Crónica: Black Label Society (Madrid) 13.03.2018

SETLIST: Genocide Junkies/ Funeral Bell/ Suffering Overdue/ Bleed for Me/ Heart of Darkness/ Suicide Messiah/ Trampled Down Below/ All That Once Shined/ Room of Nightmares/ Bridge to Cross/ In This River/ The Blessed Hellride/ A Love Unreal/ Fire it Up/ Concrete Jungle/ Stillborn/

Sorprendente una entrada tan tibia para un concierto de cartel tan apetecible. Es verdad que a Black Label Society, en estas fechas europeas, no les están acompañando Corrosion Of Conformity o Eyehategod, como sí ocurre en Norteamérica, pero la oportunidad de ver a Zakk Wylde presentando "Grimmest Hits" con su banda y una invitada como los suecos Monolord no es una oportunidad que deba dejarse escapar. Podemos argumentar que era un frío y lluvioso martes en la capital o que en unos meses volveremos a disfrutar de Wylde en el Download Festival pero la cruda realidad se dejaba entrever en una sala La Riviera con una asistencia discreta; la pista a dos tercios de su capacidad y la segunda planta cerrada. Monolord presentaban "Rust" (2017), inferior al genial "Vænir" (2015), otro magnífico ejemplo de doom bien hecho pero excesivamente prefabricado en cuanto a volumen y estética; columnas de pantallas Orange, repetición excesiva de desarrollos y un sonido lleno de grano, el arquetipo perfecto nos bastó a los amantes de la música para identificar a Cathedral pero también referencias más obvias como a unos proto-Electric Wizard y si han sido elegidos por Wylde para acompañarle de gira es por la más que evidente conexión con Black Sabbath pero también, por supuesto, Fu Manchu o With The Dead, por todos los Lee Dorrian y Jus Oborn del mundo. Monolord son el claro ejemplo de una banda articulada como un mecano; no inventan nada, no aportan nada nuevo a la escena pero sus piezas, perfectamente pensadas y montadas, funcionan a la perfección. Así, sonaron "Where Death Meets The Sea", "We Will Burn" o "Rust", entre otras, magníficamente interpretadas, con un sonido brutal y aplastante, desolación y el grito ahogado de Thomas Jäger resonando en la lejanía mientras la batería de Esben parecía desplomarse con un ritmo lento y pesado como pocos. Como indicaba líneas arriba, no puedo decir que su propuesta sea original, que no haya mejores bandas, pero lo que hacen; lo hacen muy bien.

Tras algo de espera y una introducción con un extraño cruce de "Whole Lotta Love" de Led Zeppelin y "War Pigs" de Black Sabbath, caía el telón con el logo de Black Label Society y aparecía Zakk Wylde elevado sobre el resto, agitando su larga melena rubia mientras hacían sonar "Genocide Junkies" de "1919 Eternal" (2002). No podemos quejarnos; un enorme muro con pantallas de 4x4 de Wylde Audio, coronadas por exagerados cabezales, la batería de Jeff Fabb y su doble bombo, John DeServio hacienda resonar su bajo y Dario Lorina a su izquierda; un pie de micrófono repleto de calaveras, acabado en cruz, cadenas, músicos vestidos con chalecos de cuero repletos de parches (como si acabasen de salir de un taller de motos de Los Angeles) y el capítulo correspondiente a la banda, decenas de focos y sonido masivo, mientras Wylde seguía moviendo una y otra vez su cabellera al trotón ritmo de "Genocide Junkies", más y más armónicos artificiales, y una triada ganadora con "Funeral Bell" y "Suffering Overdue", estas dos últimas de "The Blessed Hellride" (2003), la pentatónica es bella…

Que nadie me malinterprete, amo a Wylde, y fue un comienzo espectacular; inolvidable, pero tan forzado, tan artificial, tan repleto de testosterona y músculo que las canciones recibieron el mismo tratamiento, sonando iguales. Valga el siguiente ejemplo, en su anterior gira, Wylde presentaba "Book of Shadows II" (2016) y, aunque se acompañaba de los sospechosos habituales y fue un concierto de Black Label Society en toda regla (a pesar de haber sido anunciado como uno acústico), fue una noche muy diferente en la que cada una de las canciones sonó diferente a la anterior. Con "Bleed For Me" o el lúbrico riff de "Heart of Darkness", Wylde dejó patente que su carrera ha sido lo suficientemente larga y provechosa como para no tener que ceñirse al guión de una gira de promoción, y tan solo acudió a "Grimmest Hits" con "Trampled Down Below", el single "All That Once Shined" o "Room of Nightmares" no sin antes regresar a "Mafia" (2005) o, de nuevo, a "1919 Eternal" con "Bridge To Cross", sabia y poco previsible decision.

La pequeña decepción de la noche llegó con una difusa versión de "In This River" en la que no faltó la figura de Dimebag tras Wylde. He escuchado esta canción en infinidad de ocasiones y algunas en directo, me encanta su dramatismo y emotividad pero la versión de esta gira pierde debido a la ralentización del tempo, su incomprensible y desconcertante introducción, el fraseo de Wylde en las estrofas y el solo de Lorina; es un grandísimo guitarrista pero siempre echaré de menos a Nick Catanese sobre el escenario, a pesar de no contar con mi simpatía debido a los últimos acontecimientos y acusaciones de corrupción de menores.

"Blessed Hellride" fue coreada por todos, mientras que "A Love Unreal" pasó de puntillas, y en "Fire It Up" (también de "Mafia"), Wylde fue capaz de encender la sala tan solo con su presencia sobre una de las barras en un larguísimo solo en el que quien no se acercó fue porque no quiso o estuvo demasiado ocupado con su móvil; cuando parece más importante decir que estás a estar, contar que vivir.

Wylde enlazó con "Concrete Jungle" y la noche se acabó con "Stillborn" y su enorme figura de oso despidiéndose de su público. No es el concierto más memorable de Wylde pero es imposible negarle el notable a un trabajador incansable como él, a un verdadero amante de la música que te ofrece todo lo que tiene; suerte que en unos meses le volveremos a ver junto a Ozzy. Que así sea por muchos años, de una forma o de otra…


© 2018 Blogofenia