Lo fácil para Amorphis habría sido poner la directa y subirse al carro de muchas bandas de su generación, con los mismos años a sus espaldas, y una discografía mucho menos impresionante que la de los finlandeses. Pero, además, su decimotercer álbum encierra una gran verdad y es que Amorphis siguen siendo una de las grandes fuerzas del metal, trabajando duro, resistiéndose a acusar el desgaste y demostrando una inspiración fuera de toda duda. ¿Uno de los discos del año? Sin duda. No me gustaría exagerar pero junto a “Tales from the Thousand Lakes” (1994), “Queen Of Time” quizá sea el mejor título de su carrera (por supuesto, es superior al excelente “Under The Red Cloud”, 2014) y es que lo posee todo; Koivusaari, Holopainen, Laine (que ha regresado a la banda, siendo este su primer trabajo en diecisiete años), Kallio, Rechberger y Joutsen, están a un excelente nivel instrumental, han vuelto a trabajar con Jens Bogren, quien les ha aconsejado trabajar con instrumentos de cuerda reales, dotando de mayor brillo y riqueza el álbum (supongo que la gira con Orphaned Land también les ha influido y ello se deja sentir en esos magnífico coros) y, aunque todo lo que firma Bogren, no sea de mi agrado (sin ir más lejos, al bajo de Laine le falta volumen en el álbum, una lástima), he de reconocer que “Queen Of Time” suena bien y equilibrado, brillante y exuberante en todos sus elementos, majestuoso en su acabado.
La introducción de “The Bee”, me recuerda a “The Way” de “Tuonela” (1999), pero la canción que abre “Queen Of Time” posee un coro que parece elevarla sobre aquella, un estribillo repleto de sentimiento y emoción, en contraste con esa alternancia de las estrofas más guturales y los arreglos de cuerda soportando toda la melodía. Exactamente lo que esperaba de ellos. El brusco cambio con “Message In The Amber” y su fuerte sentimiento folkie, rompen por completo al oyente. He de admitir que no amo el folk metal y quemaría todos los acordeones del mundo, como Varg Vikerns un bonito Stavkirke, pero “Message In The Amber” está escrita con buen gusto y es tan adictiva y pegadiza que, horas después de haber escuchado el álbum, te encontrarás a ti mismo tarareándola. El trabajo de Holopainen es absolutamente genial, tanto que un poquito más de volumen habría sido de agradecer, para poder deleitarse uno con su destreza; los arreglos y los coros le engullirán en más de una ocasión, por suerte, Bogren sabía lo que hacía y, a pesar de ello, el resultado es impactante.
Algo más templada es “Daughter Of Hate” y, de nuevo, Holopainen y Koivusaari secundando a Joutsen. Pero, el mayor ejemplo de que Amorphis están plenos en “Queen Of Time” es que ni siquiera la presencia de Jørgen Munkby y su saxo (que nadie me pretenda vender las bondades de Shinning que para mí sólo existen los de Niklas Kvarforth y no ese algodón de azúcar noruego pretendidamente jazzy), es suficiente para arruinar lo que los dioses finlandeses nos tienen preparado y, pronto, Holopainen toma las riendas de Munkby en el puente. “The Golden Elk” es heredera de “Under The Red Cloud”, pero hay que darle la razón a Bogren, y el uso de instrumentos reales. Como canción, compositivamente e instrumental, me parece una maravilla que cualquier amante de la música sabrá apreciar.
No obstante, es a partir de la melódica “Wrong Direction” donde “Queen Of Time” se crece. ¿Cuántos discos pierden comba en su segunda mitad? No es el caso del que nos ocupa. Si “Wrong Direction” posee la melodía, “Heart Of Giant” parece escrita para con ansias de trascender; épica, majestuosa y brutal en su desarrollo, como la espiritual “We Accursed” inundará de fragancia nuestro paladar melómano; aquí no hay intentos, aquí hay logros y, si bien suena plenamente a Amorphis, no hay falta alguna de dirección. Más dramática es “Grain Of Sand”, con Tomi abriendo su garganta para devorarnos. “Amongst Stars”, con la colaboración de Anneke van Giersbergen, quizá sea el punto álgido de esta recta final de infarto que Amorphis nos tenían preparada, y un cierre con “Pyres On The Coast” que no es más que todo los dispuesto a lo largo de “Queen Of Time” en seis minutos de inspiradísimos riffs, hipnóticos coros y un fugaz solo de Kallio, que quita el hipo. Imposible imaginarse que una banda con más de un cuarto de siglo sobre sus espaldas haya sido capaz de grabar un álbum así.
Relapse Records, que no dan puntada sin hilo, han esperado pacientemente la publicación de este “Queen Of Time” para reeditar los míticos “The Karelian Isthmus” (1992) y “Tales from the Thousand Lakes” (1994) en bonitos vinilos de colores de tirada limitada que volarán en cuestión de minutos. Lo fácil para Amorphis habría sido rentabilizar ese pasado y dormirse, sólo los más grandes son capaces de mirar al futuro y seguir componiendo y grabando grandes discos que perduren en el tiempo. Escucharlo dibuja una sonrisa de satisfacción por el trabajo bien hecho, porque con él, Amorphis alivian la pesadísima carga de vivir con excelente música.
© 2018 Jim Tonic