No puedo culpar a Skeletonwitch del cambio, tras la salida de Chance Garnette y la incorporación de Adam Clemans, tras el callejón sin salida que supuso “Serpents Unleashed” (2013) y los cinco años que medían entre aquel y “Devouring Radiant Light”, porque era algo tan necesario que todo lo contrario habría supuesto el final de una banda en la cual tan sólo quedan dos miembros originales; Nate Garnette y Scott Hedrik pero, siendo como es el mundo del metal, tampoco vamos a ponernos exquisitos con el constante flujo, idas y venidas de músicos en bandas en las que, en muchas ocasiones, tan sólo queda un único miembro original o menos. Por otra parte, los de Ohio, siguen fieles a sus raíces y, aunque ahora suenen más a black que a thrash y hayan perdido músculo y rapidez en favor de trémolo, no cuesta nada en absoluto identificar el sonido de la banda en las primeras escuchas. Con todo, “Fen Of Shadows”, aquella con la que se abre el disco, carece de un riff protagonista que la vertebre sino que parece haber una pequeña lucha eléctrica entre Hedrick y Garnette, Clemans suena mucho más maligno y chirriante que Chance, es verdad, pero eso no es un problema cuando Skeletonwitch parecen haberse convertido en una banda más de black al uso y preferir los largos desarrollos y las atmósferas dolientes a la testosterona, las dramáticas y oscuras guitarras emocionales al subidón de adrenalina y la mezcla de géneros. “Fen Of Shadows” gana sustancialmente con cada minuto, pero también es verdad que son siete y la canción no parece requerirlos, la misma emoción contenida en un envase más pequeño habría sido mucho más mortífera., el estribillo y el cambio de ritmo habría sido infinitamente más dañinos en cuatro o cinco minutos, imposible discutirlo.
No deja de resultar curioso que cuando entran en ignición es con el “in crescendo” de “When Paradise Fades” en la que el maquillaje black parece algo tan forzado que, aunque suene bien, agradece de la épica thrashy y esa urgencia en el riff del inicio por “2 Minutes To Midnight”, como tampoco es extraño que con la mitad de duración hayan sido capaces de comunicar, transmitir, la misma desesperanza y rabia que en los siete minutos anteriores de “Fen Of Shadows”. Algo similar ocurre en “Temple Of The Sun” en la que poco más de cuatro minutos les bastan para cabalgar a lomos del bajo de Linger, perdiendo épica en la homónima “Devouring Radiant Light”. Que nadie me malinterprete, me encanta la música de Skeletonwitch y también la contenida en el álbum, como disfruto sin complejos de larguísimas canciones con eternos desarrollos, pero, lo primero, dentro de un contexto (que me hace valorar un lanzamiento del anterior, más cuando han pasado cinco años, ha habido cambio de vocalista y de intenciones) y, lo segundo; cuando la canción lo requiere, lo pide a gritos y tal no es el caso de “Devouring Radiant Light”, ni de muchas otras del álbum.
El forzoso acelerón en “The Luminous Sky” y su breve incursión en el death metal melódico con Clemans cambiando el registro a uno más gutural, alternándolo con el chillón, es refrescante y tanto Garnette como Hedrick están magníficos Pero en todo cambio, más cuando hay algo de forzoso en él, suele haber momentos de indeterminación y zozobra, tal es el caso de “The Vault” que tarda demasiado en encenderse o el esfuerzo de “Canarium Eternal” queda difuminado y pierde comba por la poca dirección, dejándonos a solas con “Sacred Soil” y, sorprendentemente, la mejor de todo “Devouring Radiant Light” o, por lo menos, en aquella en la que a Clemans se le siente más cómodo (quizá porque la composición tiene carácter propio y no frecuenta tanto otros subgéneros), quizá porque los riffs de Garnette y Hendrick enjacan a la perfección, quizá por su duración o por la estructura, porque mantiene la emoción sin aburrir, porque ahonda en la herida y se muestra agresiva pero en ella también hay un puntito progresivo que facilita esa épica intentada y fallida en las otras composiciones..
Por ello, aún con todo el dolor de aquellos que devoramos luz y hemos disfrutado de obras como “Beyond the Permafrost (2007)”, “Breathing the Fire” (2009) o “Forever Abomination” (2011), no puedo creerme que “Devouring Radiant Light” es más de lo que es cuando en ocho canciones me han tocado la fibra en tan sólo dos o tres ocasiones y entiendo el álbum como uno de transición, como un nuevo punto de partida para Skeletonwitch. El cambio era necesario para que la banda siguiese con vida y se plantease un nuevo futuro, pero sólo eso, no lo disfracemos de otra cosa ni pretendamos a los demás hacer ver lo blanco, negro…
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