Crítica: Carpenter Brut “Leather Teeth”

¿Por qué nos gustó tanto “Trilogy” (2015) y compararemos todo lo que haga el francés con aquella colección de EPs? Quizá porque, como ocurre con la trilogía original de George Lucas, Franck Hueso nos sorprendió a todos con aquellas canciones que navegaban entre la electrónica más convencional y el synthwave más oscuro y ahora, esa capacidad de sorpresa se ha perdido. Quizá porque, en efecto, “Leather Teeth”, supone un cambio y Carpenter Brut planean el asalto a medio mundo a través de los mayores festivales de rock e incluso metal que entienden que la propuesta del francés dejará satisfecho a su difícil público. Pero es ese cambio el que nos ha pillado a todos con el pie torcido (nunca mejor dicho) y tras la evidente brutalidad de un inicio arrollador como es la propia “Leather Teeth”, nos encontramos con siete canciones en las que parece no tan necesario ser un conocedor del synthwave o el hard, como disponer de un amplio sentido del humor que nos permita digerir composiciones que navegan entre el horterismo más puro y el hule, administrado en altas dosis, pretendiendo ser cuero.

Cuando la única verdad en el mundo del gusto es que “Cheerleader Effect” con Kristoffer Rygg de Ulver (no sé por qué, pero en los últimos años, la simple mención de los noruegos nos hace ponernos en guardia a todos sus seguidores y es que, de la prefabricada cantante pop que es Amalie Bruun, transmutada en Myrkur a Carpenter Brut, todo lo que venga de Ulver suena a divertido juego de Joan Fontcuberta), está horriblemente cantada y tanto ella, como “Beware The Beast” con Mat McNerney de Hexvessel, resultan ejercicios petardos y pedorreros del horterismo ochentero más cafre, como si mezclásemos a Elliott Muprhy con los excesivos coros de “Bat Out of Hell” (1977). Tanto que “Leather Teeth” agradece horrores su exclusión y la sencilla prueba de saltarlas, logra que el álbum de Carpenter Brut adquiera más solidez, resultando un EP de seis temas.

“Sunday Lunch”, sin embargo, carece de pegada (de ‘punch’ que dicen mis amigos) por culpa de esa guitarra que parece ser interpretada por Kenny G. mientras que “Monday Hunt” sigue poseyendo la genialidad desplegada en “Trilogy” y se convierte quizá en la pieza central del álbum, el punto álgido en el que esta vez sí; la guitarra parece encajar a la perfección y obrarse el milagro buscado por Franck (ya logrado por muchos otros, basta escuchar a los también actuales Dance WIth The Dead de California). “Monday Hunt” es la flamante mezcla de “Children Of The Grave” de Sabbath, “Call Me” de Blondie y un riff de Matthew Bellamy, pasada por la licuadora del sintetizador de Carpenter Brut, como los beats y primeros compases de “Inferno Galore” podrían haber sido firmados por los Depeche más pasados de hace dos décadas. Quizá sea ahí, justo ahí, donde resida la genialidad del esnobismo; en creer y vender a los demás como nuevo, aquello que tan sólo suena a refrito.

No todo está perdido, “Hairspray Hurricane” posee riesgo, evoca a “Trilogy” y su puente es verdaderamente emocionante en lo que parece una carrera contrarreloj, mientras que “End Titles” suena todo lo decadente que debe, aunque no lo suficiente para que “Leather Teeth” se convierta en esa continuación que muchos esperábamos de Carpenter Brut, en ese asalto mundial por el que antes mencionaba que al enigmático Hueso le acompañará un guitarrista en directo y un despliegue más propio de una banda de rock que de un artista de música electrónica.

Mientras que “Trilogy” exudaba algo maligno, “Leather Teeth” nos trae una colección resultona pero inofensiva de darksynth o synthwave (como prefiramos llamar al perro y su collar) cuyo mayor riesgo ha sido incluir dos canciones pésimamente cantadas que desmerecen el conjunto, pero nos muestran a un músico que sí quiere correr riesgos en una carrera con dirección pero tan previsible como para haber caído en el síndrome del segundo álbum. Enhorabuena, Franck, ya eres toda una estrella de rock.


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