El verdadero secreto de The Dead Daisies es tan sencillo de desvelar que es hasta irritante que muchas otras bandas no lo exploten hasta la saciedad y conviertan en suya la virtud. Desde que David Lowy y Jon Stevens decidieron dar vida a este proyecto, el único objetivo de The Dead Daisies ha sido hacer buen rock ‘n’ roll. Olvídate de todo, de cualquier preocupación mundana o las inherentes a escuchar un disco con cierto sentido crítico; aquí no hay que preguntarse qué es lo que intenta la banda, en quién se han inspirado o no, si hay evolución o ninguna, etiquetas y demás zarandajas, no hay duda alguna sobre la naturaleza de sus canciones, sus discos o sus directos, tan sólo es necesario pinchar su música o asistir a uno de sus conciertos, disfrutar y olvidarse del resto. Hasta cierto punto, es de lo más refrescante y todo un punto a su favor. No deja de resultar curioso que aquellos músicos con más bagaje y carretera a sus espaldas, con más veteranía, suelan ser los que menos complejos exhiben a la hora de grabar e interpretar su música. The Dead Daisies son buen ejemplo de ello, verles sobre un escenario es sentirles disfrutar, consiguiendo que lo que es el proyecto de una super-banda (qué repelús me ha dado siempre este tipo de experimentos…) parezca tener vida propia y uno llegue a olvidarse de los artistas y talentos individuales que la forman.
Y es que, seré honesto, yo fui el primero que no prestó demasiada atención a su debut, “The Dead Daisies” (2013), y no les dio en directo la oportunidad que se merecen con “Revolución” (2015). Como muchas otras veces, creía que el verdadero detonante de esta banda era el interés económico y, aunque teniéndole un cariño especial a Corabi (que entró en el 2015), me parecían una formación con secundarios de lujo, brillantes obreros del rock, lo sé, un prejuicio y una estupidez. Craso error, la primera en la frente fue la incorporación del enorme Doug Aldrich y, por supuesto, asistir a uno de sus conciertos tras aquella fugaz apertura como teloneros de KISS en la que apenas pudimos verles. Recuerdo, en especial, su paso por el festival galo, Hellfest, en su pasada edición del 2017 en la que The Dead Daisies no sólo fueron uno de los mejores exponentes del hard rock con una pasional interpretación, sino que disfrutaron e hicieron disfrutar del fin de semana, mostrándose accesibles, amables y realmente receptivos a todo aquel que se acercase. Verles fue una inyección de vitalidad porque, ¿qué necesidad tienen Aldrich, Corabi, Lowy o Mendoza de publicar más discos y EPs con material original cuando podrían vivir de las rentas? No hay duda de que lo que les mueve es la pasión.
A David Lowy, Marco Mendoza, John Corabi y Doug Aldrich se les ha unido Deen Castronovo (sobran las presentaciones) tras los parches, que construye una sólida base rítmica sobre la que Aldrich solea y da el espacio necesario a Corabi. ¿Cuál es el resultado? “Burn It Down”, una estupenda y vibrante continuación de “Make Some Noise” (2016), al mismo nivel de inspiración y quizá con un poco más de contundencia, sonando más rodados, más audaces y más sueltos, si es que eso es posible. “Burn It Down” se abre con un sonido brillante, sin concesiones, en una producción a la altura, “Resurrected” es puro hard, recuerda a Velvet Revolver pero con más casta, con más sabor, y con ella nos encontramos de frente la propuesta de un álbum al que es imposible ponerle demasiadas pegas. “Rise Up” (que me trae a la memoria a The Cult) y exhibición de músculo, sudor y aceite, olor a carburante, puro Nascar, hasta la vacilona “Burn It Down” con cierto sabor a ZZ Top pero con más filo y boogie. ¿Quién necesita a The Winery Dogs cuando el bourbon se lo han llevado Corabi y Aldrich? Referencias, todas, que nos sirven para ubicar el buen hacer de Dead Daisies…
El cambio de “Judgement Day” es brillante, del polvo del Lejano Oeste a la lubricidad más setentera, o de la mano de Aerosmith (cuando todavía no se habían convertido en lo que son ahora, con todos mis respetos hacia Tyler y perry) en "What Goes Around", “Dead An Gone” o “Leave Me Alone”. El homenaje a la Motown en “Bitch” hace que The Dead Daisies se suelten aún más y Corabi se luzca, sentándole estupendamente bien el groove de la que quizá sea la canción más sensual de “Burn It Down”. Pero si algo no le falta precisamente al álbum es groove, el Wah de “Can’t Take It with you” y su riff es auténticamente pegadizo y así lo demuestra su estribillo.
Al final, The Dead Daisies, “sin quererlo, pero con mucho empeño” y oficio, están consiguiendo una discografía de lo más auténtica. Así es como se hacen los nombres. Sólo sé que la próxima vez que tenga de nuevo la oportunidad de asistir a uno de sus conciertos, la aprovecharé al máximo, aquí hay sangre y muchas ganas.
© 2018 Jim Tonic