La última de las muchas veces que he visto a Clutch en directo fue en la última edición del Download Festival y, aunque Fallon y los suyos estuvieron magníficos, sentí algo tan obvio como que son una banda de sala y no de gran festival con Guns N’ Roses cerrando una larguísima noche, no podría haber dos galaxias más lejanas o equidistantes que el rock visceral y cercano de Clutch y el exceso de Axl y Slash. Y es que es verdad que los de Maryland son una formación que se crece en los ambientes cerrados, de sudor y empujones, de calor y esfuerzo físico, lejos de los grandes escenarios y es esa liga en la que deben permanecer porque, como afirmaba en mi crítica de “Psychic Warfare” (2015), Clutch son una gran banda pero no esa gran promesa que muchos creen ver y eso es lo que sigo pensando cuando pincho “Book of Bad Decisions”. Es un buen álbum, interesante por momentos pero correcto, menos revolucionado que el anterior pero con un problema parecido o quizá el mismo pero más acentuado por esa segunda cara en la que parecen inclinarse por canciones de un corte muy diferente. ¿Dónde están las grandes canciones que nos cojan por el cuello y nos hagan volar? Si no mal recuerdo, eso mismo opinaba de “Psychic Warfare” que contenía un single con tanta pegada como “X-Ray Visions” y, sin embargo, les acusaba de haber exprimido la misma teta durante dos décadas. Mientras que “Blast Tyrant” (2004), “Robot Hive / Exodus” (2005) o, en menor medida, “From Beale Street to Oblivion” (2007) y, por supuesto, “Earth Rocker” (2013) nos mostraban a una banda repitiendo su fórmula pero en estado de gracia, “Book of Bad Decisions” nos muestra a unos Clutch rodadísimos gracias a esa eterna gira en la que parecen envueltos y si este álbum es digno de mención es por sus ganas y esa producción de Vance Powell por la que parece que estamos escuchando un directo y no un disco de estudio. Siendo así, es imposible que el álbum nos disguste o haga torcer el gesto a ninguno de sus seguidores pero también es verdad que, porque son Clutch, sabemos que son capaces de mucho más. Lo sé, es injusto pero así es como lo siento…
"Gimme the Keys" me recuerda precisamente a la época de “Earth Rocker”, Clutch parecen querer forzar el single, suena por momentos a “X-Ray Visions”, y es por ello que me sorprende que “Spirit Of ‘76” (con muchísimo sabor gracias a las guitarras) pero también la homónima “Book of Bad Decisions” nos hagan entrar en un punto muerto tan pronto, son buenas canciones pero ralentizan el ritmo de un álbum que debería haber arrancado con un petardo, justo como suena “How to Shake Hands”, hasta la verdadera joya del álbum, “In Walks Barberella” con ese Hammond B3 de Chris Brooks, Mike Dillon a la percusión y, por supuesto, los metales de Kevin Gatzke, Vinnie Ciesielski y Roy Agee. El puntito funky le sienta jodidamente bien y a Fallon se le siente tan, tan bien y juguetón que parece el momento en el que de verdad nos reencontramos con unos Clutch engañando a su musa habitual con otra mucho más exuberante.
Algo que no parece un espejismo cuando escuchamos la directa “Vision Quest” o “Weird Times” con sabor a tubo de escape y el gruesísimo bajo de Dan Maines. Pero el orden de las canciones lo es todo, que diría Nick Honrby, y "Emily Dickinson", a pesar del densísimo humo a blues, vuelve a hacer que el disco pierda fuelle. Suena sabrosa, tanto como “Spirit Of ‘76”, pero el álbum parecerá no recuperarse de ese tendencia de Clutch hacia el medio tiempo bluesy; “Sonic Counselor”, “Hot Bottom Feeder” y “Lorelei” son estupendas pero rompen por la mitad la segunda cara de una colección de canciones que quizá habría resultado mucho más efectiva tan sólo con una docena de composiciones con mayor contundencia y menos sentimiento.
"A Good Fire" nos hace entrar tímidamente en calor, mientras que "Ghoul Wrangler" parece que va a estallarnos en las manos pero no termina de quemar, algo parecido a "H.B. Is in Control" y ese comienzo lleno de color, una lástima que esa influencia negroide no parezca resolverse para bien, dándonos mucho más, y "Paper And Strife" parezca una canción inacabada, en la que uno es testigo del buen saber hacer de cuatro músicos tan solventes como Fallon, Maines, Sult y Gaster pero no nos lleve a ningún lugar.
Cualquier disco de Clutch merece toda mi atención y es seguro que acuda a la gira y salga igual de satisfecho que siempre, pero la banda de Fallon corre el serio riesgo de convertirse en una de esas que un día desaparecen, todos nos llevamos las manos a la cabeza por la pérdida, pero todos éramos testigos de que llevaban encallados en el estudio desde hace ya varios años y si se justificaban era por su abrasador directo. Nada en contra pero que vuelvan los Clutch de "Blast Tyrant" o "From Beale Street to Oblivion"…
© 2018 Don Scorpio