Corre el rumor de que toda banda auténtica que firma con la todopoderosa Nuclear Blast, pierde fuelle, como si los de Donzdorf influyesen en la dirección de las nuevas canciones. Y lo que esa pandilla de trvues parece ignorar es que el sello alemán ha contribuido, como casi todas las “relativamente nuevas” discográficas, a la expansión de géneros menores y despertar, con mucho esfuerzo, el entusiasmo por bandas que, de no haber sido fichadas, estarían a merced de la autoproducción y unos canales de distribución inexistentes o, mucho peor, ya extintas y olvidadas. No es el caso de Khemmis que tienen tanto que demostrar, “Absolution” (2015) les hizo entrar con fuerza y “Hunted”, tan sólo un año después, fue la gran sorpresa, mostrando a una banda que había madurado a pasos agigantados y suplía los pequeños errores de su debut con canciones enormes y decisión. Es por eso que “Desolation” (2018) parece haber tardado en llegar, cuando dos años en los de Colorado parecen una eternidad. ¿Supone una decepción? Sí y no. ¿Tiene algo que ver la distribución de los alemanes? No, pero habrá quien quiera ver la búsqueda de la comodidad, la pérdida del factor sorpresa o la incorporación de algunos de los clichés del heavy metal más clásico allá donde antes había doom y emoción en las voces de Ben y Phil, en un álbum de tan sólo seis canciones que, sin embargo, se hace demasiado largo.
“Bloodletting” fue el primer adelanto que pudimos escuchar y la canción que abre este “Desolation”, desde sus primeros compases es innegable que algo ha cambiado en Khemmis, el doom ha dado paso al metal más rancio y, no siendo malo, desdibuja la personalidad de la banda. La gran sorpresa es la sustancial mejora de Phil a las voces, su timbre ha ganado en riqueza; las melodías son más emocionales, funcionando a la perfección, y la prueba de ello es una mayor presencia de su pista en la mezcla. “Bloodletting” es inminentemente melódica por lo que el trabajo de Phil le sienta maravillosamente bien, pero algo no termina de convencer en el resultado global.
“Isolation” evoca la década de los ochenta en las guitarras, podría haber sido grabada hace treinta años, pero en el crujido de las seis cuerdas de Phil y Ben quiero escuchar una referencia más reciente y es la de unos Kvelertak ralentizados y sin el sentimiento de goce cafre que los noruegos traen con sus canciones, mientras que en “Flesh to Nothing” la comparación con Týr es más que necesaria y así quiero entender el ramalazo de doom en “The Seer” en la que, por desgracia, siguen prefiriendo la melodía a la monolítica lentitud, el empacho de azúcar en lugar de un buen latigazo de vinagre.
Por lo menos, la despedida de “Desolation”, aunque distante a su estilo, resuena repleta de melancolía y oscuridad, “From Ruin”, en lo que parece un intento por compensar el exceso de luz, melodía y repertorio ‘jevilongo’ con el que parecen haber sazonado el álbum. Sin ser un mal disco, Khemmis han grabado su obra más floja, es innegable que han ganado en solidez como banda, pero también que parecen haber llegado a un punto de inflexión en el que probar algo diferente y se han dejado algunas de sus señas de identidad por el camino. Que vuelva el doom, por favor…
© 2018 Jack Ermeister