Crítica: Sons Of Apollo “Psychotic Symphony”

Quería que el debut de Sons Of Apollo me gustase, en parte porque nunca me han terminado de convencer ese tipo de bandas, orquestadas en torno a la figura más histriónica y quería creer que Portnoy o Sherinian me harían cambiar de opinión, pero no. Soy de los que creen que Portnoy es un genio, un batería con un talento enorme, un sonido característico y repleto de carisma. Pero también soy consciente de su incapacidad para hacer equipo y su tremendo ego. Quien niegue todo esto es que no le conoce o ha sido cegado por el fanatismo o años de militancia en sus filas. Como tampoco me suelen gustar los músicos que se embarcan en mil y un proyectos (The Winery Dogs, Flying Colors, Metal Allegiance, Neal Morse, sustituyendo a Pero en Twisted Sister durante su última gira, Trasatlantic, Shattered Fortress) que abandonan al poco y reactivan cuando les pica el gusanillo pero es que, claro, Portnoy es mucho Portnoy y, por mucho que nos molesten algunos de sus desplantes y su incontinencia verbal y musical, seguirá ocupando un lugar en nuestro corazón por algunas de las obras firmadas y creo que esta esa es la forma de pensar de muchos seguidores…

Fue quizá con Shattered Fortress y ahora con Sons Of Apollo que Portnoy que ha vuelto al progresivo con una banda tan excesiva como su personalidad; Bumblefoot, Billy Sheehan, Derek Sherinian y Jeff Scott Soto (quien asegura que aceptó encantado la oferta sin llegar a escuchar una sola nota) en un álbum que entra bien gracias a su sonido pero en el que el principal defecto es que las melodías de las composiciones son azucaradas y melosas mientras que los riffs parecen haber sido endurecidos adrede para que estemos hablando de un álbum de metal progresivo y no de uno de rock. Por lo tanto, el sentimiento es agridulce en un disco pretencioso (desde su nombre, la rimbombante e historiada portada en la que el águila de la izquierda representa a Sherinian con un teclado y el león con unas baquetas, como no, a Portnoy…), el aire exótico de los Batish en el sitar y la percusión, las dramáticas y orientales secciones de cuerda), los teclados de Sheehan (con sabor a Planet X), el desmesurado virtuosismo de Sheehan, la robusta guitarra de doble mástil de Bumblefoot (alguien debería recordarle que, a veces, menos es más), la sangre y el sudor de un vocalista como Soto y la rotundidad de Portnoy pero en el que fallan las canciones; por ese revestimiento tan falso, entre la mentirijilla de una estatua persa de poliespan y la contundencia de una banda de metal de FM. Espero que el lector me entienda, amo a los músicos; les he disfrutado en directo con sus respectivas bandas y múltiples defectos, pero en esta unión no se ha producido la magia, más allá de la que cada uno posee de manera individual.

"God Of The Sun" es un magnífico ejemplo de lo que debería haber sido este primer álbum, "Psychotic Symphony", y nos muestra cómo podría haber evolucionado Dream Theater tras la marcha de Portnoy. Un comienzo oriental, magnífico en su introducción y desarrollo con Ron y Portnoy llevando todo el peso hasta que la banda entra. Soto está soberbio, su voz puede haberse vuelto más grave con la edad pero conserva la fuerza, como Sheehan la pegada en sus cuerdas y una segunda parte más calmada en la que Sherinian demuestra su maestría. En "Coming Home" darán muestra de esa contundencia con Bumblefoot más que pirotécnico emulando a Van Halen en su riff. Lástima que las buenas intenciones se acaben tan rápido porque "Signs Of The Time" es prescindible y si se salva es por el estribillo, la guitarra de Ron peca por falta de contención tanto a lo largo de la canción, como en el solo y su riff principal suena a nu-metal por los cuatro costados.

De "Labyrinth" me gustan los arreglos y, de nuevo, es salvada por Soto; quizá el único que le imprime algo de dirección a muchas de las composiciones de un álbum que podría competir en virtuosismo con uno puramente instrumental, en el que los músicos parecen más interesados en demostrar su nivel, como en la canción que nos ocupa, con sus propios solos (hasta tres; teclado, bajo y guitarra) que de estar al servicio de la composición. "Alive" habría sonado mucho mejor en The Winery Dogs, como "Lost In Oblivion" fracasa porque vuelve al sonido más chandalero de los noventa y parece que estamos escuchando la guitarra de Munky o Head en vez de a Bumblefoot (suerte que la canción es salvada por Sherinian), como tampoco me gusta el sonido de su guitarra en "Figaro's Whore" que deviene en un riff propio de Blackmore en "Divine Addiction" o la pieza principal del álbum, "Opus Maximus", que podría haber entrado directamente en "Octavarium" (2005) e incluso recuerda a "Enigma Machine" y que en directo, Bumblefoot, se empeña en introducir con calzador con el solo de "The Pink Panther Theme" de Mancini (como ha hecho todas y cada una de las noches al frente de Guns N' Roses). Veréis, con la final "Opus Maximus" me debato entre el sentimiento de aceptar la genialidad de Sons Of Apollo (en concreto de Sherinian) y lo afectado y premeditado de una pieza de diez minutos con ecos de Tarkus o "La Villa Strangiato" de Rush ("Hemispheres", 1978) pero que, como muchos de los desarrollos de todo el álbum, se siente forzada

"Psychotic Symphony" es un buen álbum, pero, a pesar de haber querido romper con lo hecho en el pasado, las carreras y bandas de su currículum, han parido un álbum de gran nivel instrumental, pero sin ninguna originalidad o riesgo. La complejidad o virtuosismo no siempre rozan con sus dedos la inmortalidad o la genialidad, otro proyecto en el que la calidad puede ser medida como la marca de un atleta pero que sigue sin llenar el corazón o el alma del que lo escucha.


© 2018 Jim Tonic