Hay bandas que, por mucho que hagan y se esfuercen, parecen estar condenadas al olvido o al fracaso. Bien sea por cambios de discográfica, por mala suerte, por constantes idas y venidas de sus miembros o, mucho peor, por todo ello. Tal es el caso de Necrophobic, una banda en la que pocos seguidores del metal extremo suelen reparar y los que se acuerdan es tan sólo para mentar "The Nocturnal Silence" (1993), un auténtico clásico de culto a la altura de los más grandes. Pero no deja de ser especialmente hiriente que muchos desconozcan su carrera (no faltará el lector que levante la mano y afirme ser docto en esa materia) siendo una de las más sólidas del metal porque, si bien nunca han llegado a superar a aquel debut, sí que es verdad que "Darkside" (1993), "The Third Antichrist" (1999), "Bloodhymns" (2002), "Hrimthursum" (2006) y "Death To All" (2009) son grandísimos ejemplos de una inspiración pocas veces vista, incluso "Womb Of Lilithu" (2013) consigue enganchar. No es tampoco casualidad que a la banda de Joakim Sterner la comparen a menudo con Dissection y es que parece que en Suecia sólo se crea death metal; a la cabeza de muchos de nuestros lectores vendrá la imagen de aquel anuncio de Volvo que instaba al comprador a probar el "metal sueco". Y es cierto que Suecia es una de las cunas del death pero también que Dissection supieron mezclar con maestría aquel con el metal más negro, lo mismo que han logrado Necrophobic; black y death se dan la mano en eso que los entendidos gustan de llamar "blackened death", será por etiquetas…
En 2013 fallece su guitarrista, David Parland (que dejó la banda en 2001, siendo sustituido por Johan Bergebäck, posteriormente por Robert Sennebäck), además Tobias Sidegård (su vocalista) abandona en 2013 también, pero encuentran consuelo en el anterior Anders Strokirk y el bajista Alex Friberg, además regresan en 2017 los dos guitarras Bergebäck y Sebastian Ramstedt. Quien no admita que una banda con una carrera tan zigzagueante y breve, discográficamente hablando, no ha sufrido un auténtico baile de miembros, miente.
Por tanto, el anuncio de un nuevo álbum, "Mark Of The Necrogram", con Century Media nos llenaba de ilusión a muchos, pero también reinaba algo de incertidumbre en el ambiente, ¿estaría a la altura del resto de su carrera? No ha sido únicamente así, sino que nos ha devuelto la fe en que este debe ser el álbum que marque el auténtico regreso de Necrophobic y asiente su nombre de una vez por todas. Si no es que con este álbum no será con ninguno que publiquen en el futuro, si es que ocurre. "Mark Of The Necrogram" es oscuro, retorcido, siniestro, perfecto en su ejecución, adictivo en sus estribillos y riffs, y así lo demuestra la canción homónima con la que se abre; un riff negrísimo -como no podía ser de otra manera- y ese aceleradísimo ritmo, entre Slayer (de ellos toman su nombre) y la banda de Jon Nödtveidt. Puro black mezclado con death y una dosis muy breve de thrash, hirientes guitarras y mala leche a raudales, justo el punto en el que deberían estar Marduk ahora mismo.
"Odium Caecum" resuena magistral en su introducción y con ella parecemos entrar en la fortaleza de su portada donde exquisitas torturas nos esperan… Pero de nuevo llega la centrifugadora de thrash para ponerlo todo del revés, a Necrophobic no les molesta coquetear con varios géneros y escupirte a la cara; "Tsar Bomba" posee un estribillo cercano al death más melódico, digno de ser coreado en cualquier festival. En "Lamashtu" brilla con luz propia el bajo de Friberg y la batería de Sterner, logrando que la canción se distinga tras "Tsar Bomba, el trémolo de sus guitarras y el bombo no nos darán tregua, como si afilasen el metal más oscuro de las profundidades de la tierra, mientras "Sacrosanct" posee una de la guitarras y melodías más bonitas de todo el disco, sí, así es en un disco como el que nos ocupa; bonita.
"Pesta" es oscurísima y vibrante, como "Requiem For A Dying Sun" es majestuosa y más profunda, además la voz de Strokirk recordará más que nunca a Nödtveidt, quizá con más profundidad. Los primeros segundos de "Crown Of Horns" pertenecen a Bergebäck y Ramstedt por derecho propio y ese pequeño homenaje a Jeff Hanneman con sus guitarras relinchando por el difunto guitarrista. "From The Great Above To The Great Below" es perfecta, todo en ella te lleva a otro tiempo, a otra era, a otro país u otros mundos, la batería se atropella siguiendo a las guitarras, estas persiguen al bajo y este parece enloquecer, mientras que la instrumental y sentidísima "Undergången" es el broche ideal para cerrar "Mark Of The Necrogram", uno de los mejores discos de metal de este año (diez canciones, nada de relleno, directo al hueso). No es casualidad que Kristian "Necrolord" Wåhlin haya prestado su genio a la portada de un disco que evoca el espíritu de tantos grandes y cimenta la leyenda de Necrophobic, una auténtica obra maestra.
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