Mientras hay bandas que no dejan de sonar en mi reproductor y me acompañan en mi día a día, no puedo decir lo mismo de los brasileños Krisiun y quizá el verdadero motivo de ello sea su irregular discografía (que nadie me hable de sus directos que está más que demostrado que se dejan la piel y son una apuesta sobre las tablas) en la que puedo nombrar "The Great Execution" (2011), "AssassiNation" (2006) o, seguramente su gran obra; "Conquerors of Armageddon" (2000 y, en menor medida, "Southern Storm" (2008) y "Works of Carnage" (2003). No es que pretenda parecer más auténtico que nadie, es mi propia valoración y la de aquellos con los que hablo y, a pesar del respeto que le profesamos a los hermanos Kolesne, se nos tuerce el gesto cuando afrontamos su discografía y nos damos cuenta que, de once trabajos, nos quedamos con tres o cuatro que de verdad aguanten las escuchas y demuestren de lo que son capaces más allá del sudor de las primeras filas de sus conciertos. Veréis, lo que me pasa con Krisiun en estudio es que les escucho y siento correctos, la batería, el bajo y la guitarra están a un nivel más que dignísimo, la voz de Kamargo tiene ese puntito arenoso que tanto me gusta pero no escucho nada nuevo en su propuesta y tampoco nada que mejore lo habido o les justifique y llego siempre a la misma conclusión; el gran talón de Aquiles de Krisiun es la composición, algo que también se deja sentir en "Scourge of the Enthroned" (2018), un buen álbum; bien producido (grabado en los Stage One Studio), bien interpretado pero en el que uno siempre siente que falta algo.
Precisamente, el riff de la propia "Scourge of the Enthroned" abre con gran dinamismo y Max le sigue a la zaga, pero no existe la sorpresa, no hay excitación, algo que no sólo sentimos en el desarrollo sino también en el solo de Moyses y su naturaleza “interruptus”, ¿qué ha pasado, por qué no lo exprime, por qué no hay bilis, no hay visceralidad en esos escasos segundos, por qué de su brevedad? Sorprendente de verdad es el riff inicial de "Demonic III" y, por unos segundos, llego a creer que Krisiun van a romper, van a abrir la brecha del death en "Scourge of the Enthroned" pero, pronto, la canción transcurre por los mismos derroteros y ni siquiera la veloz "Devouring Faith" (y su clarísima deuda con Slayer) o "Slay the Prophet" terminan por convencer a pesar de que Krisiun parecen saber lo que deberían darnos e intentan repetir lo intentado en "Demonic III" pero parecen incapaces de culminar. Eso quizá sea lo más doloroso de "Scourge of the Enthroned"; una banda verdaderamente capaz, que sabe lo que tiene que hacer, a la que no le faltan ideas pero que parecen incapaces de llevarlas a buen puerto.
Y es esa amarga lucha la que denota que, más allá de su habilidad técnica y energía, como señalaba líneas más arriba; lo que les falta a los brasileños es composición, que más allá de su incontestable habilidad con el instrumento, deberían invertir más tiempo frente al papel y plasmar qué dirección es la que quieren llevar y cómo conseguirla; el groove de "A Thousand Graves" es salvaje y evoca a sus mejores trabajos pero, como casi todas las canciones del álbum, pierde interés con cada compás y ni siquiera “Electricide” y ese sabor de boca a Mastodon (curiosa mezcla la del death brasileño con los de Atlanta pero hasta la portada, obra del magistral Eliran Kantor, evoca a las suyas) es capaz de hacerme cambiar de idea en un disco en el que "Abysmal Misery (Foretold Destiny)" (me recuerda muchísimo a Morbid Angel) o "Whirlwind of Immortality" no son capaces de justificarlo ni siquiera en sus últimos estertores y a pesar de su brevedad.
Es cierto que Krisiun llevan veintitrés años publicando discos de manera incansable pero aquí, llegados a este punto (su enésimo álbum), la gran duda que me asalta es si los que aguantaremos sin cansarnos seremos su público. Si "Scourge of the Enthroned" podría haber sido un enorme EP con el que abrir el apetito de cara a un gran álbum y han preferido rematarlo con dos o tres canciones y poco mimo a aquellas que podrían haber dado mucho más de sí o, en efecto, Krisiun saben pero no pueden y eso sí que sería infinitamente más triste...
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