Una muestra más de que la verdadera autenticidad de algunos artistas es a prueba de cualquier sustanciosa cantidad de dinero con la que se les pueda tentar es el caso que nos ocupa; ahora que el doom vive una segunda o tercera juventud y bandas que no tienen nada que ver con el subgénero se atreven a ralentizar su tempo y añadir algo de pesadez a sus canciones, Scott “Wino” Weinrich ha decidido finiquitar Saint Vitus para centrarse en la carrera de The Obsessed. Pero la verdad es que el bueno de Wino no lo ha tenido fácil nunca y, adicciones aparte, su relación con Dave Chandler dificultaba la continuidad del proyecto quizá más exitoso de su vida. Es verdad que Wino siempre ha aprovechado a Saint Vitus como ariete para entrar por los ojos a los sellos y terminar publicando su material con The Obsessed pero estamos hablando de una discografía que desde su debut en 1990, “Lunar Womb” (1991) o “The Church Within” (1994), se ha mostrado increíblemente sólida en esa amalgama de hard rock, stoner y rock a secas que seguramente le hará sentir a Wino mucho más libre que el férreo corset doom al que la carrera de Saint Vitus le somete (esa tan oscura, sórdida y siniestra, como él mismo asegura).
Una carrera truncada, la de The Obsessed, cuando Columbia les pidió que su siguiente disco fuese más comercial y tras grabar el que quizá sea su punto álgido, “The Church Within”, no se les ocurrió otra cosa que hacerles un corte de manga y publicar aquellas canciones en el primer álbum de Spirit Caravan, “Jug Fulla Sun” (1999). Pero el camino a “Sacred” ha sido tan serpenteante como su portada ya que a pesar de los intentos de Weinrich por insulflarle vida a su proyecto, este fracasaba cuando era incapaz de encontrar compañeros que le secundasen y tras perder a su propia pareja, Sara Seraphim, como segunda guitarra, la nueva reencarnación de The Obsessed incluye a Redi Raley al bajo y el bueno de Brian Constantino (antiguo técnico de Eddie Gulli, primer batería de la banda); un trío en el que Weinrich vuelve a la guitarra (recordemos que en Saint Vitus se vió literalmente obligado a abandonarla por un problema de ego de Dave Chandler) en un álbum producido por Frank Marchand en el que las guitarras suenan escandalosamente bien; olvídate de las procesadísimas distorsiones de las últimas producciones de moda y prepárate para escuchar ese sonido orgánico de varias guitarras (en concreto, Les Paul) rugiendo como nunca.
Un disco que se siente especialmente variado y como un puente entre pasado y presente cuando escuchamos “Sodden Jackal”, un riff que ya le venía rondando a Weinrich por su cabeza, y cuyo musculoso desarrollo o abrasivos solos, son una excelente bienvenida para “Sacred”, quizá la única canción con algo de sabor doom pero no más que stoner o hard. El disco toma cuerpo con “Punk Crusher” y ese sonido más cercano a Motörhead que a Pentagram (no es de extrañar que Scott “Wino” Weinrich les recuerde a muchos a Lemmy), casi cuatro minutos de rock urgente que verán su contrapunto en la más calmada y setentera “Sacred”, que da nombre al disco o ese sonido tan puro de The Obsessed y que nos recordará también a los mejores The Cult en “Haywire”. “Perseverance of Futility” es quizá la más pegadiza de todo “Sacred” mientras que la versión de Thin Lizzy, “It's Only Money”, le sienta como un guante a Wino y al sonido del álbum. “Cold Blood” es una instrumental que, según Weinrich, se quedó fuera del debut “The Obsessed” (1990) y tiende ese lazo imaginario con el pasado que antes mencionaba. “Stranger Things” rompe la tónica del álbum, de hecho me recuerda mucho a los Pentagram de Victor Griffin con ese toque más AOR, igual que “Razor Wire” aunque quizá con más rabia y nervio.
Pena que “My Daughter My Son” sea quizá la menos acertada de todo “Sacred” antes de ese interludio que supone su despedida y los dos regalos; uno en forma de viaje psicodélico que es “On So Long”, una larga jam de estética setentera, o el acercamiento al blues -padre de todo- que es “Crossroader Blues” (magnífico slide, por cierto; van a tener razón las malas lenguas que aseguran que Wino es infinitamente mejor guitarrista que Dave).
“Sacred” es hard, que nadie te engañe, pero hard del bueno; de ese que te hace pisar el acelerador o querer sentir el viento en tu cara, un álbum repleto de grandes riffs y mejores intenciones, una maravilla atemporal por la que debemos darle las gracias a Wino y su magnífica idea de resucitar a The Obsessed.
© 2017 Jack Ermeister