La fórmula de Converge debería ser estudiada en las universidades porque, sin ser nada especial, funciona como un tiro. Desde “Petitioning The Empty Sky” (1996) hasta “All We Love We Leave behind” (2012) no han publicado ni un solo álbum mediocre y ahora, con este “The Dusk In Us”, firman dos décadas de metal auténticamente espídico y vibrante. No es que “Jane Doe” (2001) sea uno de mis discos favoritos de la historia es que “You Fail Me” (2004) o “Axe To Fall” (2009) son magníficos logros impropios de una banda de su género por la madurez y evolución que muestran, pero quizá es que ellos son únicos en su género. “The Dusk In Us”, producido por el propio Kurt Ballou, amplía la visión de la banda y les sumerge en nuevos territorios, por un lado su sonido es todo lo afilado, agresivo y crudo que Converge es capaz, a la vez que coquetean con otros géneros, pero también posee estribillos, riffs o estrofas que bien podrían ser de lo más pegadizo de toda su carrera sin bajar, en ningún momento, el nivel de agresión en un álbum que suena igual de dinámico que “All We Love We Leave Behind” (2012) y bien puede entenderse como una continuación de aquel pero que posee una identidad propia y, entre ramalazos metalcore y momentos más sludge, presume de un envoltorio ligeramente math. Caso aparte es el apartado lírico, Jacob Bannon puede no parecer tan enfadado como en anteriores entregas pero vuelve a sorprender el calado de las letras; ya no es que muestre su indignación contras las desigualdades sociales o arremeta contra lo establecido, la crítica sigue siendo aún feroz, como sepa hacer un buen ejericio de introspección y sea capaz de transmitir a través de su peculiar forma de cantar sino que se atreverá a hablar del soviético Vasili Arkhipov en la beligerante "Arkhipov Calm" y su oposición a la guerra nuclear, sin sonar pretencioso, todo un logro para una banda de metalcore pero, claro, es que esto es Converge, esto es otro mundo, amigos míos…
La visceralidad con la que se abre “The Dusk In Us” llega a través de una canción como “A Single Tear” en la que sentimos tanta confusión como amor, en la que evocan la mágica unión de dos personas de una manera casi aterradora por el realismo de sus imágenes (magnífico videoclip, por cierto). Pero, por si alguno de sus seguidores parece haberse despistado, “Eye Of The Quarrell” nos devolverá el gordísimo bajo de Nate Newton llevando todo el peso de la canción mientras Koller parece estar conectado a la corriente y Ballou arremete enloquecido, Converge en estado puro. Pueden bajar la velocidad, “Under Duress”, pero no la intensidad; una pequeña obra maestra de apenas cuatro minutos, un dedo levantado de manera insolente mientras Ballou y Newton parecen afilar las cuerdas de sus instrumentos y el chirriante tañido del acero oxida la canción.
"Arkhipov Calm" es adrenalina con Bannon desgañitándose y los tres músicos sonando más math que nunca, como más calmada es la humilde historia de fantasmas narrada en “I Can Tell You About Pain” en la que el juego de voces ayuda a que resulte creíble. Pero el punto álgido del álbum llega precisamente con “The Dusk In Us”, una aventura de más de siete minutos en la que Converge demuestran su saber hacer, su maestría para que el oyente no pierda el interés a través de diferentes estados de ánimo que, sin embargo, se sienten naturalmente hilvanados por Ballou y rozando el pop en algunos momentos gracias a las voces Es por eso que no es de extrañar que “Wildlife” nos recuerde a “Axe To Fall” pero no tanto por su naturaleza sino por el contraste.
La labor de Koller es de especial importancia, no sólo porque en “Murk & Marrow” es la espina dorsal de la canción sino porque cuesta imaginarse un disco de Converge sin semejante pegada como el distorsionado bajo de Newton en “Trigger” (puede que una de las menos agraciadas a pesar del fraseo de Bannon). Viajarán en el tiempo hasta 1998 y su “When Forever Comes Crashing” en “Broken By Light” o tirarán del manual grindcore en “Cannibals”, la verdadera última canción de “The Dusk In Us” antes de esa otra joya de puente que es la dolorosa "Thousands of Miles Between Us" (¿quién dijo que una banda de metalcore no podía sonar emocionante y épica, a la vez que romántica?) hasta la doomy “Reptilian”, como si fueran unos Black Sabbath vigoréxicos; un broche de oro tan pesado y contundente, tan monolítico, que cuesta creer que sean los Converge que todos conocemos sino fuese por la voz de Bannon.
La última vez que coincidí con ellos en un festival, tuve que elegir entre volver a verles y vivir la experiencia de otro mundo que es ver una actuación de Sunn O))). Con todos mis respetos a Stephen O'Malley, eso es algo que nunca más volverá a suceder, Converge son mucho Converge…
© 2017 Jack Ermeister