Crítica: Noel Gallagher “Who Built the Moon?”

Si pude resultar demasiado cáustico con la crítica de “Chasing Yesterday” (2015) es porque sintetizaba lo peor de la leyenda sobre los segundos discos y eso, en sí mismo, resultaba imperdonable en un compositor como Noel Gallagher; no únicamente por su demostrada e incontestable pericia sino por su experiencia. “Chasing Yesterday” tenía las canciones -algunas infinitamente mejores que el álbum que nos ocupa- pero fracasaba por lo complaciente, por lo poco valiente y la supuesta continuación que era del debut, “Noel Gallagher's High Flying Birds” (2011). Y lo que en aquel se adivinaba como las canciones que habrían formado parte de un posible álbum de Oasis (con maravillas como “Dream On” o “If I Had A Gun”), en “Chasing Yesterday” todo sonaba a descarte en un disco en el que Noel pretendía tocar otros palos sin correr demasiados riesgos y si salvaba el tipo era por su talento y momentos de incontestable belleza, como cuando “Riverman” se despereza. Y, mientras Liam Gallagher fracasa con “As You Were” y ese intento nostálgico de recuperar el tiempo perdido con cuarenta y cinco años, ante un presente que parece escurrírsele entre los dedos de las manos, Noel -mucho más inteligente- ya va por su tercer álbum, en una aventura que muchos creíamos que tendría una obsolescencia programada cuando cada año que pasa la reunión de Oasis parece cada vez más lejana como innecesaria.

Bajo la batuta de David Holmes y con once canciones de su propia autoría (lo cual, obviamente no sorprende en Noel pero sí golea de nuevo a “As You Were”), “Who Built The Moon?”, desde su título, ya supone un nuevo punto de partida en una banda que hasta ahora, aparte de secundar a Noel, no parecía haberse atrevido a hacer honor a su psicodélico nombre. Y no es que en este, su nuevo álbum, huelan a incienso y suenen como la banda de Crispian Mills, Kula Shaker, posean la mística psicodélica de Stone Roses, el olor a especias de Cornershop o la hipnótica pulsión de Primal Scream, pero en él hay una mayor presencia de arreglos, influjo oriental, bases y obsesivas líneas de bajos, reverberaciones y palpitantes estribillos, como demuestra la introducción que es “Fort Knox” y ese mantra repetido hasta la saciedad.

Lejos de la absurda polémica de “Holy Mountain” y “She Bangs” de Ricky Martin, lo que esta nos demuestra es la despreocupación de Noel por la afectación, la resolución de una canción en la que lo que importa no es la letra o siquiera su voz sino el envoltorio y lo que pretende transmitir, a pesar de Martin o de Roxy Music, da lo mismo. Algo similar a lo que ocurre en la funky “Keep On Reaching”, atrevidos intentos de desmarcarse y soltarse, como en la electrónica “It’s a Beautiful World”, aunque sea más comedida y termine eclosionando con más éxito en "She Taught Me How to Fly". 

Smithnianos títulos como “Be Careful What You Wish For”, sin embargo, encierran tantos aciertos como traspiés, o sonidos más cercanos a Marr en "Black & White Sunshine" diluyen el entusiasmo inicial de pinchar un nuevo álbum de Noel y encontrarse con una intrascendente pero festiva “Holy Mountain” y caer en el pozo más oscuro de la tarde de un domingo con "Interlude (Wednesday Part 1)" y no levantar con un título tan propio de John Squire como "If Love Is the Law" o la desatinada balada "The Man Who Built the Moon" que constatan el hecho de un álbum compuesto a vuelapluma entre descansos de la gira anterior y actuaciones esporádicas como telonero de U2 en la mastodóntica gira de aniversario de The Joshua Tree, en la cual tuve la suerte de volver a verle sobre un escenario, en un estadio, que literalmente le fagocitó.

Quizá, aparte de la sensación de camino recorrido, del arrojo por seguir por su cuenta, las verdaderas virtudes de “Who Built The Moon?”, lejos de un cierre tan plomizo como "End Credits (Wednesday Part 2)", puedan seguir encontrándose en la mano del hermano mayor de los Gallagher y no hay mejor ejemplo que esa toma acústica que es “Dead In The Water”, auténtico broche de oro y motivo más que suficiente para seguir teniendo en cuenta a Noel, aún cuando todavía parece no haber grabado su disco en solitario perfecto, lejos de Oasis. Por lo menos, él sigue embarcado en esa búsqueda y no hay reproche alguno para aquel que persiste lejos de su zona de confort.


© 2017 Piero Bambini