SETLIST: Soldier Side - Intro/ Suite-Pee/ Prison Song/ Violent Pornography/ Aerials/ Mr. Jack/ DDevil/ Needles/ Deer Dance/ Radio/Video/ Hypnotize/ Dreaming/ Pictures/ Highway Song/ Darts/ Bounce/ Suggestions/ Psycho/ Chop Suey!/ Lost in Hollywood/ Question!/ Lonely Day/ Kill Rock 'n Roll/ B.Y.O.B./ This Cocaine Makes Me Feel Like I'm on This Song/ Roulette/ Toxicity/ Sugar/
Recuerdo que cuando entré en aquella sala mi única prioridad era ver de nuevo a Slayer, acababan de publicar “Diabolus in Musica” (1998), un álbum tan criticado como los dos anteriores, en una época en la que no remontarían el vuelo hasta “God Hates Us All” (2001). De System Of A Down poco o nada esperábamos, la crítica les había elogiado con su primer álbum y se defendieron todo lo bien que puede acabar una noche con la sempiterna apisonadora que son Slayer. Pero, ¿qué ha pasado para que una banda como System Of A Down pasase de una sala a ser cabeza de cartel de los principales festivales europeos? Un álbum como “Toxicity” (2001), piedra angular de una década y auténtico punto de inflexión de una carrera que se mostraría irregular con un “Steal This Album” (2002) publicado de manera apresurada (nadie puede negar lo contrario), con la intención supongo que de exprimir todo el jugo posible a su mejor momento y que se llevó el revés de la crítica (que no el de ventas), tras el que aprendieron y, aparte de una agitada agenda que acabó física y psicológicamente con ellos, pospuso el lanzamiento del próximo álbum “Mezmerize/Hypnotize” (2005) que sería doble pero se publicaría de manera independiente. El resultado, una vez más, irregular como en casi todo álbum doble; mientras que “Mezmerize” contenía algunas de las mejores canciones, “Hypnotize”, con destellos de genialidad como "Kill Rock 'n Roll", se mostraba a la deriva con algunas canciones francamente olvidables. El conjunto era notable pero por separado, el segundo volumen era claramente inferior.
Ello no fue impedimento para que protagonizasen la noche más salvaje y recordada de la edición del difunto Festimad de la capital con fuego provocado incluído, altercados; una noche para el recuerdo de todos los seguidores del grupo pero no para los organizadores del festival que veían como el público volcaba los coches de exposición y la presencia policial se multiplicaba mientras cientos de fans huían despavoridos. De nuevo, ¿qué ha ocurrido entre aquella noche del 2005 y esta del 2017 para que en doce años, System Of A Down, se hayan convertido en el mayor reclamo de todos los festivales sin haber publicado un álbum en más de una década? Fundamentalmente el boca a boca de una generación que nunca pudo disfrutarlos en directo y ha tenido que esperar a cualquier intentona de reunión, viajar por Europa para verles en directo y alimentar las ganas, el ansia por disfrutarles basándose en el recuerdo de unas noches que a muchos les cogieron en pañales. Entre medias una carrera tan desconcertante como irregular por parte de Serj y, por contra, un compromiso social que siempre le ha honrado entre constantes rumores de regreso con sus compañeros.
Y cuento todo esto porque amo a la banda y volveré a verles en directo pero nunca les entenderé como el fenómenos masivo en el que se han convertido y me irrita de cierta manera ver como unos artistas con una fuerte convicción antisistema y contestataria como la suya (algo similar les pasó a Rage Against The Machine en su época y ahora el circo del absurdo que son el karaoke de Prophets Of Rage) han terminado siendo, fagocitados por la industria y convertidos en un entretenimiento de “arenas”. No dudo que lo que vi la noche del sábado en Madrid haya sido el gran concierto de miles de chavales que suspiraban por vivir la experiencia en directo (algo muy respetable) y otros tantos, quizá menos entregados, que tan sólo querían tachar a la banda de los artistas pendientes de ver pero lo que me encontré fue quizá la versión más domesticada, adocenada y vacía de System Of A Down de los últimos años.
Una enorme pantalla con proyecciones programadas al milímetro en canciones como “Prison Song” o la esquizoide “Violent Pornography” (una composición que nunca, nunca debería acabar convertida en un himno de estadio en el que la gente baile ska como si fuese el fin del mundo, pero así fue), en la solitaria “Lonely Day” o en “Radio/Video”. Una sensación triste la de ver a System Of A Down amaestrados, convertidos en unos inofensivos Foo Fighters armenios. Dejando a un lado el apartado más emocional, con el que conecto con la banda y me hace mirar con nostalgia, también he de admitir que como artistas han evolucionado y cualquier seguidor entenderá por donde voy; Daron Malakian hace tiempo que se muestra completamente centrado en su guitarra convertido en el anodino primo lejano de Kim Thayil y tan sólo John Dolmayan o el espídico Shavo Odadjian conservan la irreverente energía con la que se puede asociar a System Of A Down. Porque Serj es caso aparte; posee una de las voces más bonitas de todo el metal –es cierto, algo innegable- con un tono característico que hace que nuestras tripas se remuevan porque percibimos su influencia, su ascendencia en su forma de entonar, la cual admiro y adoro a partes iguales, pero algo ha cambiado; es verdad que las gargantas cambian y el estrés y esfuerzo al que muchos profesionales son sometidos tan sólo hace que ya no alcancen determinados tonos. Muchas bandas se ven obligadas a bajar medio e incluso un tono entero para que sus cantantes puedan interpretar las canciones pero en el caso de System Of A Down es aún más llamativo, Serj en directo reinterpretará muchas de las melodías y se verá obligado a recurrir a recursos expresivos como el famoso “twang” para poder cantar algunos estribillos, como también ha cambiado su presencia en escena y rara vez abandonará los teclados, su posición central aferrado al micro o la guitarra como tabla de salvación escénica.
Por otra parte, casi una treintena de canciones para una banda con tan sólo cinco discos es una barbaridad y toda una apuesta en directo con momentos de menos potencia en los que el público lógicamente desconectaba; me refiero a canciones como “Mr. Jack”, “Lost In Hollywood”, “Dreaming” o la anteriormente citada “Lonely Day” entre otras como “Pictures” que convirtieron el concierto en toda una montaña rusa en la cual unos daban la vida literalmente en “Needles”, ”Prison Song” o la famosísima y ya sobreexpuesta “Chop Suey!” para caer en el pozo con “Roulette”. Antes de despedirse con la icónica “Toxicity” (tan bonita y sentida como siempre) y, cómo no, “Sugar”
Sé que escribir una crónica así no es popular, lo que la gente busca cuando lee algo sobre su banda favorita es como el crítico de turno la ensalza hasta el paroxismo y cae en los tópicos más manidos (reventaron, incendiaron, nos pasaron por encima) y más en una formación que el público lleva pidiendo años en nuestros escenarios porque es lo fácil y además no requiere ningún tipo de memoria ni de defensa o justificación posterior pero de opiniones está el mundo lleno y aceptarlas es sinónimo de madurez, en este caso musical. Tankian, Malakian, Odadjian y Dolmayan parecen querer publicar un nuevo álbum tras quince años en dique seco interpretando una y otra vez los mismos temas en directo y haber publicado un álbum doble de manera individual, acercándoles más que nunca a esos dinosaurios de los noventa contra los que una banda tan descarada y lúcida como son System Of A Down parecieron nacer para plantar cara en un momento en el que el nuevo metal parecía haber entrado en barrena. Esperaré ansioso cualquier canción que firmen pero, por favor, si no la sienten que no lo fuercen, puede a que los seguidores más jóvenes les derrita cualquier cosa pero al resto no…
© 2017 Jim Tonic
Fotos © 2017 @DownloadFestMad
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