Por motivos que aún no alcanzo a comprender, hubo una época en la que escuchaba mucho a Dimmu Borgir y los noruegos terminaron significando algo para mí. No digo que no se lo merezcan (por supuesto que sí) pero me sorprende que invirtiese tanto tiempo escuchando discos del calibre de “Enthrone Darkness Triumphant” (1997) o “Puritanical Euphoric Misanthropia” (2001), sin duda grandísimos títulos, cuando todavía me esperaban otras excitantes grabaciones que atraparían mi imaginación por completo. Pero si hubo algo que llamó poderosamente mi atención durante aquellos años fueron las filias y fobias que los noruegos aún a día de hoy siguen desatando. No han sido pocos los fans e incluso músicos que se han referido a Shagrath, Silenoz y Galder con poco respeto, una escena en la que no se permite ser grande porque es sinónimo de haberse vendido y unos seguidores con unas miras tan cortas que sorprende su devoción por el metal extremo. A una banda como Dimmu Borgir nunca se le perdonará haber vendido tantas copias y haber crecido de manera desmesurada y, por supuesto, este “Forces of the Northern Night" nunca será bien visto por los más devotos del sonido low-fi, por esos que creen que parte de la magia inherente de las canciones es un sonido pobre, opaco y de mala calidad. Digo todo esto fundamentalmente por dos razones; el nuevo directo de Dimmu Borgir (que en realidad son dos ya que recoge la actuación en audio y DVD del Oslo Spektrum del 2011 junto a la Norwegian Radio Orchestra y el coro Kringkastingsorkestret y además su directo en Wacken 2012 con más de cien músicos sobre las tablas) peca en todo menos en contención, no sólo es un grandísimo ejemplo de la máxima expresión de lo que debería ser una banda de metal sinfónico sino que el sónido y la puesta en escena son excepcionales, además de haber sabido ser capturados para la ocasión y haber sido dispuestos en cualquiera de las lujosas ediciones de “Forces of the Northern Night". Y la segunda razón es que tras ver las entrevistas y el abundante contenido extra, causa cierto estupor escuchar a los propios músicos justificarse ante los ataques de una escena que les ha arrebatado el legítimo derecho de hacer la música que les venga en gana hasta el extremo de parecer que deben pedir perdón por haber llegado a donde han llegado. No hay nada peor que esos seguidores y músicos que se creen en posesión de la verdad absoluta y mezclan sus propias carencias e insatisfacciones con el culto a una escena que viviría mejor sin ellos.
La introducción que es “Xibir” resuena magnífica, faraónica, abriendo para “Born Treacherous” o ese torbellino que sigue siendo “Gateways” con una poseída Agnete Kjølsrud que clava literalmente sus partes en tono y tiempo, sencillamente genial. “Dimmu Borgir”, dividida en dos partes (una vocal a modo de antesala y otra con todos los músicos) suena verdaderamente mágica, como “Chess with the Abyss” o la cinemática “Ritualist”. “A Jewel Traced Through Coal” sube aún más de intensidad antes de la orquestal “Eradication Instincts Defined”. “Vredesbyrd” es una exhibición de Daray tras los parches como la icónica “Progenies of the Great Apocalypse” gana en su desarrollo épico o “Puritania” posee la misma mala ralea con o sin sus arreglos (resulta curioso escuchar el resultado de una canción con un toque más industrial en manos de una orquesta y un coro y ser testigo de cómo lo resuelven) y para cerrar “Mourning Palace” (auténticamente deliciosos los arreglos) y un fin de fiesta a la altura con una despedida en forma de “Perfection or Vanity”.
Pero, como antes señalaba, si el sonido es sobresaliente, la producción y la puesta en escena están a la altura, todo ello grabado con decenas de cámaras y una calidad apabullante. Todo un festín para los sentidos que hace que me pregunte por qué no se le presta más atención a un genio como Shagrath, capaz de componer y extraer todas estas melodías de su imaginación, de haber sabido mezclar el metal extremo y una sinfonía allá donde otros músicos de igual talento quizá no supieron llevarlo. Un lanzamiento sobresaliente que no hace sino acrecentar las ganas por el nuevo álbum de Dimmu Borgir, mientras en mi cabeza aún resuenan esos versos de “Gateways”; “Be the healer or the faker. The keys are in your hands. Realize you are your own sole creator of your own masterplan…!”
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