Siempre me ha sorprendido la animadversión que despierta Jon Schaffer en un sector del público del género y el trono que Iced Earth se merecen pero que, por desgracia, parece escapárseles con cada álbum y en esta ocasión no va a ser una excepción. Tercer esfuerzo con el dotadísimo Stu Block a las voces y, sin embargo, y a pesar de la sagrada unión por la que clama el propio Schaffer, parece que con cada entrega dese su entrada algo se está perdiendo desde aquel “Dystopia” (2011) que volvió a situarles en el mapa tras una década de descalabros y aciertos a medias, desde “Horror Show”, del 2001. Y es que “Incorruptible” no decepciona pero tampoco calienta, la definición más correcta para referirse a este álbum es la tibieza; están todos los elementos de Iced Earth, hay momentos verdaderamente épicos, hay batalla y poderío, hay grandeza y sangre, honor y hermandad pero también es tan, tan predecible que asusta. Conserva algo de la oscuridad de “Pleagues Of Babylon” (2014) pero se muestra menos inspirado y, por supuesto, está a años luz de chispa e inspiración de “Dystopia”. Es esa familiaridad (si se me permite el término) la que termina por convertir a “Incorruptible” en un pequeño bostezo especialmente cruel ya que en él se reconoce el talento a raudales pero algo falla; puede ser la presencia de Schaffer a los controles de la nave cuando lo que a veces saca a una banda o artista de su zona de confort es precisamente un productor que afine a las inquietudes y sepa centrar una nave a la deriva o ese método de composición en el que es el propio Schaffer la pluma principal mientras que Stu llega al estudio, a posteriori, y ajeno al alma de las canciones o lo que significan interpreta sus partes vocales en apenas una semana, como si fuese un mero trámite.
No, no es una suposición, es el método de grabación que el propio Schaffer ha descrito para ese “Incorruptible” y seguramente nos sorprenderíamos si muchas bandas describiesen su esquema de trabajo (por ejemplo, hace poco Chuck Billy se quejaba amargamente de haberse cargado sobre los hombros junto a Peterson la titánica tarea de grabar “Brotherhood Of The Snake” de Testament a solas en el estudio solo que en este caso han tenido la suerte de saber atrapar a las musas) pero en el caso de Iced Earth tan sólo intento descifrar qué es lo que ha ocurrido para que “Incorruptible” sin poderse tildar de fracaso (porque no lo es, de ningún modo) carezca de todo aquello que hizo grande a “Dystopia”.
“Great Heathen Army” es la típica canción que podría haber formado parte de cualquier álbum de Iced Earth, captura la esencia de la banda; comienza de manera grandilocuente y, a los pocos segundos, arranca de manera fulgurante con un Block auténticamente enorme. Pero si poco original es, “Incorruptible” naufragará con la pirata “Black Flag”, un medio tiempo farragoso que intentará recuperar el pulso con la prodigiosa garganta de Stu y un Smedley ametrallándonos desde la borda pero no, la composición nos ha apaciguado desde el principio y aunque “Raven Wing” es estupenda, su comienzo acústico nos hace encallar. Por suerte, su solo y progresión, además de la emotiva “The Veil” levantan el álbum a pesar del tempo más pausado.
“Seven Headed Whore”, al margen de las inclinaciones políticas de Schaffer, fracasa por culpa de una letra tan jodidamente infantil que parece un parodia del género, es una lástima echar por tierra un esfuerzo musical semejante con una letra tan sonrojante y un Block desperdiciando su garganta, puro spinal tap.
Es triste reconocerlo pero a partir de “The Veil”, tan sólo la cuarta canción, el disco de Iced Earth parece deshacerse entre lo pueril de “Seven Headed Whore”, el relleno puro y duro que son “The Relic (Part 1)”, el innecesario tributo instrumental a los nativos americanos en “Ghost Dance (Awaken the Ancestors)” que desentona por completo en el álbum o “Clear The Way (December 13th, 1862)” (a ambas composiciones no les habría venido nada mal un recorte de minutos cuando la canción no requiere tanto minutaje y este tan sólo nos hace perder el hilo) o ese empacho que significa “Brothers” y se supone que es la auténtica exaltación de la amistad entre Schaffer y Block; toda una aburridísima dosis de azúcar no apta para todos los públicos y con una sobreproducción brutal en la señal de las guitarras hasta convertir la onda sinusoidal en un bloque de cemento a prueba de cualquier formato y equipo que se precie, tan sólo hace falta subir el volumen para entender que hay que volver bajarlo para no saturar.
¿Con qué podemos quedarnos de “Incorruptible”? Con la magnífica portada de David Newman-Stump por todos los McFarlane del mundo y una canción como “Defiance” que, como “The Veil”, son los únicos momentos en los que sentiremos que la compra y la escucha han merecido la pena. Nada en contra de Schaffer, es un tipo trabajador y con talento, pero que no se lleve ninguna sorpresa si este “Incorruptible” no se convierte en un clásico instantáneo como el mismo aseguraba en sus declaraciones, Iced Earth terminan relegados en los carteles de los mejores festivales o, mucho peor, abriendo para naderías como Volbeat, es lo que tiene publicar discos en los que el único fuego es el dibujito de la portada.
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