Quiero creer, porque amo a esta banda, que la publicación de “Medusa” ha sido quizá apresurada para justificarlo cuando en el fondo sé que no ha sido así porque han tenido tiempo pero la escucha me hace pensar que las canciones han sido poco maduradas o les han dado poco tiempo para que realmente crezcan porque tras muchas escuchas soy capaz de apreciar las buenas ideas de unas composiciones que, habiéndoles dado quizá más tiempo, habrían terminado convirtiéndose en auténticos monstruos y la dirección del álbum habría resultado también mucho más interesante. Y puede influir en ello el hecho de que tras “The Plague Within’” le pidiésemos más aún a la banda, aquel fue un disco magnífico, lejos de la perfección pero soberbio y la gira estuvo a la altura mostrándonos a una banda sólida y en forma, con ganas de demostrar que todavía tienen mucho que decir. Como tampoco voy a hacer la consabida comparación con Vallenfyre (como aquellos que se empeñan en mentar a Bloodbath) porque son proyectos diferentes y, aunque la válvula de escape de Mackintosh me parece que responde a lo que esperamos y disfruto de sus discos, me resulta absurdo establecer comparaciones con Paradise Lost; son propuestas diferentes y a la banda liderada por Holmes no le pido lo mismo que a Vallenfyre aunque entiendo esa crudeza o violencia que muchos seguidores parecen reclamar y algunos creen ver en “Medusa”.
Caso aparte es el del ‘artwork’ del álbum, me encantan los diseños de Pol Abran y he comprado habitualmente en su tienda (la ya consabida camiseta de Sabbath y otros diseños igual de impactantes o simpáticos, algunas insignias de Doom y mi Zippo lleva la flamante carcasa de “Church Bvrner”) pero en este caso y a pesar de que creo entender lo que se ha intentado con ese sabor retro, la portada de “Medusa” no termina de gustarme. Es inútil compararla con el trabajo de Zbigniew M. Bielak porque no tiene nada que ver y no persiguen lo mismo pero no me termina de convencer para la portada de un álbum de estas características porque no evoca el espíritu del contenido; si la música recuperase esa esencia setentera del doom sería más que apropiada pero lo que Holmes y MacKintosh han compuesto suena más oscuro y reciente que la ilustración y colores.
En “Medusa” nos encontramos un álbum que funciona a medias; por favor, que nadie me malinterprete, es técnicamente imposible que Paradise Lost grabe un mal disco o que nos decepcione de manera fulminante pero como álbum flaquea. Las guitarras de Mackintosh y Aedy suenan más crudas y descarnadas que en el anterior, contundentes y primitivas en algunos momentos y la voz de Holmes (aunque no en el registro que más me gusta de él, suena todo lo cavernosa y rasgada que esperamos), “Fearless Sky” es un buen ejemplo de ello, doomy, lentísima y farragosa, pesadísima pero floja y cuesta que se fije en la memoria si no es por su segunda parte; esa que tarda más de cuatro minutos en llegar y que, por desgracia, nos devuelve a su primer riff.
Algo similar ocurre con la bruta “Gods Of Ancient” y ese cambio tan sabbathiano de riff, propio de Iommi, pero que no encierra ningún secreto o “From The Gallows” que parece más un boceto que otra cosa, sin una estructura clara, llevándonos al adelanto y claro ganador del álbum, “The Longest Winter” en la que no han faltado críticas por su sabor a Type O Negative lo que demuestra que las nuevas generaciones nunca han escuchado en profundidad a la banda de Steele o la de Holmes, como canción es quizá la más accesible del conjunto pero estamos hablando de un álbum inusualmente breve, tan sólo ocho canciones de las cuales todos esperábamos más.
Otro tema que me llama la atención es el sonido de la batería, es el primer disco con Waltteri Väyrynen tras la marcha de Adrian Erlandsson y, no achacándole toda la culpa a él, no me gusta cómo suena la batería en “Medusa”, me parece que está en demasiado segundo plano; las guitarras se la comen y echo de menos cierta pegada o profundidad.
“Medusa”, la canción, peca precisamente de falta de fuerza, no hay épica o una dinámica que nos atrape, no hay un estribillo que nos haga hervir la sangre o un riff que se apodere de nuestras visceras, es tan sólo el lento arrastrar de una canción que no llega a despegar, como la flojísima “No Passage For The Dead” en la que ni siquiera me termina de gustar el sonido de las guitarras. ¿Qué ha pasado para que una banda que graba “The Plague Within’” grabe una canción así en la que ni siquiera parecen ir al mismo tiempo? Por fortuna, “Blood And Chaos” o “Until The Grave” son dignos finales a un álbum que parecía haber perdido fuelle tras la cuarta canción pero, aún así, son dos flacos intentos de insuflar vida a aquello que hace tiempo que carece de ella, quizá deberían haberse planteado de nuevo todo “Medusa” y haber empezado de nuevo…
Como regalo, “Shrines”, quizá la única que podamos salvar de la quema entre dos canciones menores como “Frozen Illusion” o “Symbolic Virtue” en la que se demuestra que algo sigue fallando, que la batería de Väyrynen no termina de sonar y a las canciones les falta chispa.
Un disco con algunas buenas canciones y la calidad habitual de Paradise Lost pero no a la altura de sus últimas entregas y lo que esperamos de ellos; se me hace corto y con menos cuerpo que el anterior. Habría preferido tener que esperar un poco más y tener un disco más sólido, no me gusta cuando tengo la sensación de que una banda publica discos en automático o sin reflexión y “Medusa” apunta a ello, doliéndome más en Paradise Lost. Por lo menos, nos servirá de excusa para volver a verles sobre el escenario y esta vez acompañados de Pallbearer y Sinistro, no hay bien que por mal no venga.
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