Suena “Algorithm” y Muse parecen haber obrado el milagro. Una vez solventada la aventura distópica orwelliana que les llevó a firmar el que quizá sea su peor disco, “Drones” (2015), con el que demostraron ser humanos y saber equivocarse, rescatando riffs del pasado y parodiándose a sí mismos en un álbum tan poco original como aquel, Muse parecen haber continuado el viaje épico de unos y ceros que comenzaron con “Black Holes and Revelations” (2006) en el que sus guitarras comenzaron a coquetear con el funk en la propia “Black Holes and Revelations” y la electrónica más alienadora, llevando aquello al paroxismo con “The Resistance” (2009) y elevándolo a la enésima potencia con “The 2nd Law” (2012), cuya segunda cara hacia aguas (es cierto) pero, en directo, se mostraban tan bombásticos como de costumbre. Por el camino se perdieron las guitarras más gruesas, aquellas que hacían las delicias de los que llevamos siguiendo al trío de Devon desde “Showbiz” (1999) y podemos presumir de haberles disfrutado en cada una de sus giras, pero daba completamente igual porque “Supremacy”, “Madness”, “Panic Station” o “Follow Me” ayudaban a potenciar el fenómeno a cotas nunca antes vistas, si al comienzo de su carrera, Muse eran comparados con Radiohead, años después jugaban a ser U2 (“Starlight”) o Queen (“Madness”, la obvia “United States of Eurasia” o “Panic Station”) y las gafas de espejo y los botines plateados no podían haberle sentado mejor a Bellamy.
Pero el remilgo o la falta de ideas los llevó al mencionado “Drones” y Muse, sabedores de ello (o eso quiero pensar), dieron un brusco giro de timón con algunos singles, con algunas ideas que finalmente han terminado viendo la luz en “Simulation Theory”. Y es que la idea que subyace bajo este álbum es brillante, como muchas de las que pueblan sus canciones, que se sintetizan maravillosamente bien en la espectacular portada de Kyle Lambert (Stranger Things) y el homenaje constante a otra época, clásicos imperecederos de los ochenta que, por suerte, muchos hemos vivido de primera mano, toda una cultura ya inexistente si no es a través del mundo del celuloide o los surcos de los vinilos de Vangelis. Bellamy es extremadamente inteligente y sabe mover las piezas del puzle en un álbum orquestado por hasta cuatro productores diferentes; Mike Elizondo, Rich Costey, Shellback o Timbaland y en el que los grandes momentos brillan con luz propia, como es el caso de “Algorithm” y su impresionante comienzo, siendo el vórtice para entrar en el “Tron” particular de Bellamy y esos sintetizadores fríos como un témpano que son únicamente rotos por su operístico piano (aunque la batería de Dominic me suene a “Closer” de Nine Inch Nails) y unos arreglos de cuerda que mantienen la tensión de manera soberbia.
Pero también es un disco en el que desaciertos como la ligera “The Dark Side” son impropios de Muse o un single como “Pressure” no tiene la pegada suficiente, acabando convertida en una canción quizá demasiado repetitiva y poco arriesgada, y el homenaje a Prince de “Black Holes and Revelations”, aquí tiene su réplica en “Propaganda” en la que Bellamy parece copiar hasta los chasquidos con la lengua del genio púrpura. Con todo, Muse parecen volver a caer en sus propios y más recientes errores, ya que la primera cara (si escuchamos el vinilo, como es este el caso), es infinitamente superior con todos esos defectos mencionados, con composiciones tan complacientes como “Something Human” o la pegadiza “Thought Contagion”, sonando más a Imagine Dragons pasados por su propia túrmix, que a ellos mismos.
La evidencia se encuentra en “Get Up And Fight”, propia de Kylie Minogue, el homenaje definitivo a los ochenta más pedorros de discoteca de pueblo y cubata aguado en mano con “Blockades” o la ya conocida por todos, “Dig Down”, que parecía estar escrita en la misma tarde que “Madness”, antes de finiquitar el álbum con “The Void” y una cadencia en el estribillo de Bellamy similar a “Exit Music (For a Film)” de Radiohead pero con los mencionados sintetizadores de Papathanassiou.
Por suerte, no es “Drones” pero los seguidores más veteranos o aquellos que no hemos sido inoculados por el virus del fanatismo, echaremos en falta las guitarras y más trabajo de composición, menos papel celofán de colorinchis, menos lazos, menos adorno y más trabajo de fondo de Matt, Chris y Dominic. Escucho “Algorithm”, el “alternate reality versión” incluido y no puedo menos que quitarme el sombrero por lo que este “Simulation Theory” podría haber llegado a ser, pero parece haberse quedado a medias por la inclusión de canciones menores o de poco calado, una pena.
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