Llegará un día en el que echemos de menos en directo a una banda como KISS, llegará el día en el que muchos volverán a entender lo que significan y abandonen los convencionalismos más absurdos para admitir que los que están fuera de lugar son ellos y no Simmons o Stanley. Y digo todo esto por la polémica de los últimos meses por la que muchos internautas bienpensantes pedían la cancelación de los conciertos de KISS o su actuación en el Resurrection Fest por la presencia de Simmons ante la denuncia pública de una mujer y que, como en muchos otros casos (Decapitated o Maynard Keenan, sin ir más lejos) la opinión pública había dictado sentencia antes de conocerse resolución alguna, habiéndose desestimado posteriormente. KISS pertenecen a otra época, es verdad, una mucho más salvaje (aquella en la que la sangre que lucía Simmons en el escenario no era de mentirijilla sino menstrual) y caduca pero necesaria para entender el devenir de la música actual y los años dorados del rock; ese que todo el mundo gusta de ponerse en una camiseta de Inditex pero poca gente conoce o entiende de verdad. Sin embargo, la vigencia de KISS es plena y asistir a uno de sus conciertos sigue siendo un ritual, una ceremonia a la que acudir, un bendito lujo en el que algunos ya nos hemos acostumbrado a Thayer o Singer y hemos asumido que Peter y Ace están fuera de la ecuación definitivamente. La llegada a Madrid se complicó y el montaje del escenario se demoró, retrasándose la apertura de puertas y las actuaciones de Megadeth y Kiss que tuvieron que correr y disparar sus clásicos a discreción.
SETLIST: Hangar 18/ The Threat Is Real/ The Conjuring/ My Last Words/ Tornado of Souls/ Dystopia/ Symphony of Destruction/ Peace Sells/ Holy Wars... The Punishment Due/
Megadeth, envueltos en los últimos coletazos de una gira mundial que se ha alargado ya dos años (si es que, en algún momento, han dejado de girar) gracias al éxito de un álbum como “Dystopia” que no sólo les ha rejuvenecido gracias a sus canciones y la presencia de Loureiro y Verbeuren sino que les ha dado fuerzas para continuar. Ellefson aseguraba que “Dystopia” era el último cartucho, si el álbum salía mal y no obtenía el favor de la crítica y los fans, Megadeth se plantearían la despedida. No es para menos, si “Endgame” era todo lo digno que se esperaba de ellos y su leyenda, tras un dificilísimo camino marcado por la precariedad contractual pero igual de digno (me refiero a “The World Needs A Hero”, “The System Has Failed” o “United Abominations”), con “Thirteen” entraban de nuevo en punto muerto con un disco de naturaleza envenenada y hecho de recortes para salvar de nuevo un contrato con su discográfica y un “Super Collider” repleto de buenas ideas y malas, malísimas, que desembocó en la poco elegante salida de Broderick y Shawn Drover renegando de todo, dejando a Mustaine y Ellefson en la cuerda floja.
Así, sabiendo que “Dystopia” ha sido un éxito, llegaba un acalorado Mustaine, inusualmente simpático y accesible (no porque no gane en las distancias cortas sino porque contradice su imagen pública; su fama más temperamental, agria y más bocazas). ¿Cuántos músicos tienen el suficiente genio como para sobreponerse a las constantes pruebas que Mustaine ha sufrido a lo largo de las últimas cuatro décadas? Tú mismo, ¿serías capaz de sobrellevar que te echen de mala manera de una banda multimillonaria como Metallica y grabar discos como “Peace Sells... but Who's Buying?”, “So Far, So Good... So What!”, “Rust in Peace” o “Countdown to Extinction”? No, desde luego que no… Hablo con el road mánager (el mismo que lleva la web y el club de fans de Megadeth desde hace décadas, cuando muchas bandas ni siquiera sabían qué era Internet), asistente personal de Megadeth y hombre de confianza de Dave, y le doy las gracias por la oportunidad que me brindó hace ya muchos años cuando conocí a Mustaine de gira con Slayer, hablamos del Hellfest y su paso por allí, del mal sonido que tuvieron y, de nuevo, le agradezco todo. “Eres bienvenido en cada gira de la banda, te veo en la próxima”, responde y yo no puedo pedir más. Saludo a Mustaine y me hago una foto con él, se ríe de lo bajo que parece a mi lado, me golpea en el hombro como si fuera mi padre, estoy en una nube y corro a ver su concierto.
El sonido es infinitamente mejor que el que tuvieron en Francia (Mustaine no acabará el concierto completamente afónico intentando que se le escuche como allí), además el repertorio es impactante pese a su brevedad, quizá debido a ella. El comienzo con “Hangar 18” nos demuestra que van al grano, no hay tiempo que perder; es verdad que el tiempo y la voz de Mustaine han condicionado el repertorio de Megadeth (como muchos otros, sin sorpresas) y se deja notar en la afinación de “Hangar 18” pero Verbeuren es una auténtica máquina de precisión y Kiko (¿qué decir de un guitarrista como él que no se haya dicho ya? Además de su carisma y simpatía…) se convierte en un torbellino sobre las tablas. “The Threat is Real” y la veloz “Dystopia” serán las únicas del álbum que se asomen a un repertorio elaborado con milimétrico cuidado, adaptándose al tiempo. La recuperación de “The Conjuring” se agradece y se convierte en un regalo con ese “Obeeeey!” que nunca pensé volver a escuchar en la garganta de Mustaine, o “My Last Words”, ambas de “Peace Sells... but Who's Buying?”. Como “Tornado of Souls”, otra agradable inclusión en lugar de otras más castigadas y aburridas para aquellos que habitualmente nos movemos por ver a Megadeth. La recta final es evidente pero no tanto como otras veces (hay grandes ausentes que no echo de menos), la inevitable “Symphony of Destruction” es coreada por todos mientras que el trotón bajo de Ellfeson da paso “Peace Sells” con la presencia de Vic Rattlehead tomando por el hombro a Mustaine y un bis con la eterna “Holy Wars... The Punishment Due” (por suerte, no sonaron a “A Tout Le Monde” o “Trust”…). Mustaine está sonriente y promete volver mientras uno siente mejores vibraciones sobre el escenario gracias a Dirk o Kiko a la agria sensación de aquellos conciertos con Broderick y Drover en los que se mascaba la tensión con un Mustaine aburrido, paseando sobre el escenario. Si habías perdido la fe y toda esperanza en Megadeth o no les has visto todavía en directo, este es el momento; no sé qué ocurrirá con la continuación de “Dystopia” pero hacía mucho tiempo que no les veía tan plenos.
SETLIST: Deuce/ Shout It Out Loud/ War Machine/ Firehouse/ Shock Me/ Say Yeah/ I Love It Loud/ Flaming Youth/ Calling Dr. Love/ Lick It Up/ God of Thunder/ I Was Made for Lovin' You/ Love Gun/ Black Diamond/ Detroit Tock City/ Rock And Roll All Nite/
Y llega el gran momento de la noche, “The hottest band in the world!”. Es verdad que queremos a Ace y no a Thayer, que las bromas de Stanley son las mismas en cada concierto pero es imposible no quererles y sentirse parte de la historia cada vez que la maquinaria de KISS se pone en marcha y pasa por tu ciudad. Piel de gallina en su arranque y “Deuce”; les tienes frente a ti y se te agolpan los recuerdos, Gene sigue resultando monstruosamente enorme y Paul se conserva en forma, Thayer, a pesar del tiempo parece haber asumido un segundo plano más discreto y la vulgar imitación a Ace queda ahora relegada a la sombra, mientras Eric marca el ritmo. “Shout It Loud”, el concierto avanza a ritmo vertiginoso y es imposible no cantar con ellos, recuperan la habitual “War Machine” de “Creatures Of Night” y “Shock Me” del inmortal “Love Gun” que comparte tiempo con una más actual y de menos calado como es “Say Yeah”.
KISS saben lo que su público pide y Singer inicia el clásico “I Love It Loud”, coreado por todos, aunque la sorpresa fue “Flaming Youth” de “Destroyer”, para desconcierto de los menos conocedores del universo de Simmons/ Stanley (Ace y Ezrin, no nos olvidamos). Gene toma el micro con la clásica “Calling Dr. Love” o la pegadiza “Lick It Up” con la delirante escena de un padre, al lado mío, desmelenándose y enseñando a su hija adolescente y sus amigas, cómo lamer… ¡Esto es KISS, olvídate de todo! Dudo que esa chavala olvide semejante escena… “God Of Thunder” sigue sonando brutal, la figura de Simmons es impactante en el escenario, pasen los años que pasen; escupiendo fuego o sangre, elevándose en el cielo o siendo deslumbrado por la mañana, como un ser del abismo. Pura magia del rock…
“I Was Made for Lovin' You” nos muestra a un Stanley que ha perdido alarmantemente la voz pero el truco de volar sobre la pista para interpretar “Love Gun” distrae a la gente que termina coreando “Black Diamond” o levantándose con el zigzagueante riff de “Detroit Rock City” y el borboteante bajo de Simmons, antes de encender las luces con “Rock And Roll All Nite”. Siempre que KISS anuncian un nuevo concierto, una nueva gira, me hago la firme promesa de no perdérmela y así es desde su reunión a finales de los noventa, han pasado veinte años y sigo acudiendo con la ilusión de un crío. Sangre, plataformas, maquillaje, confeti, petardos y un volumen atronador. ¿De eso se trata, no? Somos parte de la historia, amigos míos…
© 2018 James Tonic