Soy de esos que creen que las rupturas habitualmente suelen traer también alegrías. Es verdad que no siempre se cumplen y devienen en discos menores por ambas partes, pero muchas veces traen grandes momentos. En el caso de Immortal, pese a que todo el mundo corrió presto a firmar su certificado de defunción, muy pocos cayeron en la cuenta de que había vida antes de Abbath y su salida de la banda podría ser tan trágica como Demonaz quisiese. Pasado el tiempo y con ambos discos en las manos, la evaluación de lo ocurrido parece más clara que nunca; mientras que Abbath nos deslumbró a todos con un estupendo álbum que parecía poner muy alto el nivel a sus antiguos compañeros, en directo todo se diluía y nos encontrábamos con conciertos, a veces vergonzantes, en los que Abbath y sus payasadas hacían perder el hilo conductor, repletos de clichés y bromas, el black metal (que ya de por sí posee un fuerte sentimiento caricaturesco cuando es elevado a su enésima potencia) convertido en el meme por antonomasia, además de una banda que, pese a la calidad de los involucrados, nunca terminó de cohesionarse. Lo exhibido por Olve Eikemo en “Abbath” (2016) perdía fuelle de manera peligrosa cuando lo llevaba a las tablas por culpa de su carácter, algo que parece confirmarse con las salidas de Kevin Foley y ahora King Ov Hell (este último alegando motivos religiosos), además de la de Silmeath (sustituido por Ole André Farstad), pareciendo subrayar las quejas de Apollyon, ahora Horgh y Demonaz, y lo difícil que es trabajar con Olve. Y es que, en efecto, hay que tener mucha sangre fría de Blashyrkh para aguantarle. A todo ello hay que sumarle el que parece ser otro proceso de desintoxicación y un pequeño cambio de dirección en la temática de las composiciones de su próximo segundo álbum, esas que King es incapaz de tolerar…
Mientras tanto, Demonaz y Horgh han vuelto a pintarse la cara con su mejor corpse paint y se han metido a componer un álbum como es el que nos ocupa, con la ayuda de Peter Tägtgren (Hypocrisy) no sólo tras los mandos sino también al bajo. Es por eso que ”Northern Chaos Gods” no se siente como el álbum de un dúo y puede presumir de ser un buen trabajo que obviamente tiene una pequeña desventaja con el de Abbath y es que mientras que aquel no tiene aparente comparación, el de Immortal tiene que lidiar con obras como “Diabolical Fullmoon Mysticism” (1992), “Pure Holocaust” (1993) o “Battles in the North” (1995). Obviamente, no es como aquellos (ni Demonaz, ni nosotros somos los mismos tampoco) pero sí que es verdad que ”Northern Chaos Gods” suena crudo hasta gotear sangre, es gélido y quizá el más negro (negrísimo) de los últimos años y, desde su portada, parece algo buscado deliberadamente. Si Abbath trajo el heavy metal y toda la NWOBHM con su incorporación a la banda, su salida ha dejado algunas señas de identidad pero también han recuperado el sentimiento más black de su música; la forma de componer y la guitarra de Demonaz es más directa, hay menos adorno y más rapidez, más acidez y mala leche, menos exaltación del sentimiento heavy rancio que suena tan anacrónico, como enternecedor a veces, en muchas de las producciones actuales o cuando recurrimos a discos del pasado y aseguramos que han envejecido mal. ”Northern Chaos Gods” suena atemporal, podría haber sido grabado en 1998, 2018 o dentro de diez años y el resultado sería el mismo.
El comienzo con la canción “Northern Chaos Gods” es espectacular, nadie puede decir lo contrario; el riff es seco y pegadizo, tanto o más que el estribillo, Horgh en plena forma y sus cuatro minutos se hacen tan breves que uno necesita volver a escucharla una y otra vez. La voz de Demonaz dista mucho del croar de Abbath y ese toque chillón que a veces imprimía a su voz pero, en cambio, recuerda más que nunca a Quorthon. Ese sentimiento de Bathory es el que impregna también “Into Battle Ride”, es verdad que carece de originalidad pero lo compensa con entrega y furia, es una auténtica descarga y el estribillo, en lugar de ser el acentuado staccato de la anterior, es puramente épico. La mejor, a mi gusto, es “Gates Of Blashyrkh”, no sólo por su original melodía sino también por el contraste entre la descarga más temperamental y la atmósfera de las guitarras, esas que despuntan en “Grim and Dark”, adoleciendo la rapidísima “Called To Ice” de exceso minutaje; casi cinco minutos son demasiados y puede hacer perder la paciencia a aquel no iniciado en el sonido de la banda; es verdad, posee el estribillo y la rabia, pero le sobran dos minutos.
Es por eso que el cambio en la introducción de “Where Mountains Rise” es tan agradecido y convierte su medio tiempo en otro de los grandes momentos del disco, repleto de emoción e intensidad. El trabajo de Demonaz en “Blacker Of Worlds” es estupendo (genial su interpretación y la letra cargada de veneno), como “Mighty Ravendark” es sencillamente magistral pero un poco de contención en su duración (más de ocho minutos), como le ocurre a “Called To Ice”, la habría convertido en un auténtico sobresaliente; el desarrollo, el puente y el estribillo, la instrumentación y la letra son de diez pero la tensión se pierde.
Un álbum que parece ser una clara respuesta a todos aquellos que pensaban que Abbath era sinónimo de Immortal y Demonaz había desaparecido de la ecuación. Es verdad que se echa de menos el tono de Eikemo (no perdamos la esperanza de un posible retorno; cosas más raras se han visto, aunque el corazón de Demonaz parezca arder en resentimiento. Aunque, bien pensado, ¿quién necesita ver a Abbath de nuevo con Immortal o a Gaahl con Gorgoroth?) pero el resultado es verdaderamente agradable para todos sus seguidores y nos sirve para recibir una doble ración de black metal. La última vez que vi a Immortal fue en su gira de “All Shall Fall” y, aunque el concierto fue espectacular (es difícil explicar cómo su música parecía helar y cubrir al público con una capa de frío tan intensa como el abundante humo que disparaban los cañones), algo parecía roto en el escenario y seguramente ya fuese la relación entre Abbath, Horgh y Apollyon, por lo que estoy deseando comprobar cómo se las gastan con Demonaz de vuelta, ahora que han anunciado la gira norteamericana y amenazan con actuar en Europa. ¡Larga vida a Blashyrkh! ¡Larga vida a Immortal!
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