se juegan es mucho más que un simple corte de manga y un álbum o alargar lo inevitable, se juegan esa credibilidad que Ozzy dribleó con soltura, que Judas fintó y que, por torpeza, Scorpions perdieron de manera flagrante y es la de la banda que se encuentra pabellones a reventar, carteles con el consabido “todo vendido” y el arrepentimiento, ese “vamos a darnos otra oportunidad” que una banda tan efectiva y respetada como Slayer no puede permitirse el lujo de perder.
El desembarco de The Final Tour en Madrid fue todo lo excesivo que se podría esperar; carísimos meet and greets por tres segundos y una foto con ellos, clases de batería de Bostaph, Holt entrando y saliendo del escenario -Coronita en mano- mientras ve a las otras bandas y saluda a los seguidores. Pases de lateral de escenario para los fans de Lamb Of God, el casi-siempre antipático Scott Ian abasteciendo el bus de Anthrax con carros y carros del supermercado de El Corte Inglés, la ya habitual ausencia de Charlie Benante en nuestros escenarios, Bello y Belladona tan cercanos como siempre y Obituary enseñando el bus de la gira a todos los fans que pagaron por conocerles y, en efecto, se encontraron con unos músicos que, al contrario que muchos otros, salieron al encuentro de sus seguidores y gastaron sonrisas y, fundamentalmente, su precioso tiempo porque aquello fuese de verdad una gran experiencia, mientras larguísimas hileras de gente esperaba pacientemente por entrar y Bostaph se afanaba por buscar un buen lugar para esconder sus baquetas y anunciarlo en su cuenta de Instagram para fortuna de un par de seguidores. Bienvenidos a The Final Tour, así lo vivimos…
Es cierto que “Obituary” (2017) no es su mejor álbum, tampoco “Inked in Blood” (2014) y ello no ha sido óbice para que la mítica banda de Florida haya dado lo mejor de sí misma en cada noche que he tenido el placer de verlos y no iba a ser muy diferente ayer en Madrid. Saltaron al escenario y Peres atacó “Redneck Stomp” que sirvió de introducción hasta la entrada de John Tardy y la brutal “Sentence Day”, junto a “A Lesson In Vengeance” de su último álbum o “Visions In My Head” de “Inked In Blood”, demostrando que apuestan por sus últimas composiciones, que “Turned To Stone” puede llevarnos del pescuezo a una de las cunas del death metal y no tener por qué echar de menos a sus clásicos. Me pareció muy valiente, estar frente a una audiencia tan grande como la que verá esta gira y no ir a lo fácil, sino atreverse con sus canciones más recientes, no sería hasta “Don’t Care” o “I’m In Pain” que tirarían de catálogo (por cierto, no el más célebre) o ese final con la clásica “Slowly We Rot”, coreada por todos. Un lujo tener a los hermanos Tardy, Trevor Peres, Kenny Andrews y, por supuesto, a otra leyenda viva de Death y Schuldiner, como es Terry Butler, a escasos metros.
Una actuación inmensamente sólida, en todos los sentidos, que convirtió la de Anthrax en una atracción de circo, escrito con el mayor de los respetos, pero así fue… De nuevo, Benante ausente, Ian haciendo gala de su ya sempiterno mal humor y un repertorio que podría haber sido sustancialmente superior. Desde la introducción con “The Number Of The Beast” de Maiden o “Cowboys From Hell” de Pantera y ese par de compases tocados por la banda, que si logró combustionar fue por Belladona y Bello, estando Donais siempre en un discreto segundo plano, con Dette cumpliendo e Ian a lo suyo, dándolo todo, pero sin apenas interaccionar con el resto.
Si todavía hay alguien que cree que “For All Kings” (2016) es un buen álbum, la prueba más evidente es que, muy al contrario que Obituary, ni siquiera los propios Anthrax se lo llegan a creen. Ayer por la noche, no sonó ni una sola de sus canciones, la pista entró en ebullición con “Caught In A Mosh” o la espídica “Got The Time”, hasta “I Am the Law” de “Among The Living” y, entre tanto clásico, la sorprendente inclusión de “Fight 'Em 'Til You Can't” de su “Wosrhip Music” (un disco infinitamente superior a “For All Kings”), Belladona logrando que todo el público coree “Be All, End All” y un fin de fiesta con “Antisocial” y, por supuesto, “Indians” pero, sin embargo, la terrible falta de “Madhouse” y la sensación de que si Anthrax funcionan en directo es por la energía que derrochan Frank y Joey.
Uno de los grandes momentos de la noche era el regreso de Lamb of God a nuestro país, un impactante escenario, con la batería coronándolo y la ausencia de Chris Adler, nos traía a una de mis bandas favoritas, con Blythe al frente y su ya clásica entrada a escena; botella de agua sobre las rastas y a saltar como si estuviese siendo electrocutado. La pesadísima “Omerta” sirvió de calentamiento, antes de “Ruin” y la celebrada “Walk With Me In Hell” de “Sacrament”. No hicieron demasiado caso a “VII: Sturm und Drang”, interpretando únicamente “Engage the Fear Machine” y “512”, cuyo estribillo fue uno de los más coreados, y terminaron de encabronarse con “Now You've Got Something To Die For”, con el genial Morton dando lo mejor de sí mismo, John en comunión con Willie y Art, y Blythe (más hablador que de costumbre) dejándonos a todos boquiabiertos con su energía y profundísima pero bronca voz. “Laid To Rest” y de regreso a “Sacrament” con “Blacken The Cursed Sun” y una acertadísima despedida con la musculosa “Redneck”. Sin queja alguna.
Pero los grandes protagonistas de la noche eran Slayer y lo sabían tan bien como nosotros, ni Kerry ni Holt se perdieron a Obituary, Anthrax o Lamb Of God, minutos antes de su actuación, acudirían a camerinos para cambiarse de ropa. Tras los meets and greets de rigor, pudimos estar con Slayer… ¿cinco segundos? Quizá menos, pero fue un auténtico lujo, lo justo para saludar a King y un delgadísimo Araya que no sólo se ha afeitado su poblada y cana barba, volviendo a su clásica perilla, sino que parece ciertamente renovado y en forma. Darle las gracias a Bostaph por el parche de batería de Slayer y estrechar la mano de un Gary Holt que, aunque siempre respetuoso, marca muchísimo la distancia con todos sus seguidores. Breve, pero todo un regalo que tenemos que agradecer a nuestra amiga Sara y a Jake, de los propios Slayer, por su infinita paciencia.
Pocas sorpresas en el inicio con “Delusions Of Saviour” y tan sólo “Repentless” o “When the Stillness Comes” de su último álbum. Holt en éxtasis, señala al cielo y nos lleva de viaje a “Seasons In The Abyss” con “Blood Red” o “Disciple” de “God Hates Us All”, un Araya tan serio como de costumbre (aunque más dicharachero que en sus últimas visitas) introduce el clásico “Mandatory Suicide”, una canción que parece disfrutar especialmente interpretando, mientras Kerry King cabecea. Es Tom, de nuevo, el que nos pide que gritemos “War…!!” antes de atacar “War Ensemble” en un escenario flanqueado por dos águilas de la banda, cortinas de fuego y una lona con diferentes ilustraciones de Slayer, un escenario sencillo pero efectista, a la altura de las circunstancias. Sorprendente es la inclusión de canciones quizá menores como “Jihad” o la mencionada “When the Stillness Comes”, aunque puede que la idea de Slayer sea hacer un breve repaso a cada álbum (aunque haya algunos cuestionables olvidos…) y la prueba es “Black Magic” de “Show No Mercy” comparte espacio con “Payback” y la sorpresa de “Dittohead” de King en “Divine Intervention” pero, claro, ¿cuál de aquel álbum de 1994?
Bostaph es una apisonadora en directo y Holt parece en trance, concentrado y sintiendo cada riff; no serán pocas las veces que señale al cielo dedicando algunos de los riffs más famosos de Slayer o se lleve la mano al pecho cuando mire a los seguidores de las primeras filas, mientras Araya parece estar atravesando un gran momento y Kerry King, como siempre, castigando sus B.C. Rich. En una noche que quedará para el recuerdo de todos los que nos consideramos seguidores de Slayer con una colección de canciones para cerrar un pacto, una despedida por todo lo grande, “Dead Skin Mask” y “Hell Awaits”, antes de erizar nuestra piel con ese riff histórico de “South Of Heaven” y Bostaph arrancar la sangre del cielo con una emocionante versión de “Raining Blood” con más de diez mil personas teñidas de rojo y una última sorpresa, “Chemical Warfare” de su EP “Haunting The Chapel”, antes de “Angel Of Death” y, de nuevo Hanneman, planeando sobre nuestras cabezas en lo que fue una noche que cualquier amante del metal, del thrash, de Slayer o la música en general, tardará en olvidar (suerte que volveremos a verles en la próxima edición del Hellfest). Araya mira sorprendido a unas gradas en las que no cabe un solo alfiler mientras Bostaph jadea empapado en sudor y el coronel Holt nos saca la lengua y parece completamente enajenado. Ni en el más frío de los fiordos y el black más gélido, el auténtico infierno sigue estando en California y cada uno de los riffs que Jeff compuso, Slayer son y serán eternos…
Texto © 2018 Blogofenia
Memorabilia © 2018 Blogofenia
Foto de Gary Holt © 2018 Blogofenia
Fotografías © 2018 sus respectivos autores
Video © 2018 Roberto Pope (YouTube)
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