Suelo reflexionar a menudo qué significa saber de algo, en este caso; saber de música. Puede parecer una cuestión baladí pero, en más de una ocasión, he llegado a la conclusión de que ser un experto en cualquier disciplina o conocimiento tiene más que ver con la comparación que con un hecho medible. Parafraseando la célebre frase; “¿qué es un monstruo? Un adorable gato es un monstruo para un pájaro…” Si pudiésemos dar con el ser humano que más sabe de pintura, cine o música, deberíamos tener en cuenta que, seguramente, nuestra búsqueda nunca concluya o estemos haciéndola en el lugar equivocado, porque siempre habrá alguien más docto en la materia y que nunca lleguemos a conocer, ¡pobres de aquellos que crean saber mucho porque seguramente no sepan nada! En el caso del arte -y, en concreto; la música- es aún más complicado porque, a excepción de lo que sí se puede medir como tal (ejecución, afinación, acompasamiento, melodía, armonía) el mundillo musical suele estar repleto de ignorancia; de aquellos que creen que saben pero no saben nada, de esos que saben que no saben nada y disimulan (mucho ojo con ellos), aquellos que no saben que no saben nada y caen en la metaignorancia (quizá la categoría más peligrosa porque suelen escribir en publicaciones musicales, tales como revistas o webs) y, por último, esos otros que se salen por la tangente y emiten juicio en función del gusto propio o mayoritario; “muy malo no debe ser cuando gusta a tanta gente, he leído que dicen que es bueno, sólo sé que a mí me gusta y el célebre; no tienes ni idea, porque otras publicaciones lo celebran como el álbum del año….”
Y escribo todo esto -discúlpeme el lector- porque hacía tiempo que no leía críticas y opiniones tan polarizadas como con “Ordinary Corrupt Human Love” de Deafheaven. Es verdad que los de Oakland se han ganado a pulso esa legión de ‘haters’ que les han abucheado mientras giraban con Lamb Of God pero, ¿acaso no es lo que buscaban cuando publicaron esa jodida genialidad llamada “Sunbather” (2013)? Gene Clarke y Kerry McCoy, esa extraña pareja que siempre me han recordado a Morrissey y Johnny Marr (salvando las galácticas distancias, claro está), esa actitud de Clarke en directo; más cerca de Ian Curtis que de cualquier artista del panteón noruego, esos aéreos acordes repletos de ‘reverb’ de McCoy (claros herederos del shoegaze) y del eterno ‘delay’ de The Edge (rasguémonos más las vestiduras, he mencionado a los irlandeses más famosos del rock, una vez adorados; ahora despreciados por el público más gourmet) pero, ni con todo esto, es normal que Deafheaven sean aupados como la gran esperanza del post black metal-gaze (increíble y estupidísima etiqueta), mientras que un gran sector del público les ataca con virulencia; como si no hubiese otras bandas o artistas a los que despedazar con más razón…
Entre la exageración y la hipérbole esnob de Pitchfork y el disparate de aquellos ‘youtubers’ que aseguran que habría que colgarles del palo mayor por firmar este álbum, hay que ser sinceros; “Ordinary Corrupt Human Love” es quizá el peor álbum de Deafheaven hasta la fecha. Quizá es que las críticas han conseguido hacer mella en ellos o las innecesarias pero justificadas comparaciones con el anterior, “New Bermuda” (2015), pero lo único cierto es que no hay que saber demasiado de música o ser un auténtico experto para, sin prejuicio alguno ante Clarke y McCoy, escuchar “You Without End” y descubrir que ese piano de Clarke es pura melaza (además de parecer programado con Fruity Loops) y que la guitarra de McCoy suena tan desapasionada como desafinada en el ‘bending’ como perdida en esas pinceladas cuando entra Clarke, el sampleado de la voz narrada es tan poco original y lo hemos escuchado un millón de veces en otras bandas, casi siete minutos de aburrimiento que hacen que uno piense qué le ha pasado a esta banda. Es lo más parecido a intentar grabar la canción más horrenda y con peor gusto, copiando todas las ideas con las que otros colorearon sus mejores composiciones con, paradójicamente, el mejor de los gustos.
Sí, la desesperanza, la rabia, la melancolía, el mundo emocional de Deafheaven siguen presentes pero todo racionado con pacata tacañería entre escasas buenas ideas, refrito de su propia cosecha y el asalto de la ajena; “Honeycomb” es prometedora en su inicio pero falla en su desarrollo cuando entra McCoy o la convierten en un desangelado medio tiempo que tenemos la sensación de haber escuchado ya antes. En “Canary Yellow” parecen evocar a Explosions In The Sky pero sin la tensión nostálgica de estos en una canción cuya estructura no albergará sorpresa alguna y se hará demasiado larga cuando no hay desenlace, un defecto que se repetirá a lo largo y ancho del álbum.
“Near” pertenece a ese tipo de piezas, como la injustificada “Night People” (con la cada vez más omnipresente Chelsea Wolfe) que Deafheaven han gustado de sazonar este “Ordinary Corrupt Human Love”, supongo que para refrescar al oyente y liberar de ese sentimiento de agresión, pero también para hacer perder comba al álbum y, lo peor, extraviar aún más a todo aquel que se acerque a sus surcos. Siendo “Glint” quizá la mejor del conjunto, el porqué es fácil; la introducción transmite y crea ambiente y expectación, además la banda va a tiempo o da la sensación de ello (no como en la horrible “You Without End”), se dan el suficiente tiempo para ir construyendo e hilvanar un bonito manto con las guitarras de McCoy y Mehra, no hay pretensión de nada con absurdos pregrabados, y el estallido de cólera de Clarke está más que justificado con el doble bombo de Tracy; todo parece encajar de manera orgánica, sin esfuerzo o afectación, y entrar en auténtica combustión con un poquito de caos por todo el black metal del mundo pero sin caer en la parodia, en el ‘meme’ más fácil (lástima que no hayan sido capaces de mantener esa inspiración en “Worthless Animal”). “Glint” es una canción que, cuando culmina, uno siente ganas de volver a escucharla, de volver a zambullirse en ella, con una guitarra magnífica, contenida pero emocionante. Así sí, querido McCoy, esta es la senda, así sí…
Una hora de material completamente nuevo por parte de Deafheaven sonaba tan excitante en los creadores de “Sunbather” o “New Bermuda”, como el auténtico jarrazo de agua fría que ha resultado ser “Ordinary Corrupt Human Love”. Seguiremos cerrando los ojos tras mirar directamente al sol y escuchar “Sunbather” o apretarnos en las primeras filas de sus conciertos mientras suena el riff de “Brought To The Water”, queriendo creer que este último álbum es tan sólo un mal sueño, una mala digestión tras una copiosa comida mientras muchos siguen creyendo que es algo que no es tan sólo por contener algunas ideas sobrantes de sus dos discos anteriores. Lo peor de Deafheaven es lo mejor de otras bandas pero no es suficiente consuelo…
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