Que levante la mano el que con la salida de Chris McMahon no creyese que los días de Thy Art Is Murder estaban contados y, sin embargo, con su vuelta también. Y es que, como le ocurre a muchas otras bandas (quizá con vocalistas infinitamente más carismáticos, todo hay que decirlo, algo que no es tema baladí ya que los cantantes suelen ser la imagen más reconocible y la voz de las bandas, marcando inevitablemente sus destinos), Thy Art Is Murder tienen la cara pero también su cruz con él y si su salida fue absurda, su regreso ha sido aún más desconcertante y supongo que evidenció que, más allá de los problemas económicos argumentados, el verdadero motivo son las adicciones y la incapacidad para llevar una vida relativamente estable con la familia en un trabajo tan solitario en el que se pasan demasiadas horas en la carretera. Y, sin embargo, todo esto a la banda le ha venido bien para endurecer su sonido y aferrarse a su personalidad, afirmar que “Holy War” (2015) me decepcionó es decir mucho pero es cierto que esperaba algo mucho más potente de los creadores de “Hate” (2012) o “The Adversary” (2010) pero “The Depression Sessions” (2016), ese split con Fit For An Autopsy y The Acacia Strain me gustó y vi ganas de cambio, de crecer. Thy Art Is Murder, quizá por los acontecimientos, parecieron madurar de golpe y porrazo y abandonar esa vertiente más deathcore que les emparentaba con otras bandas de corte más adolescente y que todos sabemos quiénes son…
Y lo que nos encontramos en “Dear Desolation” (una vez más, tras la magnífica portada de Eliran Kantor, qué gran artista…), producido por Will Putney, es un compendio de todos los elementos propios del deathcore elevados a la enésima potencia y en el que lo único que podemos echar en falta es cierta variedad en sus canciones y no esa sensación de poder anticiparnos al siguiente paso, de saber lo que va a venir en unas canciones que poseen la misma estructura y, por otra parte, algunas ideas o riffs que evidencian la admiración de McMahon y Thy Art Is Murder por algunos artistas como los polacos abanderados por Nergal.
“Slaves Beyond Death” y ese “Go!” eructado por Chris es una magnífica carta de presentación con Sean y Andy más gruesos que nunca a las seis cuerdas y Lee convertido en un auténtico martillo hidráulico. Los primeros compases de “The Son Of Misery” te recordarán a “Blow Your Trumpets Gabriel” de Behemoth (por el trabajo de Stanton pero también porque la banda quiere recrear ese ambiente) y un McMahon gutural y arenoso que hará una exhibición a lo largo de todo “Dear Desolation”, más cercano que nunca a su ídolo polaco, pero quizá sea “Puppet Master” la que haga eclosionar el nuevo álbum a pesar de que ese riff de apertura nos lleve de nuevo a otro homenaje velado como es la guitarra de Morton en “Desolation” de Lamb Of God. Por suerte, entre breakdowns y mala leche, “Puppet Master” despierta y se convierte en una canción de Thy Art Is Murder por derecho propio. “Dear Desolation” nos introduce en el ecuador del álbum con la misma fiereza pero más personalidad y un aullante solo que podría haber sido firmado por el mismísimo Jeff Hannemann, de ella me gusta especialmente su estribillo con McMahon brillando con luz propia.
“Death Dealer” es la más densa del conjunto y sirve para aliviar esa pesadísima carga frontal que hemos sufrido durante la primera cara del álbum. Es verdad que “Dear Desolation” flaquea levemente en su segunda mitad (no en cuanto a contundencia sino por composiciones), “Man Is The Enemy” es quizá la más floja del conjunto mientras que “The Skin Of The Serpent” es verdad que transmite el movimiento de un ofidio pero convierte el final de “Dear Desolation” en un paseo mucho más árido del que nos costará salir con “Fire In The Sky” en la que tenemos la sensación de estar asistiendo a un concierto en el que la banda ha perdido consistencia o fuerza y le cuesta incluso ejecutar un solo breakdown.
Los primeros segundos de “Into Chaos We Climb” suenan de nuevo a Behemoth por los cuatro costados mientras “The Final Curtain” –si exceptuamos su lentísima introducción, lo que fatiga demasiado al oyente tras varias canciones con la misma tónica que le harán pensar que esta última es más de lo mismo- se convierte en una de las mejores composiciones de esta recta final con un ambiente levemente dramático y afectado, muy digno de la temática exhibida en “Dear Desolation”
Si McMahon puso en la picota a Thy Art Is Murder, estos han demostrado que no sólo han estado a la altura sino que han sido capaces de sacarse de la manga un disco tan contundente como “Dear Desolation”. Un trabajo estupendo que pone a los creadores de “Hate” de nuevo en primera línea con uno de sus mejores trabajos hasta la fecha aunque lejos de la perfección o el sobresaliente si hubiesen prescindido de algunas evidentes influencias y algunas canciones que lastran su escucha.
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