Pocos casos se dan en el mundo de la música similares al de Pallbearer ahora que la industria ha aprendido la lección a fuerza de palos y lo que nos ofrecen son artistas de rápido crecimiento y digestión a los que hay que prestarles la atención justa porque nadie tiene tiempo de escuchar un álbum como se merece. El cuarteto de Arkansas publicó un debut que pasó desapercibido para el gran público pero que a muchos nos hizo levantar la vista. “Sorrow And Extinction” (2012) era un álbum a la altura de los más grandes y unas canciones con vocación de convertirse en clásicos bajo una producción cálida y orgánica en la que el único inconveniente que puedo encontrar es la voz de Brett Campbell. La gran pregunta que todos nos hacíamos era, ¿podrían superar el tan cacareado síndrome del segundo álbum? Por todos es sabido que habitualmente esto se explica cuando uno entiende que las bandas han tenido toda la vida para componer e interpretar las canciones de su primer álbum pero no para las de un segundo que suele venir arreado por las prisas de una discográfica que pretende continuar rentabilizando el éxito del primero (esta situación suele generar segundas partes forzadas, sin rastro de inspiración y con descartes del primer álbum o canciones compuestas con la mirada puesta en aquel, de ahí el supuesto temor, la gran prueba de fuego de una segunda entrega a contrarreloj). Pues bien, dos años más tarde Pallbearer se sacaron de la manga “Foundations Of Burden” (2014), uno de los grandes discos de una década que todavía no ha acabado, una colección de canciones en la que, si bien perdíamos algo de esa producción que tanto me gustaba en “Sorrow And Extinction” y que antes señalaba, ganábamos en unas composiciones en las que parece ser que Billy Anderson tuvo mucho que ver. ¿Por qué iniciaba esta crítica señalando lo excepcional del caso de Pallberar? Porque, con “Heartless” aún girando en mi reproductor, no es habitual que una banda madure a este ritmo y se le permita seguir creciendo con tranquilidad, con tan sólo el apoyo de los más incondicionales. Una banda que ha firmado tres grandes discos y, a pesar de todo, siguen siendo grandes desconocidos tanto para aquellos que creen estar de vuelta de todo como para esos que mentan el nombre de Pentagram o Saint Vitus en vano. Y es que menciono a estos artistas porque Pallbearer son habitualmente catalogados como una banda de doom cuando honestamente creo que su propuesta musical trasciende casi todas las etiquetas.
Si temíamos un segundo álbum que finalmente resolvieron con “Foundations Of Burden” no es de extrañar que también temiésemos su continuación pero conservásemos la esperanza de un tercer salto mortal sin red. Así, tres años más tarde, Pallbearer han vuelto a dar en la diana con este “Heartless” que nos ocupa y en el que parece ser que han escuchado mis ruegos y han decidido regresar a esa producción más cálida de “Sorrow And Extinction” pero obviamente con la mejora sustancial de un Brett Campbell al que se le siente mucho más suelto en las tareas vocales.
La cadencia con la que abre “I Saw The End” es doom, en efecto, pero las guitarras son tan melancólicas y melódicas que evocan el encanto del post-rock, uno de los defectos quizá más acuciantes en “Heartless” (por suerte, el único, si queremos entenderlo como tal) es la tendencia natural de Pallbearer a conceder más espacio a esa vertiente en detrimento de la más pesada y que desdibuja ligeramente su propuesta, al igual que a muchas bandas de post-metal y su obsesión por el shoegaze. Como también resulta evidente la influencia de Adam Jones y Tool en esa guitarra (3:45).
Más gruesa se torna “Thorns” aún con los aullidos de las seis cuerdas de Devin Holt mientras Campbell leva todo el peso aunque está claro que las canciones ganan cuando se las deja respirar, como es el caso de “Lie Of Survival” y su magnífica progresión con ese constante tejer de las guitarras como “Dancing In Madness” suena por todos los Pink Floyd del mundo, siendo no sólo una de las mejores composiciones de “Heartless” y Pallbearer sino quizá del año; tan galáctica y emotiva como densa, capaz de desarmar al corazón más huraño.
A pesar de no contener ni una sóla canción mediocre, “Heartless”, también tiene sus puntos débiles; la épica “Cruel Road” con tintes de hard hace sufrir el espíritu de un álbum con otra vocación muy distinta. Mientras que aquella que da nombre al disco y, fundamentalmente, a “Plea For Understanding” le hacen recobrar el vuelo, en especial esta última; casi trece minutos de pura emoción entre guitarras repletas de reverb, Mark Lierly dejándo caer las baquetas sobre los parches y Campbell más sentimental que nunca en su tono.
Un álbum tan bonito y emocionante como repleto de buen gusto, Pallbearer puede que cada vez suenen menos a ese doom en el que muchos siguen empeñados en encasillarles y se inclinen por la melodiosa melancolía con clase de la que en “Heartless” hacen gala pero nadie dijo que el arte, el buen arte, estuviese exento de riesgo. Quizá no llegue a la gloria de “Foundations Of Burden” pero doy fe de que han colmado mis expectativas y facturado también otro de los grandes discos de este año.
© 2017 Jim Tonic