Max el loco, Max el vagabundo, Max el hediondo, Max el gordo, Max el que ya no puede tocar la guitarra, Max el alcohólico, maldita sea, pero también Max el de Sepultura; aquel que tocó el cielo con “Beneath the Remains” (1989) y “Arise” (1991) pero también la yema de las dedos de las masas con un álbum tan bien pensado, “Roots” (1996), pero tan mal llevado a la práctica (en el que lo étnico se daba de bruces con el sonido más puramente mainstream y norteamericano de Ross Robinson) y, por último, aquel también que dejó a su banda en la cima de su popularidad y nos ha regalado buenos discos al frente de Soulfly, como “Prophecy” (2004), el magnífico “Dark Ages” (2005) y, en menor medida, “Conquer” (2008) o “Enslaved” (2012) porque tampoco voy a hacer un repaso de ese mar de colaboraciones que nos ha traído de todo, que genera tantas filias, como fobias y desconocimiento. Para gran parte del público, ese que, por desgracia, puebla ahora los festivales y acaricia la treintena con insoportable levedad, Max es el primero porque no han conocido su mejor época y, los más atrevidos, pasan de puntillas y sin muchas ganas en esa tarea arqueológica de descubrir auténticos clásicos como “Schizophrenia” (1987) o el inferior “Chaos A.D.” (1993) mientras que para esos otros que exprimimos los noventa, Phil siempre será Pantera, como Max siempre será Sepultura y eso, amigos míos, por mucho que les joda a esa insufrible generación de niños que ignora a semejantes monstruos y se divierten en la caricatura, no hay puta Wikipedia o servicio de streaming que se lo cuente, a menos que le pongan muchas ganas y ese no va a ser el caso.
Y escribo todo esto con el conocimiento que me han dado los años pero también la paciencia de haberle dado una y otra oportunidad al bueno de Max, que “Archangel” (2015) ya fue algo lo suficientemente llamativo como para demostrarnos que Max había enderezado su carrera tras “Savages” (2013) a la que la incorporación de Mike Leon al bajo sólo ha sumado en ese combo maravilloso con Marc Rizzo; aquel que, para bien o para mal, es la espina dorsal de la actual formación de Soulfly, en quien se apoya Max.
Tras la magnífica portada de Eliran Kantor (como no podía ser de otra manera, claro está), Josh Wilbur pilota la nave y Soulfly nos dan la bienvenida. Cantos étnicos, las guitarras de Rizzo y Max y cierto sabor a Sepultura en “Ritual” y el primer gran contraste entre ese Max que parece no tomarse demasiado en serio sus conciertos y un auténtico cañonazo como el que abre semejante álbum. Randy Blythe de Lamb Of God, uno de mis cantantes favoritos del metal actual, presta su voz a “Dead Behind The Eyes” y Soulfly parecen convertirse en una versión mejorada de sí mismos gracias al golpe de groove que Blythe parece haberles insuflado. No será el único invitado, Ross Dolan de los enormes Immolation hará lo mismo en “Under Rapture” y, por arte de magia, Soulfly parecen también asumir el rol de acompañarle y desmarcarse de sus coordenadas habituales.
Blythe parece dejarles afinados, así “Evil Empowered” es tan brutal que tendremos que parpadear dos veces y volver a mirar el disco que estamos escuchando. ¿De verdad este es Max Cavalera? Será su vástago, Zyon el que también nos deje boquiabiertos en “Demonized” repleta de cambios de ritmo y fiereza a partes iguales, tras la bonita introducción. “Blood On The Street” quizá sea el único punto negativo por su poca originalidad en el riff, algo que solucionan en “Bite The Bullet” con el sweep picking de Rizzo, o ese homenaje a Motörhead en "Feedback!" que sabe a gloria bendita, como ese final con la guitarra de Rizzo derrochando pura sensibilidad de nuevo, un saxo y tanta elegancia que termina rompiéndonos.
Soulfly han firmado su mejor álbum con permiso de “Dark Ages” y, siento decirlo, aunque la comparación es más que lógica, infinitamente superior a cualquier disco de los Sepultura de Kisser. Mal que les pese a todos aquellos que parecen disfrutar con la desgracia ajena, pese a todos sus problemas y adicciones, Max, sigue dando pruebas de su genialidad y que sea así por mucho tiempo.
Blythe parece dejarles afinados, así “Evil Empowered” es tan brutal que tendremos que parpadear dos veces y volver a mirar el disco que estamos escuchando. ¿De verdad este es Max Cavalera? Será su vástago, Zyon el que también nos deje boquiabiertos en “Demonized” repleta de cambios de ritmo y fiereza a partes iguales, tras la bonita introducción. “Blood On The Street” quizá sea el único punto negativo por su poca originalidad en el riff, algo que solucionan en “Bite The Bullet” con el sweep picking de Rizzo, o ese homenaje a Motörhead en "Feedback!" que sabe a gloria bendita, como ese final con la guitarra de Rizzo derrochando pura sensibilidad de nuevo, un saxo y tanta elegancia que termina rompiéndonos.
Soulfly han firmado su mejor álbum con permiso de “Dark Ages” y, siento decirlo, aunque la comparación es más que lógica, infinitamente superior a cualquier disco de los Sepultura de Kisser. Mal que les pese a todos aquellos que parecen disfrutar con la desgracia ajena, pese a todos sus problemas y adicciones, Max, sigue dando pruebas de su genialidad y que sea así por mucho tiempo.
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